Juan 3.31-34 – El que procede del cielo está sobre todos

Juan 3.31-34 – El que procede del cielo está sobre todos

Comentario Bíblico Devocional sobre el Evangelio de Juan

Bienvenidos a este estudio de la palabra de Dios. Hoy leeremos, analizaremos e intentaremos aplicar las enseñanzas de Juan 3.31-34 a nuestras vidas.

Introducción

Y hoy nos toca continuar con una parte de los últimos versículos del capítulo tres, los cuales hemos dividido para que el estudio de los mismos no se haga tan largo.

Lo que veremos hoy son las palabras de Juan en un contexto en el que se narra lo sucedido entre Juan el bautista y sus discípulos. Estos últimos habían ido a su maestro con las esperanzas de que éste tomara algún curso de acción, dado que Jesús (a través de sus discípulos) estaba bautizando a muchas más personas que ellos.

Sin embargo su maestro, lejos de hacer lo que aquellos esperaban, continuó mostrando a sus discípulos que Jesús era el Mesías, y que por lo tanto, Su ministerio debía crecer, mientras que el de ellos tenía que menguar (y fue así como sucedió, la siguiente mención de Juan el Bautista, la hallaremos en otros evangelios, y lo encontraremos ya encarcelado).

Lo que veremos en estos versículos es cómo el apóstol aprovecha las palabras del bautista para establecer una clara diferencia entre el Señor, quien procedía de arriba, y Juan el Bautista quien era terrenal.

A continuación te dejamos un índice para que puedas leer este estudio según lo creas conveniente, aunque si fuera posible, te recomendamos que lo hagas de inicio a fin, para que puedas comprender mejor cada detalle explicado en el estudio.

Juan 3.31-34 – El que procede del cielo está sobre todos

El texto

31 »El que procede de arriba está por encima de todos; el que es de la tierra, procede de la tierra y de la tierra habla. El que procede del cielo está sobre todos. 32 Lo que Él ha visto y oído, de eso da testimonio; y nadie recibe Su testimonio. 33 El que ha recibido Su testimonio ha certificado esto: que Dios es veraz. 34 Porque Aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, pues Él da el Espíritu sin medida.

Juan 3.31-34 – NBLA

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Comentario

Antes de comenzar con los versículos que nos tocan, consideramos apropiado decir que si bien los mismos prosiguen a las palabras de Juan el Bautista, es más que probable que no haya sido Él quien las haya pronunciado.

El apóstol Juan, en varias ocasiones coloca sus propias palabras en el texto, sin preocuparse por hacer aclaración alguna, que nos permita distinguir quienes hablan; de tal manera que en varios casos resulta difícil discernir si lo que leemos lo dijo alguien más (en este caso Juan el Bautista) o si lo que leemos lo está diciendo el escritor de este evangelio.

En este caso, al mirar las diferencias en el contenido, en las palabras utilizadas y en el objetivo del mensaje nos resulta más sencillo hacer dicha distinción en el texto, y por ende separar los versículos 22 al 30 (y decir que los mismos han sido dichos por el Bautista), de los versículos 31 al 36 (en donde entendemos que quien nos habla es el apóstol Juan).

También debemos aclarar que hay quienes consideran que estas palabras (de los versículos 31 al 36) son las del bautista, y por ende, no hacen la misma distinción que nosotros. Siendo así, creemos que lo mejor que podemos decir al respecto es que:

Más allá de quien tenga razón, lo importante es que estos versículos son parte del texto bíblico y por lo tanto están llenos de rico contenido espiritual para nuestras vidas, el cual debemos aprovechar. ¿Estás de acuerdo? Veamos entonces qué nos dicen estos textos.

31

El que procede de arriba está por encima de todos

Ya hemos notado que uno de los propósitos del apóstol Juan al escribir este evangelio, era hacer notar una clara distinción entre nuestro Señor Jesús y Juan el Bautista (este tema lo hemos manifestado en varias oportunidades al tratar distintos versículos, desde el mismo capítulo 1 y hasta este capítulo 3 – Ver por ejemplo el comentario de Juan 1.6-8).

