Juan 3.13 – El Hijo del Hombre que está en el cielo

Juan 3.13 – El Hijo del Hombre que está en el cielo

Comentario Bíblico sobre el Evangelio de Juan

Introducción

Esta es la continuación del estudio de las enseñanzas de Jesús en su encuentro con Nicodemo. Hemos estado estudiando el diálogo entre ellos, lo que Jesús le afirmaba, las preguntas de Nicodemo, y en el último estudio hemos llegado a un punto de la charla a partir del cual Nicodemo ya no tendrá intervención.

Por dicha razón hemos entendido que esta conversación puede dividirse en por lo menos dos partes. En la primera hemos visto que Jesús afirmaba alguna verdad espiritual y Nicodemo preguntaba el significado de la misma; en tanto que en la segunda parte Jesús le revelará distintas verdades relacionadas con el Mesías y con su propósito de salvación, pero sin las intervención de su interlocutor.

Y ya hacía el final de esta segunda parte de su encuentro, Jesús también le hablará sobre el juicio a quienes no han aceptado la verdad de Dios, ni al Mesías encarnado (el Hijo de hombre), ni tampoco su mensaje de salvación (evangelio). Pero iremos de a poco en el tratamiento de todos estos temas y por lo pronto, en este estudio, sólo nos detendremos en el versículo trece.

Por tanto lo que hoy veremos es, tanto la procedencia como también el lugar en donde Cristo Jesús reside hasta su regreso a esta tierra; qué significó la frase “el Hijo del hombre”, por qué a Jesús le era tan importante utilizarla (vemos que normalmente la ha utilizado para referirse a sí mismo); y también, en lo posible, nos detendremos a pensar un poco en cómo aplicar algunas de estas enseñanzas a nuestras vidas.

Índice

A continuación te dejaremos un índice para que puedas navegar dentro de este estudio según tu voluntad, pero aunque éste te resulte práctico para releer los distintos puntos del comentario, te recomendamos que la primera vez que lo leas, lo hagas de principio a fin, para poder tener una idea completa de todo lo que este versículo tiene para decirnos.

Pero antes de comenzar con nuestro estudio de hoy, te quisiéramos presentar en forma muy breve nuestro Comentario Bíblico Devocional sobre el Evangelio de Juan:

Unas palabras sobre este comentario

La presente es una porción del Comentario Bíblico sobre el Evangelio de Juan, publicado por Gracia y Vida. El mismo pretende ayudar a los lectores en la interpretación y en la aplicación de las escrituras a sus vidas; teniendo además como objetivo que la lectura sea fluida y de fácil interpretación.

Con dicho objetivo en mente, y a fin de entender los distintos versículos de la manera más apropiada, nos ayudaremos con un análisis del contexto y también con las herramientas hermenéuticas necesarias para llegar a una correcta interpretación; pero todo esto sin entrar en largas discusiones, ni en detalles demasiado técnicos.

Sin más, y primero que cualquier otra cosa, te invitamos a leer atentamente el texto y orar para que el Señor te llene de su sabiduría; sin lugar a dudas Él será la gran fuente de toda verdad y de todo entendimiento. Hecho ésto, ahora sí comencemos con el estudio de los versículos que nos convocan, leamos:

El texto

Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, es decir, el Hijo del Hombre que está en el cielo.

Juan 3.13 – LBLA

Juan 3.13 – El Hijo del Hombre que está en el cielo

Análisis del texto

Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo

Para analizar esta primer parte del texto debemos tener algunos conceptos entendidos. Lo primero que debemos saber es a qué se refiere Jesús cuando habla del cielo. Y para poder tener una idea acabada de su significado e implicancia, haremos un pequeño análisis de la palabra cielo tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo.

El cielo

A continuación veremos que esta palabra tiene un gran número de usos y que en determinados lugares se refiere a una cosa pero en otros, segun el contexto, tiene distintos significados.

Te proponemos ver algunos de sus usos en la Biblia para poder tener una idea de qué se entendía en quella cultura cuando se hablaba del cielo. Y un poco más que eso, te presentamos un muy breve resumen de su uso en las escrituras.

