Juan 3.28-30 – Es necesario que Él crezca

Juan 3.28-30 – Es necesario que Él crezca y que yo disminuya

Introducción

Bienvenidos al Comentario Bíblico Devocional de Gracia y Vida sobre el Evangelio de Juan. En la publicación anterior hemos estudiado la segunda parte del relato del apóstol Juan sobre el ministerio de Jesús en Judea (hemos dividido los acontecimientos relacionados con ese evento en tres partes).

Este relato ha comenzado en Juan 3.22, luego de la historia del encuentro entre Jesús y Nicodemo (3.1-21), y terminará en Juan 3.30 (hablaremos sobre nuestra interpretación de por qué no finaliza en Juan 3.36 en el próximo estudio).

Ya hemos visto que en la primer parte de su ministerio Jesús bautizaba al mismo tiempo en que lo hacía Juan el bautista; y que que muchos iban a Él para ser bautizados. Esto último motivó a los discípulos de Juan, quienes se pusieron un poco celosos, a tener una conversación con él al respecto.

Hoy veremos la última parte de la muy sabia respuesta del profeta a sus seguidores, e intentaremos traer a nuestras vidas las enseñanzas halladas en la misma.

Pero antes de comenzar con este estudio te recomendamos leer el texto completo sobre esta historia: Juan 3.22-30. Si lo haces podrás entender mucho mejor lo que hablaremos hoy aquí, por otro lado, si no lo has hecho, seguramente también puedas aprovechar los dos estudios anteriores:

Juan 3.28-30 – Es necesario que Él crezca y que yo disminuya

Antes de comenzar nos gustaría presentarte nuestro estudio del evangelio de Juan en forma muy breve:

Nuestro comentario sobre el evangelio de Juan

La presente es sólo una porción del Comentario Bíblico sobre el Evangelio de Juan publicado por Gracia y Vida. El mismo pretende ayudar a los lectores en la interpretación y en la aplicación de las escrituras a sus vidas; teniendo además como objetivo que la lectura sea fluida y de fácil interpretación.

Con dicho objetivo en mente, y a fin de entender los distintos versículos de la manera más apropiada, nos ayudaremos con un análisis del contexto y también con las herramientas hermenéuticas necesarias para llegar a una correcta interpretación; pero todo esto sin entrar en largas discusiones, ni en detalles demasiado técnicos.

Sin más, y primero que cualquier otra cosa, te invitamos a leer atentamente el texto y orar para que el Señor te llene de su sabiduría; sin lugar a dudas Él será la gran fuente de toda verdad y de todo entendimiento. Hecho ésto, ahora sí comencemos con el estudio de los versículos que nos convocan, leamos:

El Texto

28 Vosotros mismos me sois testigos de que dije: “Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de Él.” 29 El que tiene la novia es el novio, pero el amigo del novio, que está allí y le oye, se alegra en gran manera con la voz del novio. Y por eso, este gozo mío se ha completado. 30 Es necesario que El crezca, y que yo disminuya.

Juan 3.28-30 – LBLA

Ir al Índice

Comentario

En la publicación anterior hemos dejado a Juan conversando con sus discípulos. Ellos le habían ido a reclamar que Jesús bautizaba a más personas que ellos, y la respuesta del mismo fue:

Un hombre no puede recibir nada si no le es dado del cielo.

Juan 3.27 – LBLA

Aquí habíamos dejado en el estudio anterior, y a esto Juan le suma a su respuesta:

28

Vosotros mismos me sois testigos de que dije: “Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de Él”.

Lógicamente en su respuesta les recuerda algo de lo cual ellos habían ya sido testigos. Juan no dice nada nuevo aquí, ellos ya sabían esto y es por eso que su postura estaba tan fuera de lugar.

Pero en vez de haber reproches o palabras duras en contra ellos, lo que recibieron fue una muy sabia y calmada respuesta (Esa también debería ser nuestra manera de responder para con todos. ¿No lo crees?).

En el estudio anterior hemos nombrado distintos versículos relacionados al testimonio de Juan sobre Jesús y también te hemos dejado los links hacia los estudios de aquellos. Pero básicamente, lo que Juan decía de Jesús, era que Él (Jesús) era el Hijo de Dios, el Cristo profetizado.

Aún habiendo dicho todo eso en otro momento, de todas formas la situación lo llevó a tener que repetirles lo ya dicho: “Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de Él”. Éste es el mensaje que él siempre había dado de sí mismo y que daría en todo momento.