En las ocasiones anteriores hemos dicho, entre otras cosas, que la doctrina de los seguidores de Juan el bautista seguía firme para el tiempo en que el apóstol escribió su Evangelio (100 d.C.), y por lo tanto, el apóstol quería poner en claro su papel secundario en comparación con el que desempeñó nuestro Salvador Jesucristo.

Las palabras y la enseñanza del Bautista a sus seguidores, quien se llamó a sí mismo “el amigo del novio”, le dieron oportunidad al apóstol, para decir que: “El que procede de arriba está por encima de todos”, y que por tanto, la autoridad de Jesucristo estaba por sobre la que había tenido el profeta Juan.

Jesús no solo provenía de arriba, de los cielos, como Él mismo había dicho (Juan 3.13; 6.38), sino que tenía una autoridad y una posición muy superior a la de Juan el Bautista en el reino de Dios; por eso es que está por encima de todos. En contraste con Jesús, Juan solo era una persona procedente de la tierra y por lo tanto el apóstol dice que:

El que es de la tierra, procede de la tierra y de la tierra habla

El entendimiento y el conocimiento de Juan no eran comparables al de Jesús, el primero solo podía hablar de cosas terrenas y enseñar lo que le había sido revelado por Dios en visiones o a través de alguna voz audible; pero a diferencia de él, Jesús podía hablar y enseñar cosas espirituales (además de las terrenales).

Veamos por ejemplo sus palabras a Nicodemo:

11 En verdad te digo que hablamos lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no reciben nuestro testimonio. 12 Si les he hablado de las cosas terrenales, y no creen, ¿Cómo creerán si les hablo de las celestiales? 13 Nadie ha subido al cielo, sino Aquel que bajó del cielo, es decir, el Hijo del Hombre que está en el cielo.

Juan 3.11-13 (puedes ver el comentario de Juan 3.11-13 en el link).

Por ende, era evidente el contraste entre ambos. El bautista les pedía a sus oyentes que se arrepientan de los pecados, los bautizaba, les decía que el reino de los cielos se había acercado, que él solo había venido a preparar el camino del Mesías, y también ayudaba a las personas a prepararse para entrar al Reino (ver por ejemplo Lucas 3.1-20).

Pero Jesús era quien describía al reino de los cielos, les hablaba de Su padre (Juan 5.17), del juicio de la humanidad (Juan 5.22), del hogar de su Padre (Juan 14.2), etc. etc. Y además, también les hablaba sobre Su deidad (algo que Juan jamás podría haber hecho), ver por ejemplo Juan 10.30, 38; 12.45; 14.7-10 y 16.15.

Por todo esto es que el apóstol Juan les aseguraba que:

El que procede del cielo está sobre todos

¿No acaso lógica su postura? A estas alturas el apóstol Juan ya había dejado todo más que planteado. Y por lo tanto, los seguidores del bautista, que accedieron a este evangelio, ya no podían seguir pensando que ambos eran profetas con la misma autoridad.

Y es más, con referencia a Jesús, el mismo bautista había dicho que no era digno de desatar las correas de su calzado (Juan 1.27) y que Él era el cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1.29), algo que nunca dijo de sí mismo.

Es más, Jesús decía de sí mismo algo que a Juan jamás se le hubiera ocurrido decir: “que todos debían honrarle tanto como honran al Padre”. Podemos ver esto en el siguiente texto:

Para que todos honren al Hijo así como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.

Juan 5.23 – NBLA

Por lo tanto, era hora de que los seguidores de Juan, y todos los que no lo habían hecho hasta el momento, entendieran lo que el Padre pretendía: Que todo el mundo reconozca a Jesús como el Salvador y Señor de sus vidas.

Por tanto, quienes leyeran este Evangelio estaban obligados a tomar una decisión. Una decisión que tú también deberías tomar. ¿Lo has hecho? ¿Has decidido tú por Cristo? ¿Lo tomarás por tu Señor y Salvador? Este es un buen momento para hacerlo.