La palabra y algunos usos

La palabra utilizada en el Antiguo Testamento para cielo era scha·má·yim o sûaµmayim, la misma es una palabra en plural “cielos”, la cual nos da una idea de aquello que está en lo alto (véase por ejemplo Isaías 55:9). En cambio, en cuanto a la palabra griega correspondiente al cielo, (la utilizada en el Nuevo Testamento) era ou·ra·nós o ouranos, la cual no tiene un claro origen etimológico.

En la Biblia la palabra cielo se aplica al firmamento, especialmente en la expresión “los cielos y la tierra” (Génesis 14.19; Mateo 5.18); pero también a la atmósfera terrestre (Deuteronomio 4.17; Mateo 6.26) y asimismo al lugar en donde se encuentran los astros (Mateo 24.29; Marcos 13.25, 31; Hebreos 11.12; Apocalipsis 6.14).

De todos ellos se nos dice que tanto el Hijo como el Padre son los creadores (Hebreos 1.10; Génesis 14:19; Apocalipsis 10.6; entre muchos otros). Notemos ya en este punto cómo esta misma palabra puede describir o aludir a varias cosas y, por lo tanto, tener significados múltiples e implicaciones diferentes según sea el contexto.

Además de aquellos usos ya mencionados, también se dice que el cielo es el lugar de residencia de Dios y de sus ángeles (Génesis 28.12; Esdras 1.2; 1 Reyes 8.30, 39; Isaías 63.15; Salmos 33.13-14; 103.19; Mateo 5.16; 12.50; 18.10; 22.30; Marcos 13.22; Apocalipsis 3.5, 12; 11.13; 16.11, etc.).

Y por otro lado, notamos que muchas veces cuando se habla del cielo, no se está hablando de un lugar específico sino que en realidad se está evocando el nombre de Dios (Lucas 15.18, 21; Juan 3.27).

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Procedencia y lugar actual de residencia de Jesús

Notemos ahora que la Biblia nos dice que Él descendió del cielo (Juan 3.13,31; 6.38); que allí también ascendió luego de su resurrección (Hechos 1.9-11; Efesios 4.10; Hebreos 4.14; 8.1; 9.24; 1 Pedro 3.22); que desde allí intercede por nosotros (Romanos 8.34) y que es desde donde vendrá con sus ángeles (Mateo 24.30; 2 Tesalonicenses 1.7) para encontrarnos con Él en el “cielo” (1 Tesalonicenses 4.16).

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En referencia a nosotros

Sumado a todo lo anterior, también sabemos que es el lugar en donde nos aguarda “nuestra herencia de parte de Dios” (1 Pedro 1.4) y que será nuestro lugar de residencia cuando vivamos con Él en gloria (2 Corintios 5:1; Filipenses 3.20). En este sentido el cielo recibe igualmente diferentes nombres, algunos de ellos son:

Reino de Dios (Marcos 9.47); El Reino del Padre (Mateo 13.43); Reino de Cristo (Lucas 22.30); Reino de los Cielos (Mateo 5.3); Casa del Padre (Juan 14.2), Ciudad de Dios y la Jerusalén Celestial (Hebreos 12.22); Paraíso (2 Corintios 12.4); Tercer Cielo (2 Corintios 12:2); etc.

Tanta cantidad de nombres para un mismo lugar no debe sorprendernos, notemos además que al hablar del cielo, distintas versiones de la Biblia traducen esta palabra de diferentes maneras; por ejemplo, al traducir Génesis 1.6 y 1.8, RVR1960 y LBLA la traducen como “expansión”, la NVI como “Firmamento”; y la DHH como “bóveda”, pero sin embargo, todas hablan de lo mismo.

Todo esto es porque su significado es tan amplio que una sola palabra y una sola definición difícilmente basten para expresar la totalidad de su concepto. Eso sí, tal vez puedas coincidir con nosotros en que, al admirar nuestro cielo, junto con los autores bíblicos podemos decir que ellos “muestran la Gloria de Dios” (Mateo 21.25; Salmos 8:3-9; 19:1). ¿No es cierto? ¡Cuán grande es el Creador de todas las cosas! Nunca dejemos de alabarle.

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El tercer cielo

Por otro lado, es interesante notar que pocas personas han presenciado alguna manifestación de lo que será aquel lugar celestial en donde viviremos con Cristo. En la Biblia encontramos por lo menos cinco personas que han tenido alguna revelación sobre el cielo, pero cada uno ha visto diferentes detalles del mismo. Otra cosa que también varía de uno a otro es la circunstancia y la forma de la revelación.