Veamos muy rápidamente parte de su testimonio:

Ir al Índice

Juan 3.28-30 – Es necesario que Él crezca y que yo disminuya

Respuesta de Juan a los judíos que vinieron de parte del Sanedrín:

19 Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas de Jerusalén a preguntarle: ¿Quién eres tú? 20 Y él confesó y no negó; confesó: Yo no soy el Cristo. 21 Y le preguntaron: ¿Entonces, qué? ¿Eres Elías? Y él dijo: No soy. ¿Eres el profeta? Y respondió: No. 22 Entonces le dijeron: ¿Quién eres?, para que podamos dar respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? 23 El dijo: Yo soy la voz del que clama en el desierto: “Enderezad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías.

Juan 1.19-23 – LBLA – (Aquí puedes ver el estudio sobre este texto: Juan 1.19-23 – Yo soy la voz que clama en el desierto).

Como ves, Juan había sido muy claro desde siempre y así continuó hasta este último tiempo de su ministerio. Él quería que los demás entiendan que él mismo no era la persona más importante, que había alguien más hacia quien mirar.

¿Quién era importante?

Jesús era la persona verdaderamente importante, y por lo tanto el anhelo de Juan era que todos pudieran comprender que Él era el único digno de ser seguido.

Por eso mismo ya les había dicho a sus propios discípulos: “He ahí el Cordero de Dios” (Juan 1.36 – LBLA), y es también por eso que los primeros discípulos de Jesús, lo fueron primeramente de Juan. Ellos, oyendo a Juan, siguieron a Jesús (Juan 1.35-39).

¿No es éste es un gran ejemplo para todos nosotros? Juan nos enseña que debemos ser transparentes para con los demás, es decir, que las personas no tienen que vernos a nosotros sino a Jesús; que debemos salir de la ecuación para que otros puedan encontrar la salvación en el único que se las puede dar.

Sin embargo cuántos hay que se deleitan en su vanidad y gustan de ser alabados por otros mientras “sirven a Dios”. Pero nosotros tomemos el ejemplo de Juan. ¡Ese sí que es un buen ejemplo a seguir! ¿No lo crees?

Juan ahora agrega la siguiente imagen con la intención de que sus discípulos comprendan mejor cuál era la situación real: Él sólo jugaba un papel secundario en esta historia de salvación. Por eso dijo:

In al Índice

29

El que tiene la novia es el novio, pero el amigo del novio, que está allí y le oye, se alegra en gran manera con la voz del novio. Y por eso, este gozo mío se ha completado.

Es interesante ver esta imagen desde el contexto cultural judío. No es la primera vez que encontramos la figura del matrimonio entre Dios y su pueblo en el texto bíblico, la hemos encontrado ya en distintos libros del Antiguo Testamento; y te presentamos algunas para que puedas observar cómo se veía Dios en relación con Su pueblo:

La figura del matrimonio entre Dios y su pueblo en el Antiguo Testamento

19 Te desposaré conmigo para siempre; sí, te desposaré conmigo en justicia y en derecho, en misericordia y en compasión; 20 te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás al Señor.

Oseas 2.19-20 – LBLA (si te es posible lee desde 2.14 y hasta 2.23 para ver un poco mejor el contexto).

Porque tu esposo es tu Hacedor, el Señor de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor es el Santo de Israel, que se llama Dios de toda la tierra.

Isaías 54:5 – LBLA

Por otro lado, veamos también cómo se sentía cuando el pueblo lo dejaba para adorar a otros dioses:

Y el Señor dijo a Moisés: He aquí, tú vas a dormir con tus padres; y este pueblo se levantará y fornicará tras los dioses extranjeros de la tierra en la cual va a entrar, y me dejará y quebrantará mi pacto que hice con él.

Deuteronomio 31:16 – LBLA

Deslealmente ha obrado Judá, y una abominación se ha cometido en Israel y en Jerusalén; pues Judá ha profanado el santuario del Señor, que Él ama, y se ha casado con la hija de un dios extraño.

Malaquías 2.11 – LBLA

Como vemos, Dios se comparaba con el esposo del pueblo, y se sentía traicionado por él como aquel que sufre infidelidad matrimonial. Así se veía nuestro Dios. Y lamentablemente hoy puede sentirse de la misma manera cuando no somo fieles con Él. ¿Lo habías considerado?

