La presente es solo una parte de nuestro Comentario Bíblico Devocional del Evangelio de Juan, en este caso, Juan 5.21 – El Hijo da vida a quienes quiere.
En publicaciones anteriores ya hemos visto el contexto de este versículo, la historia del paralítico de Betsaida, y también, lo que sucediera entre los líderes religiosos judíos y Jesús, como consecuencia de ese poderoso milagro.
Te invitamos a continuar leyendo la publicación, pero antes, si te es posible, te animamos a orar y a buscar la ayuda del Espíritu Santo, para que sea Él quien te hablé más allá de lo que leas en este estudio de la Biblia.
Índice
Nota: Este índice es para que puedas navegar por el estudio a voluntad, sin embargo, te recomendamos que lo leas de corrido para poder comprender cada parte del Análisis del Texto Bíblico.
Texto Bíblico: Juan 5.21
Porque así como el Padre levanta a los muertos y les da vida, asimismo el Hijo también da vida a los que Él quiere.
Introducción
El mensaje de Jesús a los religiosos de aquel entonces era claro, pero también difícil de asimilar para ellos. Los judíos esperaban a un Mesías quien, según su interpretación, sería un líder político-militar a la par de David. Ya muchos se habían identificado con el mismo y habían iniciado diferentes revueltas sociales armadas. Sin embargo, Jesús era muy distinto.
Según su propia concepción de cómo sería el Mesías, ellos esperaban a alguien muy especial. Sería deseable para ellos que pudiera tener una sabiduría equiparable con la de Salomón, o incluso de ser posible, hasta ser grande en poder como Elías y Eliseo; pero lo que nunca se imaginaron es que llegaría alguien que se compararía a sí mismo con Dios y que lo llamaría “Su propio Padre”, haciéndose igual a Dios (V18).
Esto era algo muy duro de oír para ellos. Era duro porque no esperaban un mensaje semejante. Es por esto que Jesús, quien conocía lo que había en sus corazones (Juan 2.24-25), primeramente, les presentaba señales (prodigios y milagros) y luego les daba un mensaje, que aunque distinto de lo que esperaban, era claro de entender.
Esto es lo que vemos en el contexto de este versículo 21, y también a lo largo del ministerio de Jesús. Veamos por un momento lo sucedido en el contexto inmediato anterior:
Breve resumen del contexto previo de este versículo
- Milagro de la sanidad del paralítico de Betesda.
- Encuentros y diálogos entre Jesús y el hombre sanado; y entre este último y las autoridades; y también, entre Jesús y los líderes religiosos judíos.
- Diferentes enseñanzas y revelaciones de Jesús:
- La relación especial y distinta de Jesús para con el Padre.
- El trabajo realizado por el Padre y su relación con el efectuado por Jesucristo.
- La dependencia de la obra de Cristo a la voluntad del Padre.
Nota: Todo esto ya fue analizado y estudiado en publicaciones anteriores.
Comentario
Juan nos permite ver, a lo largo de todo su relato, que Jesús se identificaba a sí mismo como el mismísimo Hijo de Dios. Esto es lo que Él (Jesús) les dijo claramente a los líderes religiosos de su época, quienes entendían plenamente que Él se hacía igual a Dios por medio de sus afirmaciones (V18).
Ante la oposición de los mismos, y frente a su clara falta de entendimiento, nuestro Señor les manifestó grandes verdades acerca de Su persona y Su tarea, diciéndoles que obraba según la voluntad del Padre, viendo Su trabajo, y trabajando de la misma manera que Él y en Su misma obra (V19).
Lógicamente, esto era algo que ellos ni veían ni comprendían, sin embargo, al igual que el Padre, Jesús no dependía, ni estaba limitado por las leyes ni por las reglas humanas, y por esa razón no las seguía. Él hacía el bien en cualquier momento, y más allá de lo que cualquiera pudiera pensar.
Esto es lo que tuvimos oportunidad de ver en los versículos anteriores, al final de los cuales (V20) Jesús les dijera a estos mismos religiosos judíos, que ellos tendrían oportunidad de ver obras mayores, de las que ya habían visto hasta aquel momento, las cuales los dejarían asombrados (recordemos el contexto, la sanidad del paralítico de Betsaida).
