Simón de Cirene

Reflexión Bíblica – Meditación Cristiana – Devocional Diario: Simón de Cirene

¿Te sentiste alguna vez obligado a colaborar en algo en lo que no pensaste ni te imaginaste?

Si lo hiciste, tal vez coincides conmigo que en un primer momento la sensación de obligación no gusta ni motiva. ¿Cierto?

El sentimiento de estar en algo que no habíamos considerado no solo que no nos anima, sino que, hasta a veces, nos pone de un humor un poco raro…

¿Te ha sucedido?

¿Que habrá sentido Simón de Cirene? Lo cierto es que él no podía negarse, eso era obvio, lo hacía o moría, así que decidió seguir con vida. No tenía opción…

Sin embargo, más allá del fastidio inicial, de la incomodidad de tener que dejar todo lo planeado para hacer algo que ni se había imaginado, y de la incomodidad y del cansancio de llevar la cruz de alguien desconocido, Simón de Cirene hizo algo que lo marcó y que permanece en la memoria de cada cristiano, aún hoy en día y después de tanto tiempo.

Simón de Cirene llevó nada menos que la cruz del Salvador del mundo, nuestro Señor Jesucristo.

Algo grande e impensado, pero que fue más que trascendente, ya que aún hoy podemos leerlo en la mismísima palabra de Dios.

¿Cuántos de nosotros hubiéramos querido tener ese privilegio?

Ahora, llevando su situación a nuestras propias vidas. A veces sucede que nos vemos envueltos en algo que no queremos.

Pero al final, cuando aceptamos la tarea, cuando el gozo del Señor llena nuestras almas, ¡Qué regocijo enorme!

Al final, todo valió la pena, pero muchas veces, solo nos damos cuenta de eso al final, cuando ya todo terminó.

El hecho de servir a Dios, la sensación de haber participado de algo que le dio Gloria a Su nombre, la comunión y la alegría que queda entre los hermanos que trabajaron, todo eso nos termina afirmando que fue una buena decisión la que tomamos.

Y aunque al principio nos sentimos un poco incómodos y obligados, al final el gozo del Señor lo llena todo.

¿Te sucedió? ¿Has vivido una experiencia similar?

Cuando te suceda, no te resistas. Trabaja y comparte la labor con alegría, el gozo del Señor te espera para llenar por completo tu alma.

Sirve al Señor con alegría, nunca sabes cuál será el resultado. La salvación de muchos, la alegría de tantos, la comida del necesitado.

Dios sabe a qué te llama. Así que por favor: No rehuses el llamado. No sabes en qué redundará tu labor.

Y si hoy mismo te está sucediendo. ¿A qué te está llamando el Señor? ¿Qué tal si aceptas Su llamado?

¡El gozo del Señor espera para llenar tu alma!