La presente es solo una parte de nuestro Comentario Bíblico Devocional del Evangelio de Juan, en este caso estudiaremos Juan 5.22 – Jesús juzgará a la humanidad.
En publicaciones anteriores ya hemos visto el contexto de este versículo, junto con muchas enseñanzas y revelaciones de parte de Jesús a los líderes judíos de su época.
En nuestro estudio de hoy continuaremos con nuestro análisis del mensaje de Juan, capítulo 5, en donde veremos que el Padre le encomendó a Jesús el juicio de la humanidad.
Te invitamos a continuar leyendo la publicación, pero antes, si te es posible, te animamos a orar y a buscar la ayuda del Espíritu Santo, para que sea Él quien te hablé, más allá de lo que leas en este estudio de la Biblia.
Índice
Nota: Este índice es para que puedas navegar por el estudio a voluntad, sin embargo, nuestra recomendación es que lo leas de corrido para poder comprender mucho mejor cada parte del Análisis del Texto Bíblico.
Texto bíblico: Juan 5.22
Porque ni aun el Padre juzga a nadie, sino que todo juicio se lo ha confiado al Hijo.
Introducción
Como ya dijimos, esta publicación es la continuación de un estudio que abarca todo el Evangelio de Juan, lo hemos dividido y publicado en distintas partes, a fin de que podamos estudiar y analizar con mayor detenimiento cada enseñanza, y para que podamos aplicar cada una de ellas a nuestras vidas.
A lo largo de este este capítulo hemos visto:
- Una poderosa sanidad, la del paralítico de Betesda.
- Distintos eventos, encuentros y conversaciones que sucedieron a raíz de la misma.
- Muchas enseñanzas y revelaciones de parte de Jesús.
El milagro de la sanidad del paralítico de Betsaida (o Betesda o Betzatá) fue el inicio de un relato, por parte del apóstol Juan, quien nos va llevando de revelación en revelación sobre la persona de Jesús.
Él va uniendo, según nuestro criterio, varias enseñanzas brindadas en distintos encuentros, y nos las presenta todas juntas detrás de este maravilloso acontecimiento. Gracias a ellas, entre otros cosas, hemos aprendido lo siguiente sobre Jesús:
- Que es el Hijo de Dios, y que Él se declaró igual a Dios frente a los hombres.
- Que todo lo que hizo estuvo en conformidad con la voluntad de su Padre, dado que Él lo amaba y le enseñaba todas las cosas.
- Y que tiene el poder, y le fue concedida toda autoridad, para levantar a los muertos y dar vida a la humanidad.
Recordemos por un momento que el Evangelio de Juan fue escrito originalmente para una iglesia de conformación mayoritaria griega, para el año 100 d.C. Para ese entonces muchas de las doctrinas cristianas todavía no se habían establecido, y por tanto, Juan le está enseñando a su iglesia quién era verdaderamente aquel en quien creían sin haber visto.
El énfasis del este Evangelio está puesto en demostrar que Jesús es Dios, y lo que veremos es otra de las enseñanzas claves para entender quién es Jesús y que hará en su segunda venida. En este caso hablaremos sobre el juicio a la humanidad y, sobre aquel que ha sido designado como juez de la misma, Jesucristo.
Comentario
Nuestro texto comienza diciendo: “Porque ni aun el Padre juzga a nadie”. Esta es la continuación de una argumentación de Jesús, la cual hemos comenzado a ver en los versículos anteriores (Si gustas puedes ver las publicaciones previas).
Los líderes judíos, muy preocupados por el hecho de que Él había quebrantado la ley del sábado, al sanar al paralítico de Betesda, lo habían venido a confrontar; y lo que hemos estado viendo, en el contexto previo, es Su respuesta a estas personas.
Entre otras cosas, y más allá de las revelaciones ya hechas, Él les había dicho que verían obras mucho mayores que la sanidad del hombre paralítico (V 20), y a partir de ahí les habló de por lo menos dos grandes verdades a saber:
La primera, la cual fue tratada en la publicación anterior, que Él tenía poder y autoridad por sobre la vida y por sobre la muerte; y la segunda, que es la que veremos hoy, su designación y autoridad para juzgar a las humanidad.
Te invitamos a ver este versículo por partes. Pero primeramente, si te es posible, te aconsejamos leer todo el capítulo para tener una idea global de todo el contexto, esto te ayudará a comprender aún mejor el texto Bíblico tratado en este estudio.