Esas obras constituyen el tema principal del presente y también de los próximos versículos de este capítulo. A través de ellas Jesús continuará revelando, no solamente quién es, sino incluso hasta dónde llega Su poder y autoridad. En el caso del versículo que hoy trataremos, el 21, sobre la vida y sobre la muerte.
Nuestro texto dice:
Porque así como el Padre levanta a los muertos y les da vida, asimismo el Hijo también da vida a los que Él quiere.
Te proponemos analizar este versículo por partes, y al mismo tiempo, ir aprendiendo juntos y aplicando cada enseñanza a nuestras vidas. Comencemos por reconocer en el texto la
Dependencia de Jesús para con Su Padre
Hacia el final del versículo 20 vimos que Jesús se presta a manifestar cuáles son las obras que terminarían por deslumbrar a los judíos. Estas obras, lógicamente, y según el contexto, estarían en perfecta armonía con, y se encontrarían dentro de la voluntad del Padre.
Ya hemos notado la perfecta unión entre Jesús y Su Padre en los textos anteriores:
- Hasta ahora Mi Padre trabaja, y Yo también trabajo (V17)
- El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre (V19)
- El Padre ama al Hijo, y le muestra todo lo que Él mismo hace (V20)
Y al comenzar ahora con este versículo, podemos ver nuevamente esta estrecha relación entre ambos y la dependencia de Jesús para con Su Padre. Lo cual de seguro debería llamarnos la atención, ya que si bien Él pudiera haber tenía absoluta autonomía, en verdad no la ejerció, prefiriendo sujetarse al Padre.
Esto de seguro nos ayuda a pensar en nuestra propia manera de manejarnos en la vida. Pensemos juntos: Si Jesús se sujetaba a su Padre en cada acto y en cada palabra de su vida, ¿cuánto más deberíamos nosotros? ¿Te das cuenta de esta verdad? Y entonces, ¿cómo la vives?
Esto contrasta con lo que muchas veces vemos, incluso dentro de nuestras iglesias. Hermanos viviendo sus propias vidas como si no tuvieran un llamado, como si los dones no existieran y como si no hubiera un propósito espiritual a cumplir en nuestras vidas.
¿No nos llamó Jesús a sujetarnos y a obedecer? ¿No nos llamó a servir? “Ya no los llamaré siervos sino amigos”, dijo Jesús, pero también dijo que quien le ama le obedece. Esto es lo que Él espera de cada uno de nosotros. Pero si no fuera así, ¿por qué entonces lo llamamos Señor? ¿Qué sentido tiene?
Igualdad en poder y autoridad
Ya habíamos visto que Jesús se había igualado al Padre con su declaración: “Hasta ahora mi Padre trabaja, y yo también trabajo” (V17). Esta aseveración, como ya dijimos, fue perfectamente comprendida por los judíos (V18).
En este caso, a través de la expresión “así como el Padre”, la cual es utilizada para decir: de igual manera o, así mismo como lo hace el Padre, Jesús les dice que Él hará lo mismo que Su Padre, reforzando la idea ya expresada. Es decir, resaltando nuevamente su deidad frente a ellos.
Más allá de remarcar la relación entre ambos, en este texto Jesús se equipara a Dios el Padre en su capacidad de levantar a los muertos y darles vida.
En otras palabras, Jesús se está igualando a Dios, ya no solamente al llamarlo Su propio Padre (V17), sino al decir que tenía la misma autoridad, decisión y poder por sobre la vida y por sobre la muerte.
A qué tipo/clase de vida y muerte se refiere el texto
Lo que queda por comprender ahora, es a qué se refería Jesús al hablar de levantar de los muertos y dar vida. Veamos algunas hipótesis redactadas en forma de pregunta:
- ¿Hablaba de las personas que Él resucitaría mientras estuvo en la Tierra, como por ejemplo el caso de la niña de Marcos 5.35-43, o de Lázaro en Juan 11.38-44? (Ver también Lc 7.11-17)
- ¿De los resucitados después de Su muerte física (Mateo 27.52 y 53)?