Nos gustaría ahora poner a tu consideración un texto más, el cual también está en conformidad con la declaración de Juan y con las palabras de Jesús.

El apóstol Pablo (hablando sobre el poder de Dios) dijo:

20 Ese poder obró en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a Su diestra en los lugares celestiales, 21 muy por encima de todo principado, autoridad, poder, dominio y de todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo sino también en el venidero. 22 Y todo lo sometió bajo Sus pies, y a Él lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, 23 la cual es Su cuerpo, la plenitud de Aquel que lo llena todo en todo.

Efesios 1.20-23 – NBLA

Esto nos muestra que este concepto estaba más que claro para todos los apóstoles y para quienes estuvieron en la presencia de Jesús. Anhelamos que así también sea para cada uno de nosotros. ¿Lo es? Si lo es para ti, seguramente podrás decir con nosotros que:

Jesús es el Hijo de Dios y nadie más puede ponerse a la par de Él

A pesar de lo aquí expuesto, también sabemos que siguen habiendo, aún en el día de hoy, quienes pretenden llamarle “profeta”, y así lo toman, como si fuera otro profeta más de entre tantos… A los tales, que Dios les abra el entendimiento y les manifieste Su verdad.

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El escritor de este evangelio prosigue diciendo:

32

Lo que Él ha visto y oído, de eso da testimonio

Jesús hablaba sobre lo que había visto con sus propios ojos, y por ende no necesitó que nadie le revelara nada. Eso le permitía enseñar con mayor autoridad que cualquier otra persona. Además esta autoridad le había sido delegada por Su Padre cuando todavía estaba en los cielos y mientras estuvo en Su presencia (Ver Juan 1.18; 8.40; 15.15).

Recordemos que Jesús dijo:

19 «En verdad les digo que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo de igual manera. 20 Pues el Padre ama al Hijo, y le muestra todo lo que Él mismo hace; y obras mayores que estas le mostrará, para que ustedes se queden asombrados.

Juan 5.19-20 – NBLA

Por ende, todo lo que enseñó e hizo Jesús fue lo que vio y escuchó de Su Padre. Y eso debería haber sido suficiente para que todo el mundo pueda creer en sus palabras, pero sin embargo, Juan nos dice algo que nosotros también podemos observar en nuestro tiempo, que muchos rechazan a Dios y no le dan importancia al mensaje de salvación.

Juan lo expresó del siguiente modo:

Nadie recibe Su testimonio

¿Será que Juan estaba triste en ese momento? ¿Habrá habido frustración en su corazón por comunicar con tanto amor el evangelio y ver que no muchos lo aceptaban? Evidentemente la palabra “nadie” abarca a todos los que rechazaron el evangelio, pero gracias a Dios que no han sido todos (de ser así el evangelio no habría llegado a nosotros).

Volviendo a las palabras de Juan, notemos que ya en otro lado había escrito algo similar (hablando sobre Jesúcristo dijo):

10 Él estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de Él, y el mundo no lo conoció. 11 A lo Suyo vino, y los Suyos no lo recibieron.

Juan 1.10-11 – LBLA (Si quieres puedes ver el comentario de estos versículos en el siguiente link).

Lo peor de todo es que ya Juan había dado testimonio de Jesús, pero al venir luego el Cristo, no fue reconocido como tal por la mayor parte del pueblo, y menos por parte de quienes más deberían haber reconocido en Él al Mesías anunciado (nos referimos a los representantes de la religión judía).

Leamos sólo dos versículos que resumen el testimonio de Juan el Bautista:

33 Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: “Aquel sobre quien veas al Espíritu descender y posarse sobre Él, Este es el que bautiza en el Espíritu Santo”. 34 Y yo lo he visto y he dado testimonio de que Éste es el Hijo de Dios».

Juan 1.33-34 – NBLA

Es por esto mismo que Jesús les dijo a los representantes de la religión judía:

36 »Pero el testimonio que Yo tengo es mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha dado para llevar a cabo, las mismas obras que Yo hago, dan testimonio de Mí, de que el Padre me ha enviado. 37 El Padre que me envió, Él ha dado testimonio de Mí. Pero ustedes no han oído jamás Su voz ni han visto Su apariencia.

