Juan 1.14 – El Verbo se hizo carne y vimos su Gloria

Juan 1.14 – El Verbo se hizo carne y vimos su Gloria

Comentario Bíblico Devocional

Introducción

En el presente estudio analizaremos los siguientes temas: la encarnación de la segunda persona de la deidad, qué significa y qué implica que Jesús sea lleno de gracia y verdad, la importancia del testimonio del apóstol Juan, y por último en qué vio Juan la gloria del Verbo y cuál es su implicancia.

Además de descubrir dichas verdades, nos remitiremos a otros estudios para aclarar el significado de la palabra o título: “el Verbo”, y también intentaremos aplicar las enseñanzas del texto a nuestras vidas. Pero antes de comenzar con el estudio nos gustaría comentarte:

Unas palabras sobre el comentario de Gracia y Vida

La presente es una porción del Comentario Bíblico sobre el Evangelio de Juan, publicado por Gracia y Vida. El mismo pretende ayudar a los lectores en la interpretación y en la aplicación de las escrituras a sus vidas; teniendo además como objetivo que la lectura sea fluida y de fácil interpretación.

Con dicho objetivo en mente, y a fin de entender los distintos versículos de la manera más apropiada, nos ayudaremos con un análisis del contexto y con las herramientas hermenéuticas necesarias para llegar a una correcta interpretación; pero todo esto sin entrar en largas discusiones, ni en detalles demasiado técnicos.

Sin más, y primero que cualquier otra cosa, te invitamos a leer atentamente el texto y orar para que el Señor te llene de su sabiduría; sin lugar a dudas Él es la gran fuente de toda verdad y de todo entendimiento. Hecho ésto, ahora sí comencemos con el estudio de los versículos que nos convocan, leamos:

El texto

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad; y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre.

Juan 1:14 – LBLA

Comentario

Y el Verbo se hizo carne

Hemos hablado mucho sobre el término “el Verbo” en el estudio del versículo 1 de este mismo capítulo. En dicho estudio hemos visto que Jesucristo es el Verbo, o Palabra, quien estaba con Dios y que asimismo era y sigue siendo Dios; que su existencia se remonta a la eternidad y que tuvo participación con el Padre, tanto la creación del mundo en el principio, como también la sustentación del mismo desde aquel tiempo y hasta el presente (Colosenses 1.16-17; Hebreos 1.2-3).

Hemos visto además que el concepto del término “Verbo” estaba presente tanto en la cultura judía como la griega; y que el mismo se puede observar en el Antiguo y también en el Nuevo Testamento. Te invitamos a leer dicho estudio para una comprensión cabal del significado del término, a través del siguiente link: Juan 1.1 Jesús es la Palabra de Dios.

Juan 1.14 – El Verbo se hizo carne y vimos su Gloria

Hablemos ahora sobre el hecho de

La encarnación de la Palabra de Dios

El apóstol Pablo le escribe a Timoteo diciendo:

E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: El fue manifestado en la carne, vindicado en el Espíritu, contemplado por ángeles, proclamado entre las naciones, creído en el mundo, recibido arriba en gloria.

1 Timoteo 3.16 – LBLA

Al estar parados frente al hecho de la encarnación, nos encontramos con la perplejidad de no lograr entender cabalmente cómo ha sido posible este hecho. Lamentablemente debemos decir que nunca hemos de comprender completamente algunos de los misterios de nuestro Señor. Por lo menos no en esta tierra.

Su encarnación, la forma de ser concebido a través del Espíritu Santo y otros muchos interrogantes nos quedarán pendientes en distintas maneras. Por lo tanto nosotros como el apóstol también debemos admitir que indiscutiblemente grande es el misterio de la piedad y al mismo tiempo, debemos agradecer por haber sido los receptores de su tan preciada gracia.

Seguramente será Él quien nos revele sus misterios cuando ya estemos en gloria.

Muchos más son los interrogantes que nos quedan, y aunque es claro es que podemos intentar explicar cada cosa y que es posible hallar versículos que nos amplíen la comprensión de muchos de esos temas, la verdad es que solo podremos llegar a un punto en nuestro camino de comprensión.