- ¿De los que resucitarían en Su Nombre, a través de los apóstoles, como por ejemplo el caso de Tabita en Hechos 9.36-43?
- ¿Hablaba acaso de quienes lo harían en su segunda venida (1 Tesalonicenses 4.16)?
- ¿De aquellos que resucitarán para el Juicio (Apocalipsis 20.12-13)?
- ¿O de los que pasaban de muerte espiritual a vida eterna por poner su fe en Él (Lucas 23.43)?
Lo cierto es que en nuestro texto, Jesús claramente expresa que tiene poder por sobre la vida y por sobre la muerte, pero no especifica sobre qué tipo de vida/muerte está hablando, y por lo tanto, cualquiera de estas hipótesis pudieran ser aplicables a sus palabras.
Y además, por éstos últimos y por otros muchos textos, sabemos que bien pudiera referirse tanto a la muerte y a la vida en un sentido físico, como también en un sentido espiritual.
Sin embargo, por el contexto posterior podemos comprender que en este caso específico está hablando sobre la muerte espiritual y sobre la vida eterna. Leamos por un momento algunos de los versículos que le siguen al que analizamos en esta oportunidad:
Juan 5.24-27
24 »En verdad les digo: el que oye Mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida. 25 En verdad les digo que viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que oigan vivirán.
26 Porque como el Padre tiene vida en Él mismo, así también le dio al Hijo el tener vida en Él mismo; 27 y le dio autoridad para ejecutar juicio, porque Él es el Hijo del Hombre.
Si bien estudiaremos estos versículos en publicaciones posteriores, es claro que en ellos nuestro Señor habla sobre la vida eterna, o vida espiritual, de aquellos que abrazan la fe. Por tanto, lo lógico es entender que Jesús está hablando específicamente sobre este tema en este caso.
Por nuestra parte no abordaremos aquí una explicación completa sobre este muy importante tema, ya que lo hemos estado tratando de diversas maneras en comentarios previos, y lo seguiremos haciendo en los siguientes.
Para ser más específicos, tratamos el tema del nuevo nacimiento cuando estudiamos el encuentro entre Jesús y Nicodemo, en el capítulo 3 de este evangelio y, sobre el agua que brota para vida eterna cuando hablamos de Jesús y la mujer samaritana, en el capítulo 4.
Si gustas, te invitamos a leer sobre ellos siguiendo los links:
- Juan 3.3-4 – El que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios
- Juan 3.5-7 Nacer del Agua y del Espíritu para ingresar al Reino de los Cielos
- Juan 4.11-15 El agua que brota para vida eterna
Esto nos muestra claramente que Jesús no habló sólo una vez sobre este tema, sino que lo hizo en muchas ocasiones, y a diferentes personas. Su objetivo era que todos ellos pudieran recibir este tan maravilloso regalo.
Por nuestra parte, de cada una de sus palabras podemos aprender un poco más sobre este tan importante tema. Uno de los textos más claros y conocidos al respecto (en el cual también podemos ver en qué posición se coloca Jesús frente a Dios el Padre) es el siguiente:
Juan 10.28-30
28 Yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de Mi mano. 29 Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre. 30 Yo y el Padre somos uno».
Naturalmente, este es otro texto que analizaremos más adelante en nuestro comentario, sin embargo, en él podemos ver nuevamente la relación entre Jesús y la vida eterna. Otra vez en este versículo vemos la autoridad de Jesús sobre la misma, y además, el alcance de su poder, no sólo para otorgarla, sino para conservar con Él a cada uno de sus hijos.