Juan 5.36-37 – NBLA

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Sin embargo, y a pesar de que fueron muchos los que siguieron por estos pasos de incredulidad, también hubieron otros que sí creyeron. Probablemente es de ellos que Juan dice:

33

El que ha recibido Su testimonio ha certificado esto: que Dios es veraz.

Juan 3.31-34 - El que procede del cielo está sobre todos
Juan 3.31-34 – El que procede del cielo está sobre todos

Testimonio de apóstoles y demás testigos

Los apóstoles y otros muchos testigos de la vida de Jesús recibieron Su testimonio y también ellos pudieron testificar sobre quién era Jesús. Para todos ellos Él era el cumplimiento de todas las promesas del Antiguo Testamento, era Emmanuel (Dios con nosotros) y la encarnación misma del amor del Padre.

Es esta certeza tan grande la que llevó a Juan y a otros muchos a salir por el mundo y testificar quién era su Señor. Es por eso que escribió tan hermosa introducción a su primera epístola, la cual no solo describía lo que él estaba haciendo, sino lo que tantos otros hacían en ese mismo tiempo: “Anunciar la verdad acerca del Verbo de Vida”. Leamos:

1 Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado y lo que han tocado nuestras manos, esto escribimos acerca del Verbo de vida. 2 Y la vida se manifestó. Nosotros la hemos visto, y damos testimonio y les anunciamos a ustedes la vida eterna que estaba con el Padre y se manifestó a nosotros. 3 Lo que hemos visto y oído les proclamamos también a ustedes.

1 Juan 1.1-3 – NBLA

Al ver a Jesús, su obra y sus enseñanzas, los apóstoles y demás testigos podían certificar que Dios había cumplido con todo lo prometido, y por lo tanto, que Dios es Veraz.

Testimonio del Padre

Pero no solo ellos habían recibido el testimonio de Jesucristo, sino también Su Padre. Es por eso que Jesús dijo:

31 »Si Yo solo doy testimonio de Mí mismo, Mi testimonio no es verdadero. 32 Otro es el que da testimonio de Mí, y Yo sé que el testimonio que da de Mí es verdadero. 34 Pero el testimonio que Yo recibo no es de hombre;

Juan 5.31, 32 y 34 – NBLA

Y también:

36 »Pero el testimonio que Yo tengo es mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha dado para llevar a cabo, las mismas obras que Yo hago, dan testimonio de Mí, de que el Padre me ha enviado. 37 El Padre que me envió, Él ha dado testimonio de Mí.

Juan 5.36-37 – NBLA

Por tanto, no solamente las personas que estuvieron a su lado, sino también el Padre que lo envió; todos aceptaron el testimonio de Jesús, y todos ellos a su vez dieron testimonio de Él (Podemos ver el testimonio del Padre en el bautismo de Jesús y en el evento de la transfiguración – Mateo 3.17 y Mateo 17.5 respectivamente).

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Veamos ahora lo siguiente:

34

Porque Aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, pues Él da el Espíritu sin medida.

En este versículo Juan nos dice que:

  • Jesús fue enviado por Dios,
  • Que Él habló las palabras de Dios,
  • Que lo hizo por tener al Espíritu sin medida
  • Y también, y muy naturalmente, menciona aquí al Espíritu Santo; mencionando en un sólo versículo a las tres personas de la Trinidad, algo que no es tan común en todo el texto bíblico.

Veamos muy rápidamente cada cosa (lo hacemos así por una cuestión de legibilidad, para que la publicación no resulte muy larga de leer).

A decir verdad, los dos primeros puntos son los más obvios, y por otro lado, ya hemos hablado sobre ellos aquí mismo, pero el tercero es que te invitamos a considerar ahora:

Jesús tuvo al Espíritu Santo sin medida

La presencia del Espíritu

Ya en muchas ocasiones hemos mencionado la comunión que hay entre los miembros de la Trinidad. Obviamente esto es muy diferente a lo que cualquiera de nosotros pudiera vivir y/o experimentar.