Por ejemplo Pablo, al hablar del tercer cielo, no sabía si lo había visto por medio de una revelación (a través de un sueño), o si lo había presenciado físicamente (2 Corintios 12.2). Y además de él, otros hombres de Dios han tenido majestuosas e inquietantes revelaciones del cielo, estos son Isaías, Daniel, Ezequiel y el apóstol Juan, el autor del Apocalipsis (Revelaciones).

Además de todo esto, según las profecías bíblicas, podemos ver algo que también nos resulta muy notorio, y es que los cielos que ahora vemos serán cambiados en “cielos nuevos y tierra nueva” (Is. 65.17; 66.22; Mateo 24.35; 2 P. 3.10–13; Ap. 21.1).

Pero… ¿Cómo serán? Eso es algo que ninguno de nosotros sabe, aunque ciertamente hay algunas cuantas revelaciones sobre el tema, podemos ver por ejemplo Apocalipsis 7: 15-17; 21: 9-11 y el los capítulos completos 21 y 22, esto más allá de lo que vemos en los profetas del A.T.

El misterio del cielo

Al considerar entonces el sentido y la definición de la palabra “cielo”, pasamos de algo material y visible a algo espiritual e insondable, es decir, podemos ver los astros y también los pájaros volando en el cielo, pero no tenemos ni la menor idea de dónde se halla el lugar de residencia de Dios (el cual entendemos que es espiritual, dado que Dios es espíritu, Juan 4.24); y tampoco sabemos cómo serán la tierra y los cielos nuevos.

Por lo tanto, toda esta revelación no nos es suficiente como para conocer todo sobre el tema…

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Llevando estos conceptos a nuestro estudio de Juan

Al finalizar este corto resumen sobre lo que implica la palabra cielo, queremos centrarnos en algo que es muy importante de entender en nuestro estudio:

Jesús conocía bien de lo que hablaba, eso es lo que había expresado en el versículo 11 (dos versículos atrás). Solo Jesús podía contar y explicar conceptos espirituales y celestiales. Podía hacerlo no solo por ser la segunda persona de la Trinidad y por ser omnisciente, sino porque Él mismo había estado en presencia de Dios en el mismísimo cielo.

Pero el gran problema con el que se enfrentaba es que las personas a quienes les hablaba no lograban depositar en Él su fe, y para peor, los que más pudieran haberlo entendido, los religiosos y conocedores de la ley, tampoco ellos lograban comprender de qué hablaba Jesús y todavía peor, no creían lo que Él les exponía.

No creían en las cosas espirituales (posibles de experimentaren esta vida) y por lo tanto tampoco creerían ni entenderían las celestiales. Ni siquiera si el mismo Mesías se las explicaba… Esto era porque no tomaban como válido el testimonio de aquel que había estado en y que conocía bien el cielo.

Seguramente fue por eso que Jesús se lamentó tanto y se entristeció por ellos al decir las palabras de aquel texto tan conocido:

37 ¡Jerusalén, Jerusalén (…) ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste! 38 He aquí, vuestra casa se os deja desierta. 39 Porque os digo que desde ahora en adelante no me veréis más hasta que digáis: «Bendito el que viene en el nombre del Señor».

Mateo 23.37-39 – LBLA

Es asimismo seguro que, por esta falta de fe y por esta lejanía de Dios que aquellos manifestaban, que Jesús les dijera esos ocho “Ayes” de Mateo 23.13-36. Y es también por eso, que en el versículo anterior al que estamos viendo ahora, es decir Juan 3.12, que Jesús expresó aquella pregunta retórica y hasta casi irónica:

Si os he hablado de las cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las celestiales?

Juan 3.12 – LBLA

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Reflexión

¿Qué pasaría por las mentes de aquellas personas? ¿Cómo podían ellos ser los representantes de Dios para su pueblo y al mismo tiempo estar tan lejos de Él? Ahora, ¿Somos nosotros tan distintos a ellos? ¡Cuán lejos podemos estar de Dios, si solo nos abocamos a los ritualismos y nos apegamos ciegamente a la letra de una religión o de un credo!

