Juan 3.25-27 – Nadie puede tener nada si Dios no se lo da

Juan 3.25-27 – Nadie puede tener nada si Dios no se lo da

Introducción

Bienvenidos al Comentario Bíblico Devocional de Gracia y Vida sobre el Evangelio de Juan. En la publicación anterior hemos estudiado la primer parte del relato del apóstol Juan sobre el ministerio de Jesús en Judea.

Este relato ha comenzado en Juan 3.22, luego de la historia del encuentro entre Jesús y Nicodemo (3.1-21), y terminará en Juan 3.30. Nosotros lo hemos dividido en varias publicaciones para poder aprovechar todo lo posible la riqueza del mismo.

Ya hemos visto que en aquel tiempo Jesús bautizaba a la par de, o al mismo tiempo en que lo hacía Juan el bautista; y en relación con esto, hoy veremos qué sucedió con los discípulos de este último e intentaremos entender y aplicar la muy sabia respuesta del apóstol a sus seguidores.

Antes de comenzar nos gustaría presentarte nuestro estudio del evangelio de Juan en forma muy breve:

Nuestro comentario sobre el evangelio de Juan

La presente es sólo una porción del Comentario Bíblico sobre el Evangelio de Juan publicado por Gracia y Vida. El mismo pretende ayudar a los lectores en la interpretación y en la aplicación de las escrituras a sus vidas; teniendo además como objetivo que la lectura sea fluida y de fácil interpretación.

Con dicho objetivo en mente, y a fin de entender los distintos versículos de la manera más apropiada, nos ayudaremos con un análisis del contexto y también con las herramientas hermenéuticas necesarias para llegar a una correcta interpretación; pero todo esto sin entrar en largas discusiones, ni en detalles demasiado técnicos.

Sin más, y primero que cualquier otra cosa, te invitamos a leer atentamente el texto y orar para que el Señor te llene de su sabiduría; sin lugar a dudas Él será la gran fuente de toda verdad y de todo entendimiento. Hecho ésto, ahora sí comencemos con el estudio de los versículos que nos convocan, leamos:

El texto

25 Surgió entonces una discusión entre los discípulos de Juan y un judío acerca de la purificación. 26 Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien diste testimonio, está bautizando y todos van a Él. 27 Respondió Juan y dijo: Un hombre no puede recibir nada si no le es dado del cielo.

Juan 3.25-27 – LBLA

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Juan 3.25-27 – Nadie puede tener nada si Dios no se lo da

Comentario del texto

Será muy recomendable leer primeramente el relato completo de Juan 3.22-30 antes de comenzar a leer este estudio. Una vez hecho comprenderás mucho mejor el texto en su conjunto de manera de poder aprovechar aún más este comentario. Dicho esto ahora sí podemos iniciar.

25

Surgió entonces una discusión entre los discípulos de Juan y un judío acerca de la purificación

En un contexto en el que Jesús estaba bautizando, y que mucha gente asistía a Él para ser bautizada, surgió esta discusión entre los discípulos de Juan y un judío no identificado. El motivo de la misma era muy pertinente dado que el bautismo era un rito, que observaban los judíos, como un acto visible y práctico de purificación ritual.

Era normal que las personas que no pertenecían al pueblo judío, y se convertían a su religión, se bautizaran como un acto de testimonio externo. A estas personas se las denominaba prosélitos. Pero lo que no era ni común, ni normal, era que el pueblo judío acceda a bautizarse.

Ésto había llamado mucho la atención de los líderes judíos quienes, un tiempo atrás, habían enviado representantes para preguntarle a Juan el bautista por qué bautizaba (Juan 1.24-28).

Lo cierto es que la única razón para que el pueblo accediera a purificarse, a través del bautismo, era que entendiera que al hacerlo se estaba preparando para ingresar al reino mesiánico (esto está brevemente explicado en el estudio anterior y más en detalle en el comentario sobre Juan 1.24-28). En ese contexto era lógico discutir sobre la purificación.

Ahora, tal vez la discusión se desviara un poco de la razón per se de la misma, para terminar dirigiéndose hacia quién debía bautizar: ¿Debería hacerlo Juan, el profeta reconocido por el pueblo, al que el mismo había estado siguiendo, o debería hacerlo Jesús, aquel a quien él señalaba?