La dificultad de la que venimos hablando, no solo se presenta en nuestras mentes, sino que muchos se han topado con la misma situación; esto es algo que aún podemos encontrar en la Biblia, ya que la misma registra algunas anécdotas de personas que también se preguntaron cómo podía ser eso posible, veamos algunas:

Textos bíblicos que registran la dificultad en comprender la encarnación

En primer lugar, veamos la explicación del Ángel Gabriel a María. Ella estaba tan asombrada por la aparición y por la noticia, que necesitó preguntar cómo podría ella concebir al Hijo de Dios, la respuesta del Ángel fue:

El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Así que al santo niño que va a nacer lo llamarán Hijo de Dios.

Lucas 1.35 – NVI

Juan 1.14 – El Verbo se hizo carne y vimos su Gloria

Es gracias a este texto que podemos decir que:

Jesús es tanto Hijo de María como también Hijo de Dios

A pesar de la explicación del Ángel, este hecho es tan difícil de comprender que muchos han querido brindar otras explicaciones que nada tienen que ver con el mensaje de la Biblia, esto se refleja en las palabras del apóstol Juan al escribir 1 Juan 4.2. Al leer este texto prestar atención al énfasis dado por el apóstol.

(Este texto fue muy pertinente para contrarrestar a la doctrina “docetista” que intentaba explicar que Jesús no tenía un cuerpo físico).

Es evidente que hay muchas cosas que habrán de aceptarse sólo por medio de la fe, ya que por naturaleza no tienen explicación posible. Pero por otro lado, y al mismo tiempo, nos será conveniente recordar que la Biblia nos enseña que Dios es omnipotente, es decir que todo lo puede, incluso cuando sus hijos no logremos comprender plenamente todo lo que Él hace. Leer muy especialmente Romanos 11.33.

Veamos ahora que tampoco sus discípulos pudieron comprender este tema por completo mientras estuvieron a su lado. La doble naturaleza de Jesús posiblemente ni haya estado presente en sus mentes; tanto es así que Felipe, uno de sus discípulos, le pidió a Jesús que le muestre al Padre sin saber que Él poseía Su misma esencia (Hebreos 1.3). Es así que Jesús le respondió:

¿Tanto tiempo he estado con vosotros, y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”?

Juan 14.8-9 – LBLA

Nos queda claro que la complejidad de nuestro desafío no nos pertenece solo a nosotros, sin embargo, el texto bíblico es claro al decir que Jesús tomó carne para sí al venir a cumplir con el propósito de Dios, veamos entonces

Algunos textos que manifiestan que Jesús era un hombre

Así como los hijos de una familia son de la misma carne y sangre, así también Jesús fue de carne y sangre humanas, para derrotar con su muerte al que tenía poder para matar, es decir, al diablo.

Hebreos 2.14 – DHH).

Acerca de su Hijo, que nació de la descendencia de David según la carne.

Romanos 1.3 – LBLA

Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley.

Gálatas 4.4 – LBLA

Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre.

1 Timoteo 2.5 – LBLA

Juan 1.14 – El Verbo se hizo carne y vimos su Gloria

Otros textos que también son muy claros en este sentido y que deberíamos leer son: Juan 1.9; Romanos 8.3; Filipenses 2.6-8; Colosenses 1.15. Claramente la necesidad de tanta explicación reside en la doble naturaleza de Jesucristo. Más adelante también mencionaremos el hecho de su naturaleza divina, pero de momento, veamos algunas

Otras evidencias de su humanidad

En este punto nos gustaría poner de manifiesto que hay una serie de características que corresponden a la humanidad y que se utilizaron para describir la condición, sentimientos y también alguna situación que Jesús debió atravesar en su vida. Nombremos solo algunos ejemplos:

Jesús creció como cualquier niño (Lucas 2.52); se cansaba como cualquier persona (Juan 4.6); se puso triste hasta las lágrimas (Juan 11.35); tuvo sed (Juan 19.28); fue tentado a pecar como cualquiera de nosotros (Hebreos 4.15); padeció la muerte (Hebreos 2.9); etc., etc.

Habiendo llegado hasta este punto y no teniendo ánimos de complejizar la explicación, preferimos dejar aquí el tema para volver a tratarlo en otro estudio más teológico. Pero lo que debemos remarcar y que debe quedarnos claro es que:

Jesús se encarnó por nosotros teniendo desde aquel momento dos naturalezas, la humana y la divina, aunque luego de resucitar, su condición o estado no es el mismo que el que hoy tenemos nosotros, veremos más sobre esto al ir finalizando este comentario (Capítulo 20).