En cuanto a los seres humanos, la relación con el Espíritu tuvo un cambio fundamental después de Pentecostés (Hechos 2.1-13). En el Antiguo Testamento el Espíritu estaba por sobre las personas (salvo en pocas excepciones), pero luego de Pentecostés nosotros podemos experimentar la presencia del Espíritu Santo viviendo dentro nuestro.

Lo que Juan agrega en este texto es que Jesús mismo se valió de la ayuda del Espíritu Santo para poder hablar las palabras de Dios. Él ya nos había dicho que Jesús hablaba lo que había visto y oído, pero en este punto agrega algo que nos permite ver cómo se maneja la Trinidad al hacer las cosas.

Las palabras fueron del Padre, la ayuda necesaria vino del Espíritu, y quien transmitió el mensaje fue el Hijo. Los tres unidos por una misma causa, con un mismo mensaje, con el mismo propósito y amor. Los tres buscando juntos una misma cosa, que nosotros podamos conocer el camino al Padre y que obtengamos la vida eterna que Él nos tiene preparada.

La ayuda del Espíritu

A diferencia de lo que cualquier persona hubiera podido vivir en otro tiempo, Jesús no recibió una porción o una parte del Espíritu Santo (¿Recuerdas el texto de 2 Reyes 2.9 donde Eliseo le pedía una doble porción del Espíritu a Elías?).

En este caso de ninguna manera fue así, Jesús tenía toda la ayuda, toda la presencia y todo el poder del Espíritu Santo a Su disposición. El mismo estaba con, para y por Jesús en cada momento de Su ministerio.

Esto es lo que entendemos sobre lo que Juan nos dice en este versículo ¿Estás de acuerdo con nosotros?

Ahora, si pensamos en nuestra situación, tampoco nosotros tenemos al Espíritu por porciones, ¿Cierto?

Y al mismo tiempo, también nosotros somos enviados por Dios para anunciar las buenas nuevas, por tanto, al igual que Jesús, nosotros somos ayudados por el Espíritu para cumplir con lo que nos ha sido encomendado.

Es por esto último que no tenemos excusa a la hora de anunciar el evangelio. Tenemos el llamado de Dios, la orden de Jesús y la ayuda del Espíritu Santo. ¿Estás teniendo todo esto en cuenta? Esperamos que así sea.

La Trinidad

Este es un tema muy difícil de tratar, hay muchas consideraciones que hacer y muchas cosas a tener en cuenta para hablar sobre este tema; y aún así, cuando todos los argumentos son presentados, y cuando todo ha sido explicado, al final todo depende de la fe que tengas, porque en lo que respecta al entendimiento, es algo que excede cualquiera de nuestras mentes.

Dicho esto, quisiéramos que puedas notar que Juan nombra a las tres personas de la Trinidad en un solo texto, dando a entender que las tres personas obran al mismo tiempo y con el mismo objetivo, que cada una tiene su tarea y que cada una hace su parte en comunión con las otras.

Si bien Gracia y Vida no tiene ninguna sección que hable sobre Teología (y no sabemos si algún día la tendremos), hemos tratado muy brevemente el tema de la Trinidad, en relación con la salvación, en otro estudio (Si te interesa leer un poco sobre este tema te dejamos un link al estudio de 1 Pedro, en donde se ve muy brevemente: El papel de cada persona de la Trinidad en el plan de salvación).

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Algunas reflexiones sobre estos textos

Antes de terminar con esta publicación nos gustaría poner a tu disposición algunas reflexiones sobre lo que hemos leído para ver cómo incorporamos este texto a nuestras propias vidas, así que si estás de acuerdo, te invitamos a leer:

Nuestro propio testimonio acerca de jesús

El versículo 32 nos dice: “Lo que Él ha visto y oído, de eso da testimonio; y nadie recibe Su testimonio”. A diferencia de Jesús quien vio por sí mismo cosas espirituales en los cielos, y de los apóstoles y testigos que vieron con sus propios ojos a Jesús, nosotros solo hemos visto a Dios obrar mediante los ojos de la fe.