¡Cuán ciegos podemos hacernos a nosotros mismos, si no tenemos comunión con Dios!

Quiera Él ayudarnos a entender su Palabra y su revelación para nuestras vidas, y más que eso, quiera fortalecernos y bendecirnos para lograr hacer carne lo que ya hemos entendido y lo que está bien claro en su Palabra.

Dios tiene mucho más para revelarnos, pero al contrario de lo que sucedía con muchos religiosos de aquel tiempo, nosotros debemos estar preparados y anhelar estar siempre en sus caminos. Para ello no debemos perder nuestra comunión diaria con Él, debemos buscarlo y ponernos por meta conocerle cada día más, y también obedecerle.

Por tanto, nuestro deseo para ti es que Dios Se revele cada día a tu vida y la bendiga, que logres cumplir con tu misión y tu ministerio, que Él se regocije al ver tu vida, tu entrega, tu testimonio y tu amor por Él y por los demás. Y en el nombre de Jesús le pedimos que así sea.

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Volvamos ahora a nuestro texto

Jesús dijo que nadie había subido al Cielo, por lo menos hasta aquel momento. Eso implica que nadie más que Él podía revelarnos con autoridad y conocimiento verdadero cómo era el Cielo.

Tal vez aquí pudiéramos discutir un poco sobre Elías y Enoc, quienes fueron arrebatados y quizás también incorporar a esta discusión el concepto de la sima “del seno de Abrahám de Lucas 16.19-31, pero dado que no queremos alargar mucho este estudio, solamente expresaremos nuestra interpretación sobre el tema y luego seguiremos con Juan:

Ya hemos dicho que creemos que nadie había subido hasta aquel momento, entendemos que el arrebatamiento de ambos, Enoc y Elías no implicó que ellos fueran llevados al Cielo, el lugar en donde están Dios y los ángeles. Pero también debemos decir que no sabemos dónde los ha llevado el Señor (tal vez al lugar llamado sima del seno de Abraham).

Yendo nuevamente a nuestro texto, Juan nos cuenta que Jesús nos dijo de sí mismo que Él era “Hijo del hombre”. Te invitamos a investigar juntos qué quería decir al asignarse ese nombre:

El Hijo del Hombre

En primer lugar, observamos que Jesús se refirió a sí mismo de esta manera en muchísimas ocasiones. Es interesante notar que lo hizo dándole el sentido de “título sustitutorio” al del Mesías, es decir, que en vez de hablar sobre Sí mismo como el Mesías, Jesús se llamó: “el Hijo del hombre“. Intentemos ver por qué:

Es muy posible que así lo hiciera porque era el título que más lo identificaba con lo que había venido a hacer al descender a la tierra: Encarnarse (Juan 1.14) y tomar nuestro lugar en la cruz (Marcos 10.45; Hebreos 9.28). Según el plan divino, ésto es algo que sólo podía hacer un ser humano, un pariente cercano a todos nosotros (1 Corintios 15.3-4).

Jesús logró esta relación de parentesco con la humanidad al encarnarse y por lo tanto Él pudo redimirnos (comprarnos por el precio de su sangre) y desarrollar su propósito redentor en nosotros (Mateo 20.28; Hebreos 9.14; Tito 2.14). Ésto por supuesto era algo que nadie más que Él podía hacer. Y por eso así había sido planificado por Dios.

Ahora, al decir que Jesús llegó a ser un ser humano, también decimos que por ende Él tiene una doble naturaleza, tanto una divina por ser parte de la Trinidad, como una humana a partir de su nacimiento terrenal.

Es hermoso poder apreciar que es gracias a su identificación con los seres humanos, y por haber vivido en este mundo, que Él nos entiende y que por lo tanto intercede por nosotros desde el cielo (Romanos 8.34).

También es de gran bendición saber que Él hizo todo lo necesario para dejarnos el ejemplo perfecto para saber cómo relacionarnos correctamente con el Padre y cómo desenvolvernos en la vida. No olvidemos que Él ha vivido en esta tierra sin pecado aunque en todo fue tentado al igual que nosotros (Hebreos 4.15).

