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Versículo Clave: Efesios 2.19
Así pues, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino que son conciudadanos de los santos y son de la familia de Dios.
Contexto Bíblico: Efesios 2.11-22
11 Por tanto, recuerden que en otro tiempo, ustedes los gentiles en la carne, que son llamados «Incircuncisión» por la tal llamada «Circuncisión», hecha en la carne por manos humanas, 12 recuerden que en ese tiempo ustedes estaban separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a los pactos de la promesa, sin tener esperanza y sin Dios en el mundo. 13 Pero ahora en Cristo Jesús, ustedes, que en otro tiempo estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo.
14 Porque Él mismo es nuestra paz, y de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 15 poniendo fin a la enemistad en Su carne, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en Él mismo de los dos un nuevo hombre, estableciendo así la paz, 16 y para reconciliar con Dios a los dos en un cuerpo por medio de la cruz, habiendo dado muerte en ella a la enemistad.
17 Y vino y anunció paz a ustedes que estaban lejos, y paz a los que estaban cerca. 18 Porque por medio de Cristo los unos y los otros tenemos nuestra entrada al Padre en un mismo Espíritu.
19 Así pues, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino que son conciudadanos de los santos y son de la familia de Dios. 20 Están edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular, 21 en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor. 22 En Cristo también ustedes son juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.
Estudio Bíblico Devocional – Reflexión – Explicación: “Efesios 2.19: No somos extraños ni extranjeros”
A pesar de escribir a personas que no eran provenientes del judaísmo, el apóstol Pablo hace un contraste entre aquellos que eran prosélitos de la religión judía y los cristianos.
Los judíos recorrían cielo y tierra para hacer prosélitos (Mateo 23.15), y los que se convertían a su religión, debían hacer varias cosas para poder ser aceptados.
Tenían que bautizarse, aceptar y aprender las reglas, el tipo de alimentación, las leyes y ordenanzas y, si eran varones, debían circuncidarse.
Pero, aún haciendo todo esto, no se los consideraba parte del mismo pueblo. Y por ende, siempre eran “cómo de segunda categoría”, pues no eran descendientes de Abraham.
Y por otro lado, tampoco podían adorar juntos a Dios, ya que no les era posible ingresar a los mismos lugares en el Templo. Los prosélitos sólo podían acceder al atrio de los gentiles.
Ahora, en Cristo, todo eso ya no tiene lugar ni sentido.
Nadie es de segunda clase. No importa la procedencia de las personas y, ni siquiera, a qué género pertenecen.
¿Sabías que en el Templo judío, además del atrio de los gentiles, había un atrio para las mujeres y uno en donde sólo podían entrar varones judíos?
Cristo ha derivado todo tipo de barreras, por eso es que Pablo puede decirles a los receptores de su carta:
“Así pues, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino que son conciudadanos de los santos y son de la familia de Dios“.
Todos somos parte de un mismo cuerpo, todos conformamos la iglesia de Cristo, y no hay lugares especiales ni categorías.
Todos somos conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios.
¡Eso es lo que somos!
Cristo ha traído una enorme multitud de bendiciones para los creyentes, y en especial, sería bueno resaltar la de pertenecer a una misma familia.
Tal vez aquí en la tierra no todos tuvimos la mejor familia, tal vez nuestros padres, hermanos, abuelos, tíos, o las personas que nos criaron, no se ocuparon lo suficiente de nosotros.
Pero tu Padre Celestial siempre sabrá lo que necesitas, siempre estará en ti, a través del Espíritu Santo, siempre te amará, y siempre te aceptará y te ayudará en todo.
Su amor por ti es más grande de lo que pudieras imaginar. Es por eso que hoy, por gracia de Dios, ¡tienes una hermosa familia!
La cual, desde la parte de Dios, es preciosa y perfecta; ahora, desde la parte de tus hermanos, bueno, tenemos nuestros defectos, pero, con la ayuda de Dios, deberemos ir mejorando.
Pero a pesar de los posibles defectos, ya no estás sola, ya no estás solo. Ahora tienes una familia en la cual puedes apoyarte, que te ama y que estará contigo siempre.
Eso es la iglesia, una enorme familia en la que Dios va actuando, y a través de la cual Dios bendice a Sus hijos.
Y esto es, por un lado, un regalo de Dios, y por el otro, una responsabilidad para cada uno de nosotros.
Es menester que podamos comportarnos como hermanos amorosos, reflejando el amor del Padre.
Es necesario ocuparnos de nuestros hermanos más pequeños, ayudándolos a caminar por fe en un mundo que no es fácil.
¿Nos comportamos como hermanos maduros, que ayudan, guían y sostienen a los más pequeños?
Nunca olvidemos que esa también es nuestra responsabilidad. No erremos al pensar que solamente es responsabilidad de las autoridades de la iglesia.
¡No, de ninguna manera! Todos somos guardas de nuestros hermanos. Y Dios espera eso de nosotros.
Para terminar, recordemos que al decir que somos conciudadanos de los santos, Pablo nos está diciendo que todos nosotros ya tenemos la ciudadanía celestial.
Y que ahora mismo no estemos allí, es solo una cuestión de tiempo.
Esto es algo parecido a lo que les sucede a las personas que tienen doble ciudadanía; sin importar en donde vivan de momento, ellos tienen acceso libre a cualquiera de los países de los cuales son ciudadanos.
Nosotros ya tenemos la entrada garantizada al cielo. Dios nos la regaló, y es por eso que ya somos “conciudadanos de los santos”.
Es nuestro deseo: Que podamos ver todo lo que Dios nos ha regalado y que seamos agradecidos.
Que Él nos hable y nos ayude a comprender lo que espera de nosotros.
Que logremos la madurez y el amor necesarios, como para poder cuidar de nuestra familia espiritual, la iglesia.
¡Oremos al Señor por todo esto! ¿Estás de acuerdo?
Oración
Padre celestial, gracias te damos por regalarnos la posibilidad de ser parte de tu familia.
Y también, gracias te damos, porque ya no somos extraños ni extranjeros ante tus ojos, sino que nos has regalado la entrada al Reino de los cielos.
Te adoramos Padre y te alabamos. Nos sentimos agradecidos y en deuda, esperamos que nos sigas bendiciendo y ayudando para que podamos ser siervos útiles para tu Reino.
Nos entregamos a ti, oramos en el nombre de Cristo Jesús, amén.
Links
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Comentarios bíblicos devocionales
Que son explicaciones y estudios exegéticos del texto de distintos libros de la Biblia, pero con una mirada más devocional que técnica.
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Estamos a tu disposición hasta donde nos sea posible, esperamos poder ser útiles para tu vida espiritual. ¡Dios te bendiga en todo!
Notas
- Las citas bíblicas fueron tomadas con permiso de la Nueva Biblia de las Américas (NBLA) © 2005 byThe Lockman Foundation.
- La imagen de portada corresponde a un trabajo de Gracia y Vida, utilizando una imagen de Digital Buggu.