Entre paréntesis también diremos que hemos hablado de la naturaleza divina de Jesús en otros estudios, algunos de ellos que puedes leer son:

Jesús es el Verbo de Dios – Juan 1.1

Jesucristo es el creador de todas las cosas – Juan 1.2-3

Jesús es la vida y la Luz de los hombres – Juan 1.4

Testimonio de Juan sobre quién es el Hijo de Dios – Juan 1.34

Juan 1.14 - El Verbo se hizo carne y vimos su Gloria
Juan 1.14 – El Verbo se hizo carne y vimos su Gloria

Veamos ahora

Una breve mirada al contexto histórico del evangelio

En otros estudios de este comentario habíamos dicho que este evangelio fue dirigido a cristianos de cultura griega. Hemos mencionado que para dicha cultura la posibilidad de que Dios se acerque a la humanidad era algo absolutamente insólito e imposible, dado que a diferencia de Él, la materia era en esencia impura y corrupta.

Hablamos también de la explicación filosófica de las emanaciones por medio de las cuales lo material tuvo lugar. Dijimos que en dicha cultura se creía que Dios creó una emanación y que está creó a otra y que así sucesivamente las diferentes emanaciones se crearon la una a la otra hasta que la última creó la materia y junto con ella a los seres humanos.

En su pensamiento, las últimas emanaciones no solo estaban alejadas de Dios sino que también eran enemigas de Él. Ésto era lo que dicho pueblo tenía en mente y por tanto, el evangelio era algo absolutamente nuevo e inverosímil para ellos. Ya vemos por qué Pablo dice que evangelio es locura para los que se pierden (1 Corintios 1.18).

Juan contrastó esas filosofías con la verdad de un Dios que se hizo humano por amor y que no sólo tomó contacto con la imperfección de lo material, sino que tomó lo peor de la humanidad, el pecado, y lo cargó sobre sus hombros para que Su creación tenga la oportunidad de vivir en comunión con Él.

Ésto es a lo que se enfrentaban los creyentes de aquel momento, pero estaban solos, el Santo Espíritu los asistía, como también lo hace hoy con nosotros. Por tanto, permíteme alentarte a no dejar tu llamado. No te detengas en tu ministerio, muchos de ellos creyeron en aquel tiempo, y muchos también creerán hoy por medio de tu predicación.

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Habitó entre nosotros

Retomando ahora el pensamiento del apóstol Juan, vemos que Jesucristo tomó carne para sí con el fin de cumplir con su objetivo de redención para con la humanidad, para lo cual debió no solo tomar carne para sí, sino que además vivir un tiempo en este mundo. Esto último es lo que nos dice aquí el apóstol.

Hablando ahora de Juan, en retiradas ocasiones hemos dicho que él fue un testigo privilegiado, tanto de la vida como del ministerio de Jesucristo. Juan estuvo a su lado desde el inicio del mismo (Ver juan 1.35-42 y sus comentarios: Juan 1.35-39 y Juan 1.40-42). Esto explica por qué, para el final de este versículo, puede escribir: “vimos su gloria”.

Tal vez no sea necesario aclarar lo que sigue, pero como es tan importante lo haremos de todas formas. Cuando Juan dice que Jesús habitó entre ellos, es porque él tuvo la oportunidad de cohabitar con su Señor y de disfrutar de su presencia; por lo tanto, Juan no tuvo la necesidad de que alguien le contara la historia de Jesús, él mismo estuvo allí para observalo. Es por eso que al escribir su primera epístola puede decirnos:

Les anunciamos, pues, lo que hemos visto y oído, para que ustedes estén unidos con nosotros, como nosotros estamos unidos con Dios el Padre y con su Hijo Jesucristo.

1 Juan 1.3 – LBLA

Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió al Hijo para ser el Salvador del mundo.

1 Juan 4.14 – LBLA

Veamos ahora cómo recordaba a su maestro. De Él podía decir que era

Lleno de gracia y de verdad

Veamos ambas cosas por separado.

Jesús y la gracia

Deberíamos recordar en este punto la definición de “gracia”. Siempre se dice que la gracia es un favor inmerecido, algo que alguien más nos da sin que lo hayamos ganado. Gracia y Vida pone a tu disposición un estudio que nos trae una explicación no convencional sobre el significado de la gracia, si gustas puedes hacer clic en el enlace.

Ahora, sabiendo la definición, lo que debemos entender es que Jesús vino a instaurar un tiempo en el que la gracia sería el medio utilizado por Dios para relacionarse con el hombre.