Muy posiblemente haya sido esto lo que motivó a los discípulos de Juan a dirigirse a él para decirle:

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26

Y vinieron a Juan y le dijeron:

Una cosa es cierta, si bien no sabemos exactamente cuál era el punto sobre el cual discutían acerca de la purificación, haríamos bien en tomar en cuenta la manera en que Juan conecta un versículo con el otro: “Y vinieron a Juan y le dijeron”.

Ésto nos ayuda a suponer que el motivo de la discusión estaba relacionado con la gran cantidad de personas que concurrían a Jesús, y en todo caso, no es ilógico suponer que la gente se preguntara por qué habrían dos personas bautizando al mismo tiempo, algo que no tenía mucho apoyo escritural.

Lo que sí sabemos es cómo terminó dicha discusión: con los discípulos de Juan quejándose ante él por los resultados del ministerio de Jesús. Probablemente podremos encontrar en este punto muchos que critiquen a estos hombres, pero creemos que esto no es provechoso ni correcto.

Ellos verdaderamente creían en la obra de su maestro, la cual en verdad era más que necesaria; solo que no terminaban de entender que el tiempo de seguir a Juan debía terminar. Veían a Jesús como un competidor, cómo alguien que venía a realizar el mismo ministerio que su maestro, y por lo tanto era lógico que estuvieran molestos por el tema.

Obviamente su maestro no era cualquier maestro y por eso su respuesta nos llena de admiración y respeto, pero veremos eso en breve. Por lo pronto veamos muy rápidamente el concepto de la palabra:

Rabí

La palabra utilizada aquí para Rabí quiere decir “mi maestro”. La misma es familia de las palabras Rab y Rabboni, las cuales se traducen como “maestro” y “mi gran maestro” respectivamente, los cuales también se utilizaron para llamar a Jesús. Era una palabra popular, la cual se aplicaba normalmente a los fariseos.

Entre otros, algunos textos en donde también se llama Rabí a Jesús son: Juan 1.49, 4.31, 6.25, 9.2 y 11.8. En Juan 20.16 también vemos que se lo llama Raboni. Fuera de este evangelio (entre muchas otras) encontramos las siguientes referencias: Mateo 26.49, Marcos 9.5, 11.21.

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Juan 3.25-27 – Nadie puede tener nada si Dios no se lo da

El que estaba contigo al otro lado del Jordán

Esta afirmación, por parte de los discípulos de Juan, nos dice dos cosas, la primera de ellas con respecto al lugar geográfico y la segunda sobre la presencia de los mismos como testigos presenciales de que Juan había estado con Jesús un tiempo atrás.

Referencia Geográfica

Enón, el lugar en donde Juan bautizaba, se encontraba a un lado del Jordán, pero ellos recuerdan haber estado del otro lado. Este tipo de detalles han sido muy útiles por estudiosos de todos los tiempos para entender y tratar de ubicar los acontecimientos en sus lugares correspondientes, lamentablemente todavía queda mucho trabajo por hacer.

Ver mapa con la posible ubicación de esta ciudad Enón y ver los dos lugares posibles donde Juan bautizaba primeramente. Hemos hablado sobre este tema en el estudio anterior, pero como resumen te diremos que la exactitud de las ubicaciones es algo con lo que todavía no contamos.

Juan 3.22-24 - Jesús bautiza a muchos en Judea

Jesús y Juan estuvieron juntos

Es preciso entender bien este punto, ellos fueron testigos de que Jesús estuvo con Juan en aquel lugar, pero no es productivo hipotetizar acerca de cuánto tiempo estuvieron juntos o qué sucedió en ese tiempo, esto no se nos dice. Tal vez alguna idea sobre esto nos lo dé el mismo capítulo uno de este evangelio, pero allí tampoco encontraremos nada sustancioso.

Lo que sí sabemos es que Juan había dado testimonio de Jesús pero que ellos, por alguna razón todavía seguían al lado de Juan, y no se habían ido con Jesús como sí lo hicieron Santiago, Juan, Andrés y Simón – Pedro (ver los comentarios de Juan 1.35-39 y de Juan 1.40-42).

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De quien diste testimonio

¿Qué testimonio dio Juan acerca de Jesús? Más allá del resumen del apóstol Juan en el versículo 28, podemos ver los siguientes textos y sus comentarios:

Es evidente que Juan siempre apuntaba hacia Jesús como el cordero de Dios, como el Mesías, como aquel que había de venir, etc., etc. Juan tenía muy clara su posición frente a Jesús y lo comunicaba tan claro como le era posible en cada oportunidad que vemos; ésto sin dudas es una gran enseñanza para nosotros, quienes debemos dirigir las miradas de los otros siempre hacia Jesús. Nadie más es digno de ser visto, dorado y honrado.

Sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos, sus discípulos no sólo seguían con él a pesar del paso del tiempo, sino que además veían a Jesús como una amenaza, cómo alguien que hacía lo mismo que ellos y que además tenía gran éxito en su tarea. De esto último podemos dar cuenta dado el mensaje de ellos en la siguiente parte del versículo:

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Juan 3.25-27 – Nadie puede tener nada si Dios no se lo da

Está bautizando y todos van a Él

Aunque algunos piensen que solo es un informe lo que ellos venían a traer ante Juan, lo más seguro es que estuvieran aquí presentado una queja en contra de aquel que había venido después de él para realizar la misma tarea: “Está bautizando”. Tal vez pensaran que Juan debía hacer algo al respecto como para frenar esta “intromisión”.

Al mismo tiempo vemos una “hipérbole” en su declaración: “todos van a Él”. Es claro que no todo Israel iba tras Jesús por lo que vemos en todos los relatos de éste y de los sinópticos. Por otro lado esta parte del ministerio de Jesús corresponde a los comienzos de su ministerio, en el primer año del mismo. Por lo tanto es seguro que, aunque muchos fueran a ser bautizados, obviamente no eran “todos”.

El celo de los discípulos de Juan por su ministerio

En esto vemos su celo (el de los discípulos de Juan) con respecto a su ministerio, ya que exageraban, tal vez por envidia o desilusión, o quizás para que Juan tomara conciencia de lo que estaba sucediendo. “todos van a Él” es como decir: “pronto nadie vendrá a ser bautizado por ti”; “pronto tu ministerio desaparecerá o dejará de tener lugar”.

Era evidente que esperaban una respuesta de él, y muy seguramente una muy diferente a la que recibieron. Ahora, bien podríamos unirnos a todos los que critican a estos discípulos por ir con esta queja delante de Juan, por tener celos por su ministerio, pero no es eso lo que haremos.

Sí que estaban equivocados respecto de Jesús, pero ellos sin dudas estaban sirviendo a Dios con pasión y con amor. Muy probablemente hayan dejado sus labores cotidianas y hasta sus empleos y familias por seguir al bautista. No olvidemos que los discípulos de alguien, seguían a esta persona dejándolo todo para aprender y seguir los pasos de su maestro.

Por lo tanto:

No podemos juzgarlos a la ligera

Sería muy cómo hacerlo desde nuestros lugares y ya con toda la información disponible, pero sería un gran error por nuestra parte. Ellos hacían todo esto por amor a Dios; entendían que el mensaje de Juan provenía de Él por ser Juan un profeta de Dios, y por eso se jugaban el todo por el todo para transmitir su mensaje: “arrepiéntanse porque el Reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3.2).

Entonces, ¿Qué buscaban primeramente estas personas?: Que el pueblo entrara en el Reino de Dios. Ahora, dado que entendemos su propósito, podemos hablar de ellos y no sin temor de Dios, sin respeto por su ministerio y por su entrega. Por eso, antes que juzgarlos deberíamos entenderlos y admirarlos.

Ya tendrían tiempo para comprender mejor quién era Jesús, y mientras siguieran al lado de Juan, él les indicaría tantas veces como pudiera a quién debían seguir.

Por eso, más allá de este error de su parte, deberíamos reconocer su entrega y disposición. ¿Tendremos nosotros la misma entrega que ellos? ¿Hasta dónde estaríamos dispuestos a dejar para seguir con el ministerio que Dios nos pone por delante? Ellos lo dejaron todo. ¿Qué de nosotros?

Juan 3.25-27 – Nadie puede tener nada si Dios no se lo da

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Para pensar

Hay dos cosas más en las que podemos pensar gracias a la ayuda de estos versículos:

Nuestro ministerio no puede cegarnos

La primera es que hay veces que nuestro objetivo a cumplir termina por cegarnos, por impedirnos ver cuál es la voluntad de Dios y qué quiere de nosotros. Consideremos a estos discípulos, ellos pensaban que hacían la voluntad de Dios, y por cierto que la hacían hasta ese momento, pero eso no les impidió tener un grave error con respecto de Jesús.

Por tanto, en algunos casos aferrarnos ciegamente a la meta puesta por delante puede volverse nuestro mayor error. ¿Has visto en algún momento personas con grandes ministerios, pero alejadas de Dios, personas que no parecen tener comunión con Él a pesar de ser utilizadas por Él? Lamentablemente eso es posible.

Ahora, ¿De qué forma podemos estar despiertos y atentos a la voluntad de Dios? Manteniendo nuestra comunión con Él fresca e intacta cada día. Eso implica buscarle con todo nuestro ser y preguntarle qué haremos, a dónde iremos y cuáles son sus instrucciones para ese día.

Además debemos pedirle sabiduría en oración (Santiago 1.5) y entregarnos plenamente a Él, recordando que nuestro ministerio es dinámico y no estático. Que las maneras, métodos y tiempos cambian y que Él está ahí para indicarnos cómo hacer las cosas de la mejor manera.

Por otro lado, no debemos cegarnos pensando que lo sabemos todo, que ya tenemos experiencia y que los otros solo deben aprender de nosotros. Nosotros también podemos aprender de los demás. Entonces, no nos ceguemos a lo que pensemos que está bien, dejemos siempre espacio para dar vuelta el timón, en cuanto el Señor nos lo indique.

Todo esto ciertamente nos ayudará a ser mejores siervos. ¿Lo crees? Si te parece correcto, toma un tiempo para conversar sobre este tema con tu Señor. Éste es un buen momento.

La ilusión de la cantidad

En las palabras “Todos van a Él” vemos que había desilusión en el corazón de los discípulos de Juan, la misma que se ve en muchos siervos de Dios que ven en “la cantidad de miembros” un parámetro de medición de bendición de parte de Dios. Pero… ¿Es realmente un parámetro válido?

A Jesús lo siguieron muchos, pero para el final de su ministerio sólo tenía once muy cercanos, los cuales lo dejaron y hasta le negaron. No decimos que esto es lo que debe sucedernos, pero sí que debemos tener esto en cuenta antes de entristecernos, frustrarnos o enojarnos.

Dios sabe cada cosa y añade cada día los que han de ser salvos. No debemos contristarnos sino cuidar bien de lo que Él nos da. Lo importante es hacer lo que esté a nuestro alcance para que quienes nos hayan sido asignados por Él sigan creciendo. Jesús se concentró en doce y al final uno de ellos lo vendió, pero aún así, este parámetro de fijar nuestra atención en pocos y hacerlo bien es algo en lo cual debemos considerar.

Podemos dedicarnos a muchos y todo el tiempo estar prestando atención a distintas personas, estará bien si es lo que el Señor nos pide, solo que debemos estar seguros de que en verdad es eso lo que Él quiere de nosotros. Muchas veces será más productivo afirmar bien a pocos y después seguir con otros que abarcar mucho y no terminar nuestra tarea con ninguno. Muchas veces la cantidad no es lo que cuenta.

Dios nos llene de sabiduría en estos puntos y nos lleve a toda verdad respecto al ministerio que Él espera que nosotros desarrollemos en Su Reino.

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Juan 3.25-27 – Nadie puede tener nada si Dios no se lo da

Veamos ahora la respuesta de Juan:

27

Respondió Juan y dijo: Un hombre no puede recibir nada si no le es dado del cielo.

La gran respuesta

Gran respuesta para alguien que estaba perdiendo seguidores. Evidentemente una respuesta de alguien que tenía las cosas más que claras. Él sabía quién era Jesús, Dios se había encargado de darle la señal más clara al respecto (Juan 1.33). Eso, su gran humildad y el conocimiento claro de que era Dios quien tenía el control sobre todas las cosas, hacían que Juan estuviera más que tranquilo y conforme con lo que estaba sucediendo.

Por tanto, aún a pesar de que sus discípulos vinieran motivados por el celo ministerial (algo de lo cual debemos cuidarnos y mucho), Juan pudo responderles de la manera más sabia y calmada posible. ¡Cuántas aristas para tratar!

¿Tenemos nosotros la capacidad de responder de esta manera: sabia y calmadamente? Notemos qué hacía que Juan pudiera: Su conocimiento claro de las circunstancias que vivía y de quién estaba al control. ¿Podemos tener nosotros esta claridad al igual que Juan? Claro que sí.

Todo nace de la relación que tengamos con Dios y de la ayuda, guía y sabiduría que Él tiene para ofrecernos. Podemos ponernos en sus manos hoy para recibir esta ayuda, la cual es posible para cada uno de nosotros. Si quieres esto, no dudes en cerrar hoy tus ojos y orar en este sentido. Dios responderá más que gustoso.