Ir al Índice

Juan 3.28-30 – Es necesario que Él crezca y que yo disminuya

Veamos ahora que esta misma figura se traslada al Nuevo Testamento:

La figura de los novios en el Nuevo Testamento

Esta figura del AT es tomada por los escritores del NT (Nuevo Testamento) para describir la unión entre Cristo y su Iglesia. Veamos especialmente algunos textos de Apocalipsis (también llamado Revelaciones):

7 Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a Él la gloria, porque las bodas del Cordero han llegado y su esposa se ha preparado. 8 Y a ella le fue concedido vestirse de lino fino, resplandeciente y limpio, porque las acciones justas de los santos son el lino fino.

Apocalipsis 19:7-9 – LBLA

Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo.

Apocalipsis 21.2 – LBLA

Si te es posible, por favor ve también 2 Corintios 11:2. Éste amor de Dios para con su Iglesia es tan grande que Jesús estuvo dispuesto a morir por ella. Esto es lo que nos dice el apóstol Pablo, veamos:

25 Esposos, amen a sus esposas así como también Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, 26 a fin de santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua con la palabra, 27 para presentársela a sí mismo una iglesia gloriosa que no tenga mancha ni arruga ni cosa semejante sino que sea santa y sin falta.

Efesios 5.25-27 – RVA-2015

Ir al Índice

Juan 3.28-30 - Es necesario que Él crezca

Cómo entendía Juan esta figura de Jesús y la novia

En el pasaje anterior Pablo nos habla de la Iglesia como la esposa de Jesucristo. Así es como Dios la ve y así es como Juan lo entendía, pero, desde su propia perspectiva veterotestamentaria (del Antiguo Testamento), en la que la novia era solamente el pueblo judío.

Y es muy obvio que él viera así este tema ya que estaba ministrando (cumplienso su ministerio) desde la visión del Antiguo Pacto, pero al mismo tiempo, estando a las puertas del Nuevo (en breve Cristo moriría en esa cruz y el Espíritu Santo llegaría a cada uno de los hijos de Dios y la Iglesia tomaría su lugar en el mundo, pero hasta el momento eso no era evidente, ni si quiera para él).

Ahora, ¿Has tenido oportunidad de pensar en este hombre, en el momento tan especial de la historia en el que se encontraba y en la importancia de su misión? ¡Qué momento tan importante y qué misión tan grande desarrolló este siervo de Dios! ¡Cuán gran hombre de Dios!

Pero no solo él tuvo un gran ministerio, el tuyo también es más que importante, y muchos dependen de él para acercarse más a su salvación y a su madurez espiritual. Por lo tanto, por favor, ¡Sigue firme hacia adelante, no desvíes tu vista de la meta, y busca siempre apoyo y dirección de parte del Señor!

¡Dios bendiga tu ministerio!

El mensaje de Juan a sus discípulos

Por lo que vimos, la figura del matrimonio en relación con Dios era algo común en la mente de los judíos, y por ende también en la de sus discípulos. Pero lo que Juan cambia aquí y lo que les está diciendo muy claramente, es que Jesús toma el lugar de Dios en aquella figura, y que el que ahora debe desposar a la novia es Jesús (¡Qué sugerente declaración: Jesús toma el lugar de Jehová/Yahveh en la figura de los novios contrayentes!).

Lo que él les decía entonces era que Jesús era el novio, que el pueblo (en ese momento, pero más tarde la Iglesia) era la novia, y que él (Juan) era el amigo designado del novio para hacer los preparativos para la boda. Y como amigo del novio, no podía estar más contento de que el novio contrajera matrimonio. ¡Cuán hermosa figura!

Es de destacar que para esa cultura el amigo del novio hacía todos los preparativos pertinentes para la boda y hasta se quedaba cuidando de la cámara nupcial hasta oír la voz del novio al llegar. Juan era quien había preparado el camino para la venida de Cristo (Juan 1.23) y era ese amigo que había hecho todos los preparativos.

Su mensaje a sus discípulos era que: “aquella había sido su tarea”; y por lo tanto ahora, al ver a Jesús allí, no podía más que alegrarse. Por otro lado y al mismo tiempo, se daba cuenta de que su tarea estaba ya por concluir, por eso le dice a sus discípulos:

Ir al Índice

Juan 3.28-30 – Es necesario que Él crezca y que yo disminuya

30

Es necesario que El crezca, y que yo disminuya

La respuesta de Juan fue absolutamente opuesta a lo que sus discípulos esperaron oír. Ellos habían venido con las esperanzas de que él tomara cartas en el asunto, que hiciera algo para que la gente no deje de venir a Juan para bautizarse, que frenara de alguna manera la competencia de aquel a quien ni siquiera habían querido nombrar (Jesús).