Es a través de la gracia que podemos tener una relación directa con Dios, es por su gracia que envió a su Hijo a morir por nosotros y así mismo por ella que se nos aplican los beneficios que corresponden a su muerte y resurrección; y todo a través de una combinación entre la gracia y la fe en Jesucristo.

La gracia llegó al mundo de la mano de Cristo Jesús, y sin ella no hubiésemos podido llegar a ser aceptados, ni menos, adoptados por Dios. El inmenso amor del Padre ha sido demostrado a través de esa gracia, y la persona por quien nos fue dada es Jesucristo. Él era, y aún hoy es, la muestra viva de la gracia de Dios.

El apóstol, a través de todo su evangelio nos irá mostrando lo que ellos mismos (los discípulos) pudieron ver y experimentar, la gracia de Dios que habitaba en Jesús. Pero más allá del relato de Juan podemos ver también Efesios 2.4-5, 8-9; Romanos 3.23-14, 6.14; 2 Timoteo 1.9; Tito 2.11-12; Hebreos 4.16 y 1 Pedro 5.10, entre otros, como una muestra de lo que es la gracia y lo que implica para nuestras vidas.

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Jesús y la verdad

Ahora, aunque la gracia es maravillosa en sí misma, no es lo único que Juan recuerda de Jesús. Él también nos cuenta de la verdad que habitaba en su Señor. Para entender qué nos quiere expresar con esta palabra, debemos pensar en la manifestación auténtica de Dios a través de una persona.

Por siglos los griegos habían buceado en océanos de pensamientos y filosofías acerca de la verdad, pero ahora Juan les dice que la verdad se había hecho persona. Jesús no hablaba de, o mostraba una cierta verdad sobre alguna cosa en particular. Él mismo era la verdad completa y eterna de Dios que se acercaba al ser humano en la forma de un hombre.

En los versículos 4 y 9 Juan nos dice que Jesús es la verdadera Luz que alumbra a todo hombre. Jesús es la verdad de Dios que nos permite ver el camino hacia Dios (Ver el comentario de esos versículos en Juan 1.4 y en Juan 1.9-11). Es más, Él mismo dijo ser el camino, la verdad y la vida (Juan 14.6); ver también Juan 8.31-32 y Santiago 1.18.

Es por eso mismo es que Jesús se comportaba como quien poseía toda la verdad y al mismo tiempo, hablaba como si lo que tuviera que decir fuera la verdad absoluta. Por otro lado, los demás también lo veían como una persona que hablaba con total autoridad en contraste con los maestros del momento, los fariseos (Véase por ejemplo Mateo 7.29).

Evidentemente Jesús tenía la verdad en sí mismo y asimismo era la verdad de Dios. Esa verdad es la luz, que al ser recibida, da la el derecho a todo hombre de ser hijos de Dios (Juan 1.9-13). El testimonio de su Padre nos llama la atención en ese mismo sentido al decirnos: Éste es mi Hijo amado a él oíd (Ver Mateo 3.17; Marcos 9.7 o Lucas 9.35).

Reflexión

Cuántos de nosotros disfrutamos de la gracia de Dios por haber creído en la verdad del evangelio; asistimos a una iglesia y nos regocijamos en su presencia cada vez que le buscamos. Cuánto disfrute hay al experimentar el amor del Padre a través del Espíritu Santo, sin embargo eso no lo es todo para nuestras vidas.

El Padre pretende más de nosotros que solo vernos disfrutar de su gracia, habiéndonos revelado su verdad. Él espera que podamos transmitir esta verdad a quienes nos rodean, que podamos vivir en esta verdad y manifestar asimismo su gracia. Es menester de cada creyente poder dar el testimonio correcto y manifestar la presencia de Dios.

Llegó el momento, dijo Jesús, en que los verdaderos adoradores adoren en espíritu y en verdad (Juan 4.23). Adorar de tal manera es exactamente lo que acabamos de decir. Por lo que vivir como embajadores del reino de los cielos, es la tarea que cada uno de nosotros debe realizar. Eso es lo que espera el Señor de nosotros y a eso nos ha llamado. Por tanto:

No solo disfrutemos de su gracia y de su verdad, sino que también vivamos como personas dignas del llamamiento que hemos recibido (Efesios 4.1-3), cumpliendo con su voluntad en nuestras vidas.