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Juan 3.13 – El Hijo del Hombre que está en el cielo

El significado del título

El término Hijo del Hombre aparece en muchos versículos de la Biblia, aunque no todos se refieren a Jesús, sino que también otros hombres fueron llamados así por Dios o por el Ángel del Señor; un ejemplo de esto se encuentra en Ezequiel 40.3, donde vemos que el profeta fue llamado de esta manera.

También vemos que es una forma general de referirse a los seres humanos por parte de Dios (Salmos 8.4; 11.4; 12.1; 58.1; etc., etc). Pero lo que a nosotros nos interesa es saber cómo este título se aplica a Jesús y qué quería decirle Él a sus oyentes cuando se llamaba a sí mismo de esta manera.

El primer lugar en donde la Biblia presentó al Mesías llamándolo “Hijo del hombre” fue en el libro de Daniel, leamos el texto:

13 Seguí mirando en las visiones nocturnas, y he aquí, con las nubes del cielo venía uno como un Hijo de Hombre, que se dirigió al Anciano de Días y fue presentado ante El. 14 Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran. Su dominio es un dominio eterno que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.

Daniel 7.13-14 – LBLA

Pero más allá de los textos bíblicos, la clave para comprender qué entendía el pueblo judío sobre el Hijo del hombre se halla en los textos intertestamentarios. Los libros de Enoc, de Baruc y de Benjamin hablan sobre un tiempo apocalíptico en donde el Hijo del hombre vendría a juzgar a toda la humanidad.

Por lo tanto, claramente Jesús le decía a sus oyentes que Él era el Mesías profetizado cuando se nombraba a sí mismo de esta manera. Veamos ahora:

El uso que Jesús le da a este título

Vemos que Jesús se llama de este modo en todo su ministerio público, y que cada uno de los cuatro evangelios lo refleja en sus textos. Jesús lo utilizó en circunstancias muy especiales y muy significativas, tanto para sus discípulos como para el pueblo. Veamos rápidamente algunas pocas:

Al hablar de su misión en la tierra, Él dijo:

porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Lucas 19:10 – LBLA
Al hablar de la autoridad que el Padre le había dado:

y le dio autoridad para ejecutar juicio, porque es el Hijo del Hombre.

Juan 5:27 – LBLA
Cuando les anticipó a sus discípulos que debía morir:

Sabéis que dentro de dos días se celebra la Pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado.

Mateo 26:2 – LBLA
Al anunciar lo que sucedería una vez resucitado:

Pero de ahora en adelante, el Hijo del Hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios.

Lucas 22:69 – LBLA

Juan 3.13 – El Hijo del Hombre que está en el cielo

Cuando habló de su segunda venida:

Por eso, también vosotros estad preparados, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre.

Mateo 24:44 – LBLA (ver también Lucas 18.8 y 21.27)

Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre; y entonces todas las tribus de la tierra harán duelo, y verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria.

Mateo 24:30 – LBLA
Lo utilizó en circunstancias muy difíciles para Él:

Pero Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?

Lucas 22:48 – LBLA
Y también al hablarle al pueblo y a las autoridades religiosas:

Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico).

Marcos 2:10 – LBLA
Así mismo al hablarle a sus discípulos:

Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?

Mateo 16:13 – LBLA
Vemos también que el pueblo sabía bien qué indicaba el término “Hijo del hombre”:

Entonces la multitud le respondió: Hemos oído en la ley que el Cristo permanecerá para siempre; ¿y cómo dices tú: “El Hijo del Hombre tiene que ser levantado”? ¿Quién es este Hijo del Hombre? Juan 12:34 – LBLA (vemos aquí la perplejidad del pueblo ante la posible muerte del Mesías, tanto que preguntaban qué significado le asignaba Jesús al término.)

Jesús oyó decir que lo habían echado fuera, y hallándolo, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo del Hombre? Juan 9:35 – LBLA (Aquí el ciego de nacimiento pudo ver, tanto física como espiritualmente, el creyó en el Hijo del hombre y le adoró).

Algunos otros verísculos en los cuales también se llama de este modo son:
  • Mateo 8.20; 12.8, 37; 18.11; 13.27; 17.9, 22; 24.27, 30, 37, 39; 26.24.
  • Marcos 2.28; 13.26; 14.62.
  • Lucas 7.34; 9.44, 56, 58; 12.8, 40; 17.22, 24, 30; 22.22; 24.7.
  • Juan 5.27; 9.35; 12.23; 17.26.

