Texto bíblico base: Marcos 12.1-9
1 Entonces Jesús comenzó a hablarles en parábolas: «Un hombre plantó una viña y la cercó con un muro, cavó un estanque debajo del lagar y edificó una torre; la arrendó a labradores y se fue de viaje.
2 Al tiempo de la vendimia envió un siervo a los labradores para recibir de los labradores su parte de los frutos de la viña. 3 Pero ellos, echándole mano, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías.
4 De nuevo les mandó otro siervo, y a él lo hirieron en la cabeza y lo trataron vergonzosamente. 5 Envió a otro y a este lo mataron; y así con muchos otros, golpeando a unos y matando a otros.
6 »Todavía le quedaba uno, un hijo amado; y les envió a este último, diciendo: “Respetarán a mi hijo”. 7 Pero aquellos labradores se dijeron entre sí: “Este es el heredero; ¡vengan, matémoslo, y la heredad será nuestra!”. 8 Echándole mano, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
9 »¿Qué hará, entonces, el dueño de la viña? Vendrá y destruirá a los labradores, y dará la viña a otros.
Reflexión Bíblica – Meditación Cristiana – Devocional Diario
Esta parábola claramente fue dirigida a los fariseos, y no es para nosotros, pero aun así nos muestra el corazón del Señor y algo más…
La paciencia que nos tiene, las oportunidades que nos da, cuánto espera por ver si entendemos nuestra función y propósito.
Y al mismo tiempo también nos revela lo que somos algunos de sus hijos, personas que sólo ven por su propio interés, y que no dudan en actuar de cualquier manera por salirse con la suya.
Muchos ni si quiera se dan cuenta de que luchan por algo que les es prestado, que jamás será de ellos (congregación, miembros, “puestos” de servicio, etc., etc.).
Seamos sensatos, entendamos bien quiénes somos y cuál es nuestra misión. Comprendamos a qué nos ha llamado el Señor y hagamos que se goce al ver nuestros corazones.
Se lo debemos, lo merece, nos ha comprado para eso y lo espera.
Por ende, ya no luchemos egoístamente por cuestiones que al fin y al cabo son terrenales, que no nos llevaremos al cielo con nosotros.
El Señor no te va a preguntar cuántos “cargos” tuviste o en qué posición servías, eso es secundario. Lo que en verdad mira es cómo está nuestro corazón.
¿Lo entiendes? ¿Qué importa lo que la gente vea? Ponte por meta alegrar el corazón de Dios, y después, si Él quiere, el lugar de servicio aparecerá naturalmente.
Te lo concederá el mismo Señor de la mies. ¿Comprendes ahora? Adorémosle en espíritu y en verdad, que al fin y al cabo, es todo lo que importa.
A ti sea la gloria Señor y toda mi vida, en el nombre de Jesús, amén.
Oración
Padre Santo, gracias por tanto amor, por la bendición de poder ser tu hijo, gracias por todo lo que has hecho y por todo lo que haces en mi vida.
Me entrego a ti para adorarte y servirte en espíritu y en verdad. Quiero adorarte con mi vida, con mis hechos, con mis palabras y actitudes.
Te pido que obres en mí de tal modo que pueda llegar a ser como nuestro modelo, el Señor Jesucristo. Cambia lo malo de mí, ayúdame en la lucha contra la carne, bendíceme para que sea una persona íntegra y fiel según tus ojos.
Padre, yo te adoro y quiero adorarte toda mi vida, me pongo en tus manos y elevo mi oración esperando que me bendigas, que la oigas y me ayudes, en el nombre de Jesús, te doy gracias porque sé que me oyes, para ti sea la gloria, amén y amén.
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Notas
- Las citas bíblicas fueron tomadas con permiso de la Nueva Biblia de las Américas (NBLA) © 2005 byThe Lockman Foundation.
- La imagen de portada es un trabajo de Gracia y Vida utilizando las imágenes originales de mali maeder.