Y eso era porque ellos veían que “todo el mundo iba a Él” para ser bautizado (Juan 3.26), y por ende, que el ministerio de Juan iba decayendo, algo que no querían tolerar. Pero es obvio que Juan veía las cosas desde otra perspectiva, y por lo tanto su respuesta, sus explicaciones y su actitud estaban tan lejos de lo que ellos esperaban.

Para Juan era más que lógico que Jesús vaya creciendo en su ministerio, ya que “Ningún hombre puede recibir nada si no le es dado del cielo”(Juan 3.27), y Jesús era el Mesías anunciado por Dios, aquel que tanto tiempo habían esperado, y que por fin había llegado a sus vidas.

Esa era la perspectiva de Juan y eso fue lo que intentó transmitir a sus discípulos. Luego, lo que sucediera con su ministerio no tenía tanta importancia (de hecho, este fue el último tiempo antes de su encarcelación).

Ir al Índice

Para pensar

Analizando todos estos versículos y las situaciones planteadas, te invitamos a pensar juntos en los siguientes temas:

La madurez requerida para un siervo de Dios

¡Cuánta claridad y madurez nos demostró de Juan! ¿No lo crees? ¿Serías capaz de actuar de la misma manera, si se diera el caso de ver que tu ministerio va decayendo, mientras que el de otro crece mucho? ¿De qué manera actuarías en tal situación? ¿Ya te ha sucedido?

Y sí, claro que sería diferente a lo sucedido con Juan, porque frente a él estaba el mismísimo Hijo de Dios, pero también es cierto que el dueño de la vid sigue siendo el mismo, y que eso no ha cambiado. Él tiene cientos de obreros en diferentes estados de preparación y de madurez, los cuales en un momento u otro serán llamados para el ministerio (solo que nosotros no siempre los vemos).

Ahora, tal vez sea tiempo de ver las cosas desde otro punto de vista. Dios es el que da y el que saca, el que hace que algo crezca o disminuya, el que pone a funcionar ciertos ministerios, y luego levanta otros. Nosotros somos simples obreros, quienes no tenemos control alguno en los misterios del Reino de los Cielos.

Por eso, la mejor manera de asumir un ministerio es sabiendo que es una bendición prestada y que es temporal. Dios nos ha llamado para cierta tarea, y probablemente en otro momento nos llame a otra. ¿Deberíamos empecinarnos en servir en sólo un ministerio? ¡Por supuesto que no! Él dice y nosotros obedecemos. Esa es la correcta perspectiva de quien se considera un siervo de su Señor. ¿No lo crees?

Por lo tanto, en el momento en que te toque ceder “tu” lugar, recuerda que todo es de Él y que si debes dejar un ministerio, es porque Dios te está alistando para darte algún otro. Él hará a través tuyo cosas que ni te imaginas. Sólo mantente disponible y en santidad, y prepárate para ver lo que Dios hace a través tuyo. ¡Para Él sea la Gloria!

Ir al Índice

Juan 3.28-30 – Es necesario que Él crezca y que yo disminuya

La postura, el mensaje y el testimonio adecuados

Juan es admirable. Tuvo un ministerio grandioso, tanto que Jesús no ahorró palabras de elogio para con él (ver Mateo 11.7-14), hizo lo que tenía que hacer, dijo lo que tenía que decir, estuvo en donde tenía que estar y sirvió fielmente hasta el momento de su muerte.

Es admirable que podamos decir algo así de una persona, pero también es cierto que cada uno de nosotros tiene la oportunidad de dar semejante testimonio. Lo haremos si es que nos ponemos al los pies del Señor y si vivimos en la santidad a la cual fuimos llamados (1 Pedro 1:15‭-‬16).

Es por eso que nunca estará de más hacer una mirada introspectiva para ver de qué manera servimos al Señor, que posturas y actitudes tomamos en medio del ministerio que llevamos adelante, qué mensaje damos para con los otros (más allá del verbal y específico). ¿Qué ven los otros en nosotros? ¿Ven lo que deben ver?

Tomemos aquí el ejemplo de Juan; y mostremos el carácter de Cristo en cada cosa que hagamos y/o digamos. Eso es lo que Dios espera de nosotros. ¿No lo crees?

Si debieras hacer una pausa en tu lectura para conversar con tu Padre, por favor, no dejes de hacerlo. Él te está esperando. Abre y derrama ahora tu corazón delante de Él.

Es nuestro deseo que Dios te sustente, dirija, fortalezca y bendiga en cada área de tu vida; oramos por ello en el nombre de Jesús, amén.