Otros textos bíblicos que también hablan sobre este tema, y que nos ayudarán a entender mejor el que estamos viendo, son:
- En este mismo evangelio de Juan: 3.16; 3.36; 4.14; 5.24; 5.39-40; 6.27; 6.40; 11.25-26; 12.25; 14.6; 17.3
- En los demás evangelios: Mateo 7.13-14; Marcos 10.29-30
- Y en el resto del Nuevo Testamento: Romanos 5.21; Romanos 6.22-23; 2 Corintios 5.1; Gálatas 6.8; Hebreos 5.9; Hebreos 9.12; 1 Timoteo 1.16; 1 Timoteo 6.12; 1 Juan 2.17; 1 Juan 5.11-13; 1 Juan 5.20; Judas 1.20-21
Sin lugar a dudas, se entiende que hay muchos otros textos que tratan este tema, y que por lo tanto, esta no es una lista exhaustiva. Sin embargo, son varios los que te dejamos para que puedas leerlos; y en la suma, son más que suficientes como para tener una buena idea sobre este tema. De igual manera, y para ahondar solo un poco más, decimos lo siguiente:
Breve resumen sobre la Vida Eterna presentada por el Nuevo Testamento
Dios amó tanto a la humanidad (Juan 3.16) que elaboró un plan para que podamos relacionarnos con Él eternamente (2 Timoteo 1.9; Efesios 1.4-5, 1.9-11; 3.10-11), un plan en el que Jesús jugó un papel fundamental, pagar nuestra deuda con Dios (Mateo 20.28).
Gracias a la obra de Jesús en la cruz, Dios puso a nuestro alcance este inconmensurable regalo de la vida eterna (Romanos 6.23), con la única condición de creer en Él (Juan 5.24) y en Jesucristo (Juan 3.36; 6.40; 1 Timoteo 16).
Tanto la salvación como la vida eterna dependen del plan de Dios (Juan 6.40) y de la obra de Jesucristo a favor nuestro (Romanos 5.7-8; Hebreos 9.28), estas nos llegan como regalo, por gracia de Dios, y no por obras (Romanos 3.20; 5.21, Efesios 2.8-9).
Por tanto, el que ha creído, es decir, “El que tiene al Hijo tiene la vida” (1 Juan 5.12). Esta vida es eterna (Juan 11.25-26; Romanos 6.23) al igual que nuestra salvación (Hebreos 5.9). Y para los hijos de Dios, la una depende de la otra.
El Espíritu Santo viviendo en nosotros (1 Corintios 6.19) constituye una inmejorable garantía de que tenemos la presencia de Dios en nuestras vidas, la salvación y por ende, la vida eterna (Juan 6.27, 2 Corintios 1.22).
A partir del momento en que recibimos este maravilloso regalo, nosotros tenemos una responsabilidad y una tarea, “sembrar para agradar al Espíritu” (Gálatas 6.8, ver también Romanos 2.7; 6.22 y muy importante, 1 Pedro 1.14-17).
Es decir, vivir en comunión con el Espíritu Santo, buscando la santidad, sirviendo al Señor y poniendo nuestra vista en las cuestiones eternas, mas no en las terrenales y pasajeras.
Nuestra vida eterna está escondida en Cristo (Colosenses 3.3) y en esta Tierra somos simplemente peregrinos (1 Pedro 2.11; 1.17) aguardando Su regreso, en el que nos vendrá a buscar para vivir eternamente con Él (Juan 14.2-3 – ver también 1 Corintios 15.51-52).
Lógicamente, hay mucho más de qué hablar sobre este gran tema. Hemos dejado de lado la cuestión del pecado, del juicio de Dios, el arrebatamiento, el castigo eterno, y muchísimas otras, teniendo como meta que la explicación sea más bien breve y concisa y no un tratado teológico. Pero si tienes dudas al respecto con gusto intentaremos responderlas.
Más sobre Juan 5.21
Te proponemos ahora ver resumidamente otros temas abarcados por este texto:
El Padre levanta a los muertos y les da vida
¿A qué se refiere Jesús con esta afirmación? ¿Sobre qué está hablando?
A través de las escrituras podemos ver el gran poder de Dios el Padre sobre la vida y sobre la muerte:
Vean ahora que Yo, Yo soy el Señor,
Y fuera de Mí no hay dios.
Yo hago morir y hago vivir.