Juan 1.14 – El Verbo se hizo carne y vimos su Gloria

Y vimos su gloria

Tal vez alguno pueda preguntar si en verdad Juan pudo ver la gloria de Jesús. Tal vez muchos pudiéramos responder que Jesús mostró su gloria al dar el ejemplo, al enseñar, al realizar milagros y demostraciones de poder, pero más allá de todas esas respuestas, que obviamente son muy válidas, hay un evento muy especial que podemos mencionar, el de la transfiguración.

En aquel evento glorioso registrado por los evangelios sinópticos (Mateo 17.1-13; Marcos 9.2-13; Lucas 9.18-36), entendemos que Jesús se mostró con “aquella gloria que tuvo con Dios antes que el mundo existiera” (Ver Juan 17.5). Eso mismo es lo que vieron los discípulos y quedaron atónitos, de tal manera que luego Jesús les pidió que a nadie dijeran lo que vieron.

Es por esta vivencia, pero también por las otras, como el estar presente cuando enseñaba, cuando obraba milagros, cuando desplegaba su amor y misericordia para con los necesitados y mucho más, que decimos que Juan fue un ser muy bienaventurado. Él pudo estar presente mientras Jesús nos dejó tales y tan maravillosas enseñanzas y ejemplos.

Reflexión

Es evidente que Juan pudo ver su gloria, pero también es natural que nosotros tengamos oportunidad de verla. Si verdaderamente eres hijo de Dios, con absoluta certeza sabes que Él sigue obrando en nuestras vidas, que su amor y su poder han realizado proezas en tu vida. Por lo tanto: ¡Tú también eres testigo de parte de su gloria!

Ahora, si no te puedes ver identificado al leer estas palabras, te pedimos por favor, no cierres tu corazón ni tus ojos al obrar de Dios en tu vida. Entrégale por completo tu vida y ve cómo Él obra cada día. Puedes ver su obrar tanto en los momentos buenos como en los más complicados, pero Él siempre estará a tu lado obrando a tu favor.

Sí que es verdad que habrán momentos de dolor y de silencio por parte de Dios, o mejor dicho, permitidos por Dios; los cuales serán solo una herramienta dispuesta por Él para que logremos crecer en nuestra madurez espiritual. Pero de ninguna manera se mantienen por mucho tiempo.

Él siempre estará a tu lado y cuando el tiempo pase, podrás decir como cualquiera de sus hijos, que Dios muestra su gloria, que se revela y que obra en tu vida. Eso es lo que Él sigue haciendo. No importa cuánto tiempo haya pasado desde aquellos sucesos o eventos que Juan pudo vivir, Dios sigue obrando ahora y lo seguirá haciendo en tu vida.

Gloria como del unigénito del Padre

Esta parte del texto nos habla del Hijo único que lleva el porte, la presencia y la autoridad del Padre. Jesús dijo: Yo y el Padre, uno somos (Juan 10.30). Evidentemente llevaba consigo la virtud del mismo. Ya hemos visto que Jesús es la imagen visible de Dios (Colosenses 1.15). También mencionamos la gloria que tuvo con el Padre antes de que el mundo existiera (Juan 17.5).

Por lo tanto diremos que la gloria que los discípulos vieron en Jesús es la que procedía del Padre y que al mismo tiempo habitaba en Jesús. Él estaba plenamente lleno del Padre (Juan 1.16) por tener su esencia y por provenir directamente de Él (Juan 7.29 y 16.27); por tanto ver a Jesús era como ver al mismo Padre y presenciar su Gloria (Juan 14.8-9).

Hasta aquí el comentario de este tan rico texto. Hemos hablado de muchas cosas y aún así, lamentablemente no hemos agotado todos los temas que el mismo trata; sea el Señor quien te llene de sabiduría y conocimiento, quien compense todas las carencias de este comentario y le hable profundamente a tu corazón. A Él sea la gloria por los siglos amén.

Te saludamos entonces esperando que Él te bendiga mucho.

Links hacia otros estudios del comentario de Juan

Nota sobre el texto citado

Todas las Citas Bíblicas identificadas con “LBLA” fueron tomadas con permiso de LBLA –http://www.lbla.com

Las identificadas como NVI, fueron tomadas de:

Escritura de la Santa Biblia, NEW INTERNATIONAL VERSION®, NIV® Copyright © 1973, 1978, 1984, 2011 por Biblica, Inc.® Usado con permiso. Todos los derechos reservados en todo el mundo.

Y las identificadas como DHH, fueron tomadas de:

Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.

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