La primera parte del texto a analizar es:
Ni aun el Padre juzga a nadie
Esta es una afirmación que muy posiblemente les costaría mucho entender a los interlocutores de Jesús (los líderes judíos). Esto es porque la misma contradecía el pensamiento de todos ellos.
Cabe destacar aquí, que ellos no tenían ninguna noción sobre la existencia de la Trinidad, y que a su vez, su teología les decía que el juez de la humanidad era Jehová/Yahvéh, es decir, aquel a quien consideraban su Padre espiritual.
Es por esto último que cuando Jesús hablaba del Padre, ellos de inmediato interpretaban que se estaba refiriendo a Dios. Veamos por un momento unos pocos versículos que afirman que Dios es el juez de la humanidad:
Éxodo 20.5-6
5 (…) Porque Yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6 y muestro misericordia a millares, a los que me aman y guardan Mis mandamientos.
Isaías 26.9
En la noche te desea mi alma,
En verdad mi espíritu dentro de mí te busca con diligencia.
Porque cuando la tierra tiene conocimiento de Tus juicios,
Aprenden justicia los habitantes del mundo.
Jeremías 17.10
Yo, el Señor, escudriño el corazón,
Pruebo los pensamientos,
Para dar a cada uno según sus caminos, según el fruto de sus obras.
Jeremías 32.19
Él es grande en consejo y poderoso en obras, cuyos ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar a cada uno conforme a sus caminos y conforme al fruto de sus obras.
Es por esto que los judíos estaban absolutamente seguros de que Dios juzgaba a las personas por sus obras, lo cual era más que claro en el texto bíblico. Pero entonces, cuando Jesús les dijo algo tan distinto, ellos no hicieron más que oponerse a sus enseñanzas.
Es más, esta aseveración de Jesucristo: “Ni aún el Padre juzga a nadie”, era tan ofensiva como las anteriores, en las que Él se igualaba al Padre (V17) y además, decía tener poder sobre la vida y la muerte (V21), algo que sólo le correspondía a Dios.
Lógicamente entonces, este tipo de afirmaciones no fueron bien tomadas por los religiosos, y terminó por alejar a muchos de ellos, como así también a quienes, de entre el pueblo, no podían creer que Jesús fuera el Mesías enviado por Dios.
Habiendo comprendido todo esto desde la perspectiva judía, si ya era imposible que Dios no juzgue a las personas, todavía menos lógica sería la siguiente declaración:
Todo juicio se lo ha confiado al Hijo
Como vemos, Jesús les expresa la siguiente verdad: El Padre le ha confiado al Hijo el juicio de toda la humanidad, y por tanto, ya no será el Padre quien juzgue, sino que lo hará el Hijo.
Si lo anterior era inverosímil para ellos, lo expresado aquí era aún más complejo, y casi imposible de entender dado que, en el Antiguo Testamento, no se había develado claramente la existencia de un juicio en el que toda la creación comparecería ante su creador.
Para comprender mejor la situación, veamos por un momento:
La visión de la justicia divina en el Antiguo Testamento
Ya dijimos que, en la concepción judía, Dios era el juez de toda la tierra. Lo que agregamos ahora es que su cosmovisión, sobre el obrar de Dios, los hacía pensar en que Su juicio era algo que se experimentaba en esta vida.
Así, al considerar sus acciones frente a la mirada de Dios, ellos pensaban en bendiciones o en castigos, siempre en la esfera de esta Tierra, pero de ninguna manera que los mismos tendrían consecuencias en una vida después de esta vida, es decir, consecuencias eternas.
Es más, los saduceos, quienes componían una secta muy poderosa entre los judíos, pensaban que nuestras almas tienen una duración finita (un concepto que podemos hallar incluso hoy en nuestra sociedad).
Quienes así pensaban, bien podían apoyarse en textos que parecerían hablar de la muerte como el fin de todas las cosas. Por tanto, según su pensamiento, los pecados y las buenas obras tenían consecuencias únicamente terrenales. Leamos solo un texto a manera de ejemplo:
Eclesiastés 9.5
Porque los que viven saben que han de morir,
Pero los muertos no saben nada,
Ni tienen ya ninguna recompensa,
Porque su recuerdo está olvidado.
Para esta escuela de pensamiento, la resurrección de los muertos no era algo cierto ni posible (ver Lucas 20.27-38), y por tanto para los tales, lo que planteaba Jesús (en su mensaje general más allá de este texto) sobre un juicio del alma con consecuencias eternas, era algo ilógico e inverosímil.
En contraste con este tipo de pensamiento estaban quienes sí creían en la resurrección y en la vida eterna, basados en textos como los que siguen:
Salmo 139.23-24
23 Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis inquietudes.
24 Y ve si hay en mí camino malo,
Y guíame en el camino eterno.
Daniel 12.2
Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el desprecio eterno.
Por lo visto muy brevemente hasta aquí, la teología judía se dividía por lo menos en dos grupos, los que no creían en la inmortalidad del alma y en la resurrección de los muertos, y los que sí, como era el caso de los fariseos, los cuales conformaban un grupo mucho más grande, ya que por cierto, su teología era la que regía el pensamiento del pueblo.
Ahora, en lo que seguramente estarían de acuerdo ambos grupos era que el juicio divino era de carácter terrenal, y que lo realizaba el mismo Jehová/Yahvé. Por lo tanto, la idea presentada por Jesús sobre un juicio que definiría la eternidad, y que además había sido delegado en Él, era algo inaudito que los religiosos no estaban dispuestos a aceptar.
De todas maneras, y más allá de esto, dentro de esta última teología había otra cuestión a tener en cuenta, que era el destino final de las almas. Ellos entendían que habían dos lugares posibles para pasar la eternidad, el seno de Abraham para los que tomaban a Yahvéh como su Dios, y el Abismo para quienes vivían impíamente (Ver Lucas 16.19-31).
Por todo lo dicho, ahora podemos comprender un poco mejor por qué lo enseñado por Jesús no era bien recibido por los religiosos de su tiempo, ni comprendido cabalmente por muchos del pueblo. Lo que terminaba por generar enojo y descreimiento en muchos, y en otros tantos el deseo de asesinar a quien, desde su propia perspectiva, blasfemaba contra Dios.
Para resumir
El pueblo tenía una decisión difícil que tomar, ¿le creería al profeta odiado por sus maestros, o seguiría sus tradiciones y creencias como lo había venido haciendo hasta el momento?
Los maestros, por su parte, ¿abrirían sus ojos para ver las señales que provenían de Jesús, o en su lugar, buscarían conservar la seguridad, el estatus social y la comodidad de continuar siendo vistos como autoridades morales y religiosas?
Jesús, la luz del mundo (Juan 1.9; 8.12) había venido a iluminar sus mentes y corazones. Pero todos tenían una decisión que tomar. Entre ellos, quienes abrazaran la fe entrarían al Reino de los cielos; los que no, serían condenados por las mismas palabras que estaban rechazando (Juan 12.44-48).
Jesús claramente se presentaba frente a ellos como el juez de la humanidad, quien en esta ocasión no había venido a juzgar sino a salvar, pero que en su próxima venida juzgaría al mundo (Mateo 5.31-33; Hechos 17.31). Esta era una verdad que debían incorporar. Y la decisión estaba en ellos.
Ahora, haciendo una mirada más abarcativa, con nosotros la situación no es muy distinta. Tenemos la posibilidad de ser salvos por Jesús, pero… ¿Qué decisión tomaremos? ¿Creeremos y obedeceremos a quien habrá de juzgar a los vivos y a los muertos, o lo rechazaremos afrontando las consecuencias? ¿Qué harás tú?
Te invitamos a considerar muy brevemente lo que enseña el Nuevo Testamento en su conjunto sobre el juicio a la humanidad.
La visión de justicia divina en el Nuevo Testamento
Con la llegada de Jesús y con la obra del Espíritu Santo llevando a la Iglesia a toda verdad (Juan 16.13), la concepción sobre la justicia divina ha cambiado para todos los que creemos en Él.
Jesús enseñó sobre este tema en distintas oportunidades. En primer lugar te invitamos a considerar en lo siguiente: Habrá un día específico en el que se juzgarán los pecados de la humanidad, a este día se lo ha llamado: “El día del Juicio”. Esto lo podemos ver, por ejemplo, en
Mateo 12.36
36 Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.
¿Cuándo llegará ese día? Ese día vendrá “cuando el Hijo del Hombre venga en Su gloria”. Leamos nuevamente el libro de Mateo:
Mateo 25.31-34, 41 y 46
31 »Pero cuando el Hijo del Hombre venga en Su gloria, y todos los ángeles con Él, entonces Él se sentará en el trono de Su gloria; 32 y serán reunidas delante de Él todas las naciones; y separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos.
33 Y pondrá las ovejas a Su derecha y los cabritos a la izquierda. 34 »Entonces el Rey dirá a los de Su derecha: “Vengan, benditos de Mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo.
41 »Entonces dirá también a los de Su izquierda: “Apártense de Mí, malditos, al fuego eterno que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles.
46 Estos irán al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna».
¿Quiénes son las ovejas y quiénes los cabritos? Claramente Jesús se refiere a quienes ponen su fe en Él y quienes no. Ahora, ¿Puedes ver el destino de unos y de otros? Veamos un texto más:
Mateo 13.40-43
40 Por tanto, así como la cizaña se recoge y se quema en el fuego, de la misma manera será en el fin del mundo.
41 »El Hijo del Hombre enviará a Sus ángeles, y recogerán de Su reino a todos los que son piedra de tropiezo y a los que hacen iniquidad; 42 y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes. 43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos, que oiga.
Más allá de los Evangelios, también las epístolas y demás escritos neotestamentarios nos van agregando detalles y dejando una idea mucho más clara sobre este tema. Uno de los versículos que señalan con mayor claridad y precisión la realidad del juicio de Dios es el siguiente:
Hebreos 9.27
Y así como está decretado que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio.
A esto Pablo le agrega:
2 Corintios 5.10
Porque todos nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno sea recompensado por sus hechos estando en el cuerpo, de acuerdo con lo que hizo, sea bueno o sea malo.
Como ya leímos, es posible distinguir entre los que aman a Dios y los que no, pero además, es posible interpretar que habrá dos tipos o clases de juicio muy diferentes, uno para los hijos de Dios y otro para los que nunca le reconocieron como tal. Siendo así, los hijos de Dios estarán en un juicio, y los que no estarán en otro muy distinto.
Sobre quienes no pusieron su fe en Dios, el apóstol Pedro dice:
1 Pedro 4.5
Pero ellos darán cuenta a Aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos. [Pablo habla aquí de quienes no conocen a Cristo, diciéndo que Él los juzgará].
2 Pedro 2.9
El Señor, pues, sabe rescatar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos bajo castigo para el día del juicio.
Entonces, este segundo tipo de juicio es para juzgar a la humanidad por sus pecados, pero los cristianos no estaremos presentes en él porque:
Juan 3.18
El que cree en Él no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
Romanos 8.1-2
Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu. 2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.
Lo que sí es cierto es que, ya sea que seamos cristianos o no
Romanos 14.10
10 (…) todos compareceremos ante el tribunal de Dios.
Este último texto está dirigido a los creyentes. Veamos ahora de qué se tratará ese otro juicio en el que participaremos los hijos de Dios. La Biblia afirma que será un juicio en el que el Señor recompensará a quienes le sirven por sus obras, es decir, por los frutos que han tenido:
1 Corintios 3.12-15
12 (…) si sobre este fundamento alguien edifica con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, 13 la obra de cada uno se hará evidente; porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada. El fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno.
14 Si permanece la obra de alguien que ha edificado sobre el fundamento, recibirá recompensa. 15 Si la obra de alguien es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque así como a través del fuego.
Pablo claramente está esperanzado y confiado en que así será, y por lo tanto escribe:
2 Timoteo 4.8
8 En el futuro me está reservada la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me entregará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman Su venida
Recordemos también la parábola de los talentos de Mateo 25.14-30.
Lógicamente hay muchísimos versículos más que tratan sobre este tema, pero solo te dejaremos dos más para no alargar más esta publicación. Los mismos se encuentran en Apocalipsis, y el primero de ellos nos muestra que los que han muerto por Su causa claman a Él por el juicio:
Apocalipsis 6.9-10
9 Cuando el Cordero abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos a causa de la palabra de Dios y del testimonio que habían mantenido. 10 Clamaban a gran voz: «¿Hasta cuándo, oh Señor santo y verdadero, esperarás para juzgar y vengar nuestra sangre de los que moran en la tierra?».
Veamos ahora que hay un libro llamado “Libro de la Vida” en el cual cada creyente verdadero está anotado. Notemos también que tanto muertos como vivos serán juzgados, y que un libro, contiene los hechos de los creyentes, y los otros los hechos y pecados de los que no lo son.
Además de esto, este texto dice que los no creyentes responderán por lo que ha sido anotado sobre ellos en esos libros y luego serán arrojados al “lago de fuego”; en tanto que los que le han entregado su vida a Jesucristo irán a la eterna presencia de Dios.