(Esta lista no pretende ser una concordancia completa, solo pretendemos mostrar la importancia que el mismo Jesús le asignaba a este término/título, dado la cantidad de veces que se refirió a sí mismo por medio de ese “nombre”. Así es que entonces, si sigues buscando de seguro hallarás muchos versículos más.)

Hablemos ahora dos verdades acerca del Hijo del hombre, la primera es que había descendido del cielo (recuerda que hemos mencionado esta verdad un poco más arriba al hablar del cielo); la segunda, bastante más difícil de entender, es que Jesús estaba en ese mismo momento también el el cielo. Vayamos por la primera:

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El Hijo del Hombre bajó del cielo

Esta verdad ya se ha pronunciado de varias maneras en este evangelio y es respaldada por todo el Nuevo Testamento. Desde el principio de su evangelio, el apóstol Juan ya nos habló de la deidad de Jesús y de su preexistencia (Juan 1.1-5), pero también de su encarnación y su propósito (Juan 1.9-14).

Te invitamos a leer sobre

Como dijimos, hay también muchos otros versículos que nos afirman que Jesucristo descendió del cielo (véase por favor más arriba).

Juan 3.13 – El Hijo del Hombre que está en el cielo

El mensaje detrás de estas palabras

Jesús claramente les decía a sus oyentes que Él era el Hijo de Dios, que era el Mesías y que era Dios junto con el Padre. Pero ésto era mucho más de lo que ellos podían oír. No estaban dispuestos ni siquiera a considerar estas palabras como reales. Esto sin lugar a dudas respondía a dos factores fundamentales.

El primero era que si bien el Antiguo Testamento contenía algunas afirmaciones en este sentido, las mismas no estaban del todo claras para ellos. Esto dificultaba mucho su comprensión de lo que Él les decía, y por lo tanto, no estaban satisfechos con lo que escuchaban y por eso lo rechazaban.

El segundo factor nos resulta más que obvio, esta falta de entendimiento también se debía a su alejamiento de Dios y a la dureza de sus corazones. Esto sin duda caracterizaba a la mayoría de los oyentes del mensaje de Jesús, comenzando por las autoridades religiosas del momento.

Pero a pesar de que ambos factores hayan afectado a tantas personas, algunas sí pudieron considerar las señales de Jesús y su autoridad al exponer las verdades de Dios como claros indicadores de la presencia del Mesías profetizado. Éstos pudieron no solo oír sino también encontrar el camino hacia la salvación.

Recordemos en este punto que éste era el ropósito de Jesús para con Nicodemo, quien al final de su encuentro con Jesús no solo logró encontrarse con el Mesías, sino también con la salvación que ahora mismo esta dispuesta también para ti. ¿Estás seguro de tu salvación? ¡Te invitamos ahora mismo a aceptar a Jesús como tu Señor y Salvador!

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Veamos ahora qué significa que

El Hijo del hombre está en el cielo

Aclaraciones iniciales

Este dicho/afirmación de Jesús puede confundirnos desde una lectura rápida, y de hecho, también ha confundido a muchos estudiosos, quienes han meditado mucho en la verdad contenida en este texto. De hecho hay distintas explicaciones o posturas sobre este tema.

Nosotros hemos preferido darte a conocer nuestra propia interpretación en lugar de abrumarte exponiendo cada una de ellas. Queremos ser claros en este punto al decir que te ofrecemos una interpretación y no una verdad indiscutible. Puedes, si es lo que necesitas, seguir investigando más en otros comentarios. El Señor te guíe y llene de sabiduría de ser el caso.

Algo de lo que también debemos ponerte al tanto es que ésta última parte del texto no se encuentra en algunos de los manuscritos más antiguos; esto por supuesto no ha ayudado mucho a la hora de interpretar el mismo (una de las traducciones bíblicas que da cuenta de esto es la LBLA, la cual coloca este hecho en una nota en el pie de página).

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Nuestra interpretación

Aún con este difícil panorama te proponemos intentar interpretar las palabras de nuestro Señor. A continuación te proponemos mirar este tema desde dos puntos de vista, desde el de la atemporalidad de Dios y desde el punto de vista de los atributos de la deidad de Cristo.

