El poder de Dios es inmenso y maravilloso. Tuvo poder para crear todo lo que existe, y tiene poder para dar vida a todo aquel que está muerto. Aunque hayan situaciones y cuestiones que, a la vista del hombre no tengan solución, Dios no conoce de limitaciones, nada lo asusta y nadie le hace frente. Si puede formar un cuerpo de huesos secos y darles vida, también puede tornar en bendición cualquier situación por la que estemos atravesando. La pregunta es: ¿Cuánta fe hay en nosotros? Oremos para que nuestra fe sea incrementada.
La mano del Señor vino sobre mí, y me sacó en el Espíritu del Señor, y me puso en medio del valle que estaba lleno de huesos. 2 Y Él me hizo pasar en derredor de ellos, y he aquí, eran muchísimos sobre la superficie del valle; y he aquí, estaban muy secos. 3 Y Él me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y yo respondí: Señor Dios, tú lo sabes. 4 Entonces me dijo: Profetiza sobre estos huesos, y diles: «Huesos secos, oíd la palabra del Señor. 5 Así dice el Señor Dios a estos huesos: “He aquí, haré entrar en vosotros espíritu, y viviréis. 6 Y pondré tendones sobre vosotros, haré crecer carne sobre vosotros, os cubriré de piel y pondré espíritu en vosotros, y viviréis; y sabréis que yo soy el Señor”».
7 Profeticé, pues, como me fue mandado; y mientras yo profetizaba hubo un ruido, y luego un estremecimiento, y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. 8 Y miré, y he aquí, había tendones sobre ellos, creció la carne y la piel los cubrió, pero no había espíritu en ellos. 9 Entonces Él me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: «Así dice el Señor Dios: “Ven de los cuatro vientos, oh espíritu, y sopla sobre estos muertos, y vivirán”». 10 Y profeticé como Él me había ordenado, y el espíritu entró en ellos, y vivieron y se pusieron en pie, un enorme e inmenso ejército.