Yo hiero y Yo sano,
Y no hay quien pueda librar de Mi mano. Deuteronomio 32.39
El Señor da muerte y da vida;
Hace bajar al Seol y hace subir. 1 Samuel 2.6
Y más allá de esas afirmaciones, también vemos que Él levantó de los muertos a distintas personas en el Antiguo Testamento. Lo hizo por medio de los profetas y hay varias referencias bíblicas al respecto; algunas de ellas son 1 Reyes 17.22 y 2 Reyes 4:35.
Además de ellas, muchos versículos profetizan acerca de la resurrección de los muertos; algunos hablan específicamente sobre Jesús (Salmos 16.10; 49.15; 71.20), y otros tantos de los hijos de Dios, y de la humanidad en forma general (Isaías 26.19; Daniel 12.2).
Es por esto que los judíos estaban muy familiarizados con este concepto, aunque no todos creyeran en ella (ver el texto de Marcos 12.18-24 – Saduceos). Jesús se basó en este conocimiento de ellos para luego revelarles su verdad sobre sí mismo.
Por su parte, ellos seguramente aceptaron la primera porción de su declaración, pero la segunda les resultó como una especie de insulto, ya que no les era posible comprender cómo “un hombre común”, según su propia perspectiva, podría decir semejante cosa.
¿Por qué entonces lo seguía haciendo?
A pesar de que la mayoría no entendiera, Jesús hacía esas revelaciones esperando que, aunque sea algunos de ellos, pudieran creer en sus palabras. Su meta era que muchos de ellos logren ingresar al Reino de los Cielos por fe.
Esa fue misión y su tarea. Jesús se valía de los milagros (como el de la sanidad del paralítico de Betzaida), para llamar a las personas a prestar atención a su mensaje y para que pudieran darse cuenta frente a quién estaban, una vez logrado este objetivo, les enseñaba acerca del reino de los cielos.
Pensando por un momento en sus hijos hoy, así como Jesús tenía la meta de mostrar el camino de la salvación para su pueblo, también nosotros tenemos el mismo llamado y ministerio. Debemos llevar Su mensaje a todas las personas (lee por favor 1 Pedro 2.9).
¿Estarás haciendo lo que Él espera de ti?
El Hijo también da vida a los que Él quiere
Este es un texto que bien pudiera ser objeto de debate, ya que aquí Jesús afirma que le da vida a quien Él quiere. Esto implica que Él decide a quienes darles vida, y por tanto, que sería posible que Jesús dijera: “a este sí quiero darle vida, y a este otro no”. Pero, ¿será eso lo que Él quiso decir?
Antes de que nuestro comentario se vuelva un tratado teológico, permítenos decirte que no pretendemos que sea así. Las discusiones sobre temas como la predestinación y el análisis de posturas teológicas como las del calvinismo o el arminianismo no serán abordadas aquí.
Aún así, y a pesar de esto, intentaremos explicar de manera muy simple qué entendemos nosotros, buscando que cada lector de este comentario pueda entender muy fácilmente el mensaje del texto. Por las dudas también aclaramos que pudieran haber algunas otras posturas y explicaciones al respecto. Pero esperamos que Dios te guíe a la correcta.
Te proponemos leer ahora, y antes de comenzar con nuestra explicación, algunos pocos textos que nos ayudarán a tomar la perspectiva correcta sobre este tema:
Versículos relacionados
En verdad les digo: el que oye Mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida. Juan 5.24
Porque como el Padre tiene vida en Él mismo, así también le dio al Hijo el tener vida en Él mismo. Juan 5.26
Yo no puedo hacer nada por iniciativa Mía; como oigo, juzgo, y Mi juicio es justo porque no busco Mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Juan 5.30
Por cuanto le diste autoridad [al Hijo] sobre todo ser humano, para que Él dé vida eterna a todos los que le has dado. Juan 17.2 (Oración de Jesús al Padre)
Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo donde Yo estoy, para que vean Mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. Juan 17.24
Lógicamente encontraremos muchísimos versículos más que apoyen la explicación que daremos, pero estos han sido suficientes como para presentar el tema. Volvamos para analizar nuestro texto (Juan 5.21) pero con la ayuda de estos otros:
Nuestra explicación
Jesús sometió su voluntad a la del Padre al venir a esta tierra para cumplir con la misión de salvarnos, pero eso no quita que Él estuviera de acuerdo con el plan a seguir.