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Según el punto de vista de la atemporalidad de Dios

Para comenzar con la interpretación desde el primer punto de vista, lo que haremos es buscar otras referencias y afirmaciones bíblicas que contengan el mismo sentido que la expresión de Jesús (claro está, según nuestra humilde opinión). En este sentido hemos encontrado dos textos que nos llaman la atención:

Un texto que resuena en nuestras mentes es aquel en el que Pablo nos afirma que “estamos sentados en lugares celestiales junto con Jesús” (leer por favor Efesios 2.6). Este texto inspirado no dice que lo estemos físicamente sino que nos habla de la posición que hemos adquirido gracias a una nueva relación con Dios.

Otro texto, también muy significativo, dice que los que hemos sido llamados, hemos sido justificados y hacia el final del mismo nos dice que hemos sido glorificados (Romanos 8.30). Pero ésto último no es algo que haya sucedido aún (por lo menos no físicamente); aunque sí ha de suceder según el plan divino.

Otra vez aquí, como en el texto anterior, encontramos algo que no podemos ver con nuestros propios ojos, pero que según Dios ya han acontecido. Por lo tanto, el hecho de no poder ver esta realidad hoy mismo en nuestras vidas, no implica que no sean reales según la mirada, perspectiva y plan de Dios para nosotros.

Por tanto, te animamos a considerar como ciertas y reales ambas afirmaciones del apóstol Pablo, las cuales, lejos de confundirnos deberían llenarnos de seguridad. Sabemos que “aquel que comenzó la buena obra en nosotros, la perfeccionará” (Filipenses 1.6). ¿Cierto?

Para considerar:

Pablo estaba tan seguro de que así sería que escribió el texto (de Romanos 8.30) completamente en pasado, como si ya todo hubiese sucedido.

Entonces, al considerar estos textos desde la perspectiva de Dios, un ser espiritual que está fuera del tiempo, podemos afirmar que las cosas no fueron ni serán, sino que son. Si pudiéramos mirar de es modo nuestras vidas, comprenderíamos, aunque más no sea un poco, que Él ya nos ve como personas glorificadas y sentadas junto con Cristo en los lugares celestiales.

Mirando ahora nuestro texto de Juan desde esa perspectiva, la cual no es afectada por el tiempo, Cristo Jesús bien pudo decir que el Hijo del hombre estaba, en aquel momento, en el Cielo.

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Según el punto de vista de los atributos de la deidad de Jesús

Ahora, permítenos cambiar la perspectiva y centrar nuestra mirada en aquel Jesús quien es la segunda persona de la Trinidad.

Podemos considerar que Dios estuvo en aquel tiempo en un cuerpo humano y mortal en cuanto a la esfera física, pero en cuanto a la espiritual, Él continuaba siendo omnipresente. ¡Era Dios con todos sus atributos quien moraba en el cuerpo de Cristo!

Esto es tan grandioso de decir, pero tan difícil de entender con nuestras mentes finitas, que poder explicarlo es algo que nosotros no podríamos hacer. Nos disculpamos por eso, y esperamos que Dios llene tu mente de Su entendimiento, y complete lo que nosotros no podemos. Él te llene de su verdad, de su sabiduría y de su paz.

Juan 3.13 – El Hijo del Hombre que está en el cielo

Para finalizar este comentario

En este texto tan corto nos hemos encontrado con tantas verdades que nos ha sido difícil poder resumirlo mucho más. Esperamos que lo expuesto haya servido para ti y te haya sido de bendición.

También nos ponemos a tu disposición para intentar explicar lo que no haya quedado claro en este estudio, pero por cierto que algunas cosas solo nos serán reveladas en la presencia de Dios. Esperamos, aún así poder ayudarte si es que en algo podemos. De ser el caso solo escríbenos.

Aquí finalizamos este estudio no sin antes decir que: ¡Este eterno y maravilloso Jesús es digno de toda Gloria por los siglos, amén! ¡Que Él te bendiga mucho! Amén.

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Te dejamos algunos otros links que pudieran servirte:

Nota

Todas las Citas Bíblicas identificadas con LBLA fueron tomadas con permiso de LBLA – http://www.lbla.com

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