Apocalipsis 20.11-15
11 Vi un gran trono blanco y a Aquel que estaba sentado en él, de cuya presencia huyeron la tierra y el cielo, y no se halló lugar para ellos.
12 También vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono, y los libros fueron abiertos. Otro libro fue abierto, que es el libro de la vida, y los muertos fueron juzgados por lo que estaba escrito en los libros, según sus obras.
13 El mar entregó los muertos que estaban en él, y la Muerte y el Hades entregaron a los muertos que estaban en ellos. Y fueron juzgados, cada uno según sus obras.
14 La Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda: el lago de fuego. 15 Y el que no se encontraba inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego.
Notemos también la mención sobre la muerte segunda, la cual experimentarán los que no se encuentren inscriptos en el libro de la vida (Lucas 10.20; Hebreos 12.22-23; Filipenses 4.3), es decir, aquellos que no han abrazado la fe en Jesucristo.
Conclusión
En este estudio hemos visto y analizado las palabras de Jesús sobre el juicio venidero. Claramente este no es el único versículo que registra sus enseñanzas al respecto, y por eso nos hemos apoyado en algunos otros para intentar entender mejor su mensaje.
Uno de los conceptos vistos es que Jesús fue designado por Dios como juez de toda la humanidad. Esto es algo que también podemos ver en todo el Nuevo Testamento, el cual da cuenta de que toda la humanidad participará del juicio de Dios.
También hemos mencionado que no habrá solo un juicio sino dos, y que en uno de ellos se juzgará a los que son hijos de Dios, y que en el otro se hará lo propio con los que no lo son. Todos los que hayan vivido alguna vez estarán presentes en el mismo.
En el primero se recompensarán las buenas obras de los hijos de Dios, y en el segundo se juzgarán los pecados de quienes hayan vivido como si Él no hubiera existido.
A estos últimos se los llevará a un sitio llamado “lago de fuego” para vivir allí por el resto de la eternidad. En este segundo juicio se leerán los pecados de las personas anotadas en los “libros celestiales”; y muy posiblemente, en el primero se observará lo anotado en el “libro de la vida”.
Todo esto es lo que hemos visto de manera muy resumida en este estudio.
Para finalizar, decimos que Jesús continuará hablando un poco más sobre este tema unos versículos más adelante, lo cual terminará por mostrarnos una de las tantas tareas que hará nuestro Señor en su segunda venida, a saber, “juzgar a la humanidad”.
Esto último contrasta en gran manera con lo que ha venido a hacer en su primera venida, que fue proveer el camino de salvación para todas las personas que logren poner su fe en Él. Aquí nos surge una pregunta para ti: ¿Lo has podido hacer?
Según vemos, esto nos deja dos alternativas posibles, creemos en Jesús como nuestro Señor y Salvador o lo rechazamos; nacemos a una nueva vida espiritual o seguimos como hasta ahora, sin Dios y sin esperanzas en el mundo (Efesios 4.12).
La decisión es personal, y cada uno de nosotros debemos elegir qué haremos. ¿Qué harás tú con Jesús? Sigue el link si no sabes cómo llegar a ser su hija/o.
Hasta aquí nuestra publicación sobre este versículo. Esperamos que haya sido de provecho para ti. Si algo de lo dicho no ha quedado claro, no dudes en escribirnos; intentaremos ayudarte hasta donde podamos (no creemos saberlo todo al respecto).
Por otro lado, ten en cuenta que ésta, no ha pretendido ser una publicación teológica sino que únicamente hemos intentado explicar qué dijo Jesús y lo que sucedía en ese momento con quienes lo oían. Por tanto, claramente no hemos agotado el tema ni mucho menos.
Si estás de acuerdo, te invitamos a seguir estudiando este precioso evangelio en nuestra siguiente publicación, o en dónde tú elijas, te dejamos algunos links para que puedas hacerlo:
Links hacia otros comentarios
- Índice general y presentación del Evangelio de Juan.
- Estudio introductorio sobre el cuarto evangelio (Evangelio de Juan). Te brinda un panorama general del Evangelio.
- Índice de los comentarios del Capítulo 5.
- Estudio anterior: Juan 5.21 – Así como el Padre levanta a los muertos y les da vida, igualmente el Hijo da vida a quienes quiere.
- Siguiente Estudio: Juan 5.23 – El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió.
Nota
- Todas las citas bíblicas fueron tomadas con permiso de la Nueva Biblia de las Américas (NBLA) © 2005 by The Lockman Foundation.