Jesús no solo obedecía al Padre sino que era su voluntad venir a rescatar a la humanidad perdida. Por ende, Él vino a darles vida a todos los que aceptaran y creyeran su mensaje (Juan 3.16; 5.24).
Más allá de eso, Jesús como segunda persona de la divinidad, tenía poder y autoridad para salvar y dar vida a quienes quisiera; algo en lo que además miembros de la Trinidad estaban de acuerdo.
El mismo Padre le había cedido esa tarea y responsabilidad, como así también la de juzgar a quienes no aceptaron su mensaje (V22, lo veremos en la siguiente publicación).
Por otro lado, los que venían a Él para ser salvados les eran concedidos por el Padre, lo que significa que los que habían de ser salvos, lo serían no solo por Su voluntad sino también por la voluntad del Padre.
Todo esto nos revela que todo lo que hacía, lo que pensaba y lo que sentía Jesús estaba en plena comunión y concordancia con la voluntad del Padre.
Conclusión sobre Juan 5.21 – El Hijo da vida a quienes quiere
Al abordar este versículo hemos encontrado una joya espiritual exquisita. El Hijo de Dios nos da a conocer su poder y autoridad sobre la vida y sobre la muerte, pero además, nos revela la incidencia de su voluntad con respecto a nuestra vida espiritual.
Sobre esto último, si bien pudiéramos encontrar varias interpretaciones, en este caso hemos elegido dar nuestro criterio para que la lectura no se hiciera muy larga y complicada. Para resumir nuestra postura decimos lo siguiente:
1 Timoteo 2.3 y 4 dice que “Dios nuestro Salvador, quiere que todos los hombres sean salvos”; y esto mismo es lo que quiere nuestro Señor Jesús, pero aún a pesar de tener este deseo, el libre albedrío de la humanidad sigue siendo respetado.
Por tanto, aunque Él tenga el poder de salvar o condenar, de dar vida o de dar muerte eterna, le deja esta última decisión a cada individuo. El Padre ya allanó el camino a través de la obra de su Hijo, pero ahora la decisión es nuestra (Hechos 2.21; 16.31).
Entendemos que esta es la explicación más pertinente para este versículo. Esperamos que Dios te guíe para poder comprenderlo de la mejor manera, y que ya sea que estés o no de acuerdo con lo aquí expuesto, el Espíritu Santo nos lleve a todos a toda verdad.
Al seguir avanzando, en el estudio de este capítulo, veremos mucho más sobre este precioso tema de la vida eterna y sobre cómo acceder a ella, eso es algo que seguiremos haciendo en las publicaciones siguientes.
Pero… A propósito, ¿tienes ya la vida eterna que Dios quisiera regalarte? ¿Estás segura/o? Si no lo estás, te invitamos a seguir el siguiente link.
Nos despedimos ahora esperando que Dios bendiga tu vida espiritual. Si gustas, puedes escribirnos en el cuadro de comentarios, nos hace bien saber que estás ahí, que nuestro esfuerzo le ha servido a alguien. Si puedes, por favor, ora por el ministerio, muchas gracias.
¡Si el Señor así lo quiere, nos encontramos en la siguiente publicación!
Links hacia otros comentarios
- Índice general y presentación del Evangelio de Juan.
- Estudio introductorio sobre el cuarto evangelio (Evangelio de Juan). Te brinda un panorama general del Evangelio.
- Índice de los comentarios del Capítulo 5.
- Estudio anterior: Juan 5.19-20 – Jesús no hace nada por Su cuenta.
- Siguiente estudio: Juan 5.22 – Jesús fue designado por el Padre para juzgar a la humanidad
Nota
- Todas las citas bíblicas fueron tomadas con permiso de la Nueva Biblia de las Américas (NBLA) © 2005 by The Lockman Foundation.