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A qué se refería Juan

Con respecto al servicio a Dios

Obviamente les respondió a sus discípulos que Jesús tenía tantos seguidores porque esa era la voluntad de Dios. Él tenía la certeza de que Dios motivaba a las personas a acercarse a Sí mismo por medio de Jesús. Eso era algo que le daba seguridad y paz, aún sabiendo que su ministerio estaba llegando a su fin.

Por tanto, por un lado nos da un gran ejemplo mostrándonos su sumisión a la voluntad de Dios, y por otro nos muestra la actitud que debemos tener ante quien es puesto en nuestro lugar para seguir con nuestro ministerio. Juan se alegraba por saber que Jesús era quien había sido designado, y de ver que Dios cumplía en Él su propósito.

¿Tendremos nosotros tanta grandeza, tanta madurez? ¿Podremos llegarle a los talones a este tan gran hombre de Dios?

Lo importante es para nosotros es llegar a tener la clara conciencia de quién es el Reino y todo cuanto hay en él; quien lo dirige y quien llama a sus siervos para cada ministerio y en cada tiempo. Sólo Él establece los periodos de servicio, por tanto, estemos más que tranquilos y sepamos que todo es de Él y todo es para Su gloria.

Si Dios te pone o te saca, pero eso no es lo importante, sino que cumplas en cada momento lo que de ti se espera. ¿Qué ve Dios en ti? ¿Qué le demuestras con tus actitudes y acciones? Dios te guíe y ayude a crecer en cada aspecto espiritual posible.

Juan 3.25-27 – Nadie puede tener nada si Dios no se lo da

Con respecto al resto de las cosas de la vida

Aunque Juan estaba hablando de las personas que iban a ser bautizadas por Jesús, obviamente su respuesta también se puede aplicar a todas las cosas de la vida. Dios es soberano en todas las cosas, por tanto todo lo que tienes te ha llegado de su mano, y todo lo que anhelas sigue en su mano todavía.

Si bien no sabemos qué ha de concedernos nuestro Padre, lo que sí sabemos es que debemos orar pidiéndole cada cosa que necesitamos (Salmos 145.18; Jeremías 33.3; Juan 14.13; Filipenses 4.6-7; 1 Juan 5.14-15; etc.). En sus manos está el recibir lo que necesitamos y Él es nuestro Padre bueno (Lucas 11.13), que sabe darnos buenas cosas, que sabe todo lo que necesitamos y quien nos lo provee (Mateo 6.25-33).

Por tanto, no se aflija tu corazón (como dice el último texto citado, por favor, léelo ahora). Pídele a tu Padre y descansa en Él. Dios te dará lo que necesites. Solo pon tu vida en sus manos y confía. Obvio, haz todo lo que debas hacer, pero intenta que la ansiedad no te gane. Tú eres su hija/o amada/o y Sus ojos están puestos en ti.

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Para despedirnos

Aquí estamos finalizando con el estudio de estos versículos, pero todavía hay mucho por ver. La próxima es la última publicación sobre este tema, que el apóstol Juan nos permite ver, sobre el ministerio de Jesús en Judea y las circunstancias derivadas con los discípulos de Juan el bautista.

El texto que veremos en el próximo estudio será el siguiente:

28 Vosotros mismos me sois testigos de que dije: “Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de Él.” 29 El que tiene la novia es el novio, pero el amigo del novio, que está allí y le oye, se alegra en gran manera con la voz del novio. Y por eso, este gozo mío se ha completado. 30 Es necesario que El crezca, y que yo disminuya.

Juan 3.28-30 – LBLA

Esperamos que haya sido de bendición lo publicado hasta aquí así que te saludamos hasta un nuevo encuentro. Recuerda que puedes escribirnos en la caja de comentarios, debes saber que nos interesa y mucho lo que tengas para decirnos, así que esperamos que nos digas qué te ha parecido el estudio, y que nos dejes tus consultas y sugerencias.

¡Que Dios te bendiga mucho!

Te dejamos algunos otros links que pudieran servirte:

Nota

Todas las Citas Bíblicas identificadas con LBLA fueron tomadas con permiso de LBLA – http://www.lbla.com

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6 respuestas a «Juan 3.25-27 – Nadie puede tener nada si Dios no se lo da»

la verdad es que me gusto el estudio, muy claro y edificante, y nos deja una gran enseñanza en el sentido de no sentirnos mal si detras de nosotros viene alguien que pueda remplazarnos o hacer mejor el trabajo si esto va en beneficio de la obra de Dios.

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