Sin embargo eso no quita que podamos dar testimonio de lo que Él hace cada día en nuestras vidas. A pesar de que no le veamos, sabemos que Él obra y hemos visto los resultados de Su intervención en nuestras propias vidas. ¿No es cierto? ¿Has podido hacerlo?

Es interesante leer el siguiente texto del apóstol Juan:

El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo. El que no cree a Dios, ha hecho a Dios mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado respecto a Su Hijo.

1 Juan 5.10 – NBLA

¿Qué significa tener el testimonio en nosotros mismos? Tal vez tenga múltiples significados, pero creemos que los más importantes son: “tener al Espíritu Santo en nuestras vidas”, y al mismo tiempo, “haber experimentado el obrar de Dios en nuestras vidas”.

Entonces, dado que ya tenemos el testimonio en nosotros, lo único que nos falta es poder dar ese testimonio a otros. Esto es lo que Dios espera de nuestras vidas y para eso fuimos llamados (1 Pedro 2.9). Es tiempo de ser parte en la extensión del Reino. ¿Estás de acuerdo? ¡Entonces, manos a la obra!

La ayuda del Espíritu Santo

Hay muchas cosas más para aplicar a nuestras vidas, pero decidimos tocar este como el último tema de este comentario por una cuestión de acortar el volumen de texto (tememos que si hacemos muy largos los estudios, resulten pesados para los lectores y eso hace que muchas veces acortemos y resumamos mucho. Dios nos de Su sabiduría en este sentido).

El versículo 34 dice que Dios da el Espíritu Santo sin medida a aquel a quien Dios ha enviado. Obviamente está hablando de Su Hijo Jesucristo, pero también es cierto que nosotros tenemos el Espíritu Santo y que podemos beneficiarnos de su ayuda, de su fortaleza, de su guía, de su intercesión y de tantas otras cosas.

El Espíritu Santo verdaderamente hace muchas cosas en nuestras vidas y está presente en todo tiempo. Esto debería llevarnos a considerar que Dios no nos ha dejado solos con nuestro llamado, que nos ha dado la ayuda necesaria. El parákletos (una de las funciones del Espíritu Santo) es aquel que está siempre a nuestro lado para ayudarnos.

Eso debería darnos el incentivo necesario como para poder vivir nuestras vidas como el Padre nos ha pedido, y para cumplir con nuestros ministerios como Él nos lo demanda. Jesús nos dice que se espera de nosotros que demos mucho fruto (ver por favor Juan 15.1-10).

Él ya hizo todo lo necesario como para que podamos, y además, el Espíritu nos ha sido dado sin medida. Por tanto, tomemos Su ayuda y hagamos lo que se nos ha encomendado. ¿Estás de acuerdo? ¿Lo estás haciendo? Esperamos que así sea.

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Fin del comentario

Hasta aquí hemos visto estos versículos tan ricos para nosotros. Hemos compartido todo lo que creímos más importante, pero seguro han quedado muchos temas por tratar. Esperamos que a pesar de las carencias de este comentario, Dios te haya hablado especialmente con estos textos y que el Espíritu Santo te conduzca a toda verdad.

Continuaremos con los versículos que siguen en los próximos comentarios. Esperamos te comuniques con nosotros para contarnos si nuestro trabajo ha sido de ayuda para ti y si ha sido de fácil lectura. Por otro lado, si te han quedado dudas, esperamos poder ayudarte hasta donde el Señor nos de entendimiento. Puedes escribirnos a través de los comentarios de Facebook o en la caja de comentarios. ¡Dios te bendiga mucho!

Te dejamos algunos otros links que pudieran servirte para poder estudiar este precioso Evangelio:

Nota

Todas las Citas Bíblicas fueron tomadas con permiso de de la Nueva Biblia de las Américas (NBLA) © 2005 by The Lockman Foundation.

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