Ir al Índice

Los resultados de nuestro ministerio no siempre dependen de nosotros

En estos textos hemos visto cuán claro era el mensaje de Juan, y sin embargo también sabemos que sus discípulos continuaron con él por mucho tiempo después de haber dejado su ministerio. Incluso debemos admitir que nos resulta muy raro que para el siglo 100 d.C. todavía hayan habido seguidores de Juan el bautista… (Podrías ver más sobre esto último en la introducción del comentario).

Y aunque dichas dudas tal vez pudieran menguar un poco, si vemos el relato de Mateo 11.2-6 , aún así no comprendemos cómo, con tan claro mensaje, ellos aún podían seguirle en vez de hacer lo que hicieron Santiago, Juan, Andrés y Simón – Pedro (ver los comentarios de Juan 1.35-39 y de Juan 1.40-42).

(En aquel relato de Mateo vemos que Juan el bautista, un tiempo después de los acontecimientos relatados en nuestro texto -Juan 3.22-30-, y ya desde la cárcel, envía a preguntar a Jesús si era Él el que habría de venir o si esperarían a otro).

Todo esto nos ayuda a observar que a veces, por más claro que sea el mensaje que demos y por más grande que fuere nuestro nivel de esfuerzo, ninguno de éstos, ni la suma de los mismos determinará el resultado de lo que hagamos.

Y menos si tomáramos como parámetro de éxito o fracaso, la cantidad de gente que tomó alguna decisión por Cristo o el número de personas que cambiaron sus vidas gracias a un determinado ministerio o actividad que hayamos hecho.

Lamentablemente esos no serán parámetros objetivos, dado que más allá de lo que nosotros hagamos, la relación que logren conseguir las personas con Dios será algo muy personal de las mismas.

Y en todo caso, todo lo que nosotros podemos hacer los ayudará (o no) a tomar sus propias decisiones. Por lo tanto, no sería justo que alguien se sienta mal por no ver a muchos tomar decisiones importantes gracias a su ministerio.

Todo lo que nos toca a nosotros es obedecer a Dios, hacer lo que nos pide, acercar la posibilidad de conocer a Jesús a los demás, dar el testimonio correcto, y orar por ellos; más que esto no podemos ni debemos hacer. ¿Estás de acuerdo?

Ir al Índice

Final del estudio y despedida

Antes de despedirnos, te queremos agradecer por detenerte en estas publicaciones y esperamos que hayan sido de bendición para tu vida. Nos gustaría mucho saber tu opinión sobre nuestro trabajo y, si ha sido de bendición para tu vida, quisiéramos pedirte por favor que ores por este ministerio.

En los siguientes estudios terminaremos con este capítulo 3 de Juan. Que Dios te bendiga, guarde, dirija y ayude en cada momento de tu vida, amén.

Juan 3.28-30 – Es necesario que Él crezca y que yo disminuya

Te dejamos algunos otros links que pudieran servirte:

Nota

Todas las Citas Bíblicas identificadas con LBLA fueron tomadas con permiso de LBLA – http://www.lbla.com

Las identificadas como RVA-2015 fueron tomadas de la Versión Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 por Editorial Mundo Hispano

Ir al Índice

10 respuestas a «Juan 3.28-30 – Es necesario que Él crezca»

Contenido de reflexión. Me llevó a cuestionar mi vida espiritual y como estoy ejerciendo el liderazgo en la iglesia. Dios los bendiga, mis oraciones para ustedes, sigan con este precioso ministerio de llevar las buenas nuevas impactando vidas con la palabra de nuestro padre.

Hola Andrea, muchas gracias, ese es nuestro objetivo, no alegra saber que podemos ayudar. Gracias también por las oraciones, las necesitamos mucho.

Hola en mi caso una enfermedad me cerro muchas puertas y no sabia porque y ahora entienedo el poraue. En la persona que me estaba covirtienso. Gracias

Estaba leyendo el capítulo y algunas cosas no las entendía y de verdad esto me ha ayudado. Muchas gracias por compartir la palabra de nuestro Dios, que sea él quien siga usándolos y bendciendolos🙏❤

¡Qué gusto poder ayudar! Muchas gracias Cesy por permitir que conozcamos tu experiencia, nos alienta a seguir trabajando. Bendiciones!!

Un día se me abrieron los ojos a la frase de Juan el Bautista, la había leído pero no entendido, la explicación que encuentro en Gracia y vida confirma lo que decía mi corazón. Qué en mi vida aprenda a ser como él! Bendiciones!

Bendiciones Jaime, buena decisión. Juan tiene mucho para enseñarnos, aunque no tanto como Jesús (él debe ser nuestro mayor moderno a seguir). Dios lo siga bendiciendo mucho!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *