Juan 3.11-12 – Cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales
Comentario Bíblico Devocional del Evangelio de Juan
Introducción
En este estudio continuamos analizando y comentando las enseñanzas y conceptos transmitidos por Jesús en su conversación con Nicodemo, un gobernante de Israel y maestro de la Ley. En estudios anteriores hemos visto que sus enseñanzas eran difíciles de comprender para él y hemos intentado explicar por qué.
Además dijimos que existía un punto en el cual la charla se convertiría en monólogo por parte de Jesús. Son precísamente los versículos que ahora estudiaremos los que constituyen una bisagra entre aquella charla y el monólogo que comenzará a partir del versículo 13.
Jesús siempre tuvo la intención y la meta de llevar a Nicodemo al entendimiento necesario para que éste pudiera entrar en el Reino de los Cielos. Pero a partir de aquí veremos un cambio en la forma en la que Jesús le habla a aquel que había venido para conocer quién era Él y qué mensaje tenía de parte de Dios.
Por tanto ambos versículos, 11 y 12 corresponden a un paréntesis a partir del cual Jesús abordará una manera distinta de presentar las Buenas Nuevas.
Hasta aquí Jesús le habló de la necesidad del nuevo nacimiento, de nacer del agua y del Espíritu, de la forma de proceder del Espíritu y de los que son nacidos del mismo; pero después de estos versículos le hablará del Mesías y de su función, del amor de Dios, de la fe, de la salvación y de la vida eterna.
Además, para el final de la charla, transformada en un monólogo, Jesús también le hablará del juicio y de la condenación de los que, en vez de elegir la luz, eligieron las tinieblas. Pero vayamos de a poco, veamos ahora estos versículos bisagra y dejemos el resto para los próximos estudios.
Índice
A continuación ponemos a tu disposición un índice para que puedas navegar según lo dispongas, pero aunque utilizarlo pueda resultar práctico y ágil, te recomendamos que sigas la lectura de principio a fin para lograr entender más apropiadamente cada parte del texto.
Juan 3.11-12 – Cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales
Pero antes de comenzar con el análisis del texto, permítenos que te compartamos muy brevemente cuál es nuestra meta con el comentario Bíblico de Gracia y Vida sobre este hermoso evangelio:
Unas palabras sobre este comentario
La presente es una porción del Comentario Bíblico sobre el Evangelio de Juan, publicado por Gracia y Vida. El mismo pretende ayudar a los lectores en la interpretación y en la aplicación de las escrituras a sus vidas; teniendo además como objetivo que la lectura sea fluida y de fácil interpretación.
Con dicho objetivo en mente, y a fin de entender los distintos versículos de la manera más apropiada, nos ayudaremos con un análisis del contexto y también con las herramientas hermenéuticas necesarias para llegar a una correcta interpretación; pero todo esto sin entrar en largas discusiones, ni en detalles demasiado técnicos.
Sin más, y primero que cualquier otra cosa, te invitamos a leer atentamente el texto y orar para que el Señor te llene de su sabiduría; sin lugar a dudas Él será la gran fuente de toda verdad y de todo entendimiento. Hecho ésto, ahora sí comencemos con el estudio de los versículos que nos convocan, leamos:
El Texto
11 En verdad, en verdad te digo que hablamos lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no recibís nuestro testimonio. 12 Si os he hablado de las cosas terrenales, y no creéis, ¿Cómo creeréis si os hablo de las celestiales?
Juan 3.11-12 – LBLA
Comentario del texto bíblico
11
En verdad, en verdad te digo que hablamos lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto
Para ver qué significa la frase “en verdad, en verdad” puedes hacer clic en el link. Pero abreviadamente diremos que la misma representa una introducción a una verdad muy importante y que es una forma de decir: “presten atención a la siguiente verdad”.
Al decir Jesús que “hablamos lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto” está utilizando la primera persona del plural, esto es para dar a entender que tanto Él como otros más sabían bien lo que decían, y que hablaban no de algo que hubieran inventado, sino de algo que ellos mismos habían conocido y visto previamente.
Por lo tanto aquí hay por lo menos dos preguntas que debemos responder: ¿Qué es lo que sabían y habían visto? Y, ¿De quiénes estaba hablando Jesús?
¿Qué es lo que sabían y habían visto?
Obviamente la respuesta a la primer pregunta debería encontrarse en el contexto de esta conversación. Al hacer un repaso de la misma podemos observar claramente que Jesús estaba hablando de la salvación, y de la nueva relación que era posible tener con Dios. Eso es lo que sabían quienes transmitían el mensaje y daban testimonio.
Pero…
¿De quiénes estaba hablando Jesús?
Dado que el texto no nos lo aclara, para intentar responder a esta segunda pregunta, podríamos considerar varias posibilidades y hasta la sumatoria de varias de ellas. Veamos y analicemos juntos las siguientes:
Los profetas
Jesús bien pudiera estar hablando de los profetas, dado que existe en una larga lista de personas que habían sido enviadas por el Padre como profetas antes de Jesús. Ellos habían hablado de la salvación, del amor de Dios, de una nueva relación con Él y hasta incluso de la venida de un Salvador.
Ésto mismo es afirmado por el escritor de Hebreos, quien dijo que:
1 Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, 2 en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo.
Hebreos 1.1-2 – LBLA
Todos los profetas habían hablado de lo que Dios les había comunicado previamente, e incluso de lo que muchos de ellos habían visto sobre el Reino Celestial, recordemos por ejemplo el caso de Isaías, quien había presenciado el gran trono alto y sublime donde Dios mismo se sentaba. (Isaías 6.1).
Todos ellos tenían un mensaje dado por el Padre y por lo tanto tenían un conocimiento muy especial que transmitir. Ellos sabían de lo que hablaban porque alguien con verdadera autoridad y poder se los había revelado previamente. Es por gracia de Dios, que incluso antes de la llegada de Jesús, estos hombres transmitieron fielmente aquel mensaje.
Esto es así pese a que nunca conocieron a la persona que traería la salvación. Analiza por favor con mucho cuidado lo dicho por el apóstol Pedro en 1 Pedro 1:10-12. (Te dejamos aquí un estudio sobre ese texto, por si quieres leer más sobre el tema: Dios anunció la salvación por medio de los profetas 1 Pedro 1.10-12).
Juan 3.11-12 – Cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales
Los apóstoles
Más allá de los profetas, y ya para el tiempo posterior a la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, los apóstoles dieron testimonio, enseñaron y transmitieron lo que habían vivido y lo que pudieron aprender. El apóstol Juan habla en nombre de todos los demás apóstoles cuando nos dice:
1Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que han palpado nuestras manos, acerca del Verbo de vida 2 (pues la vida fue manifestada, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó); 3 lo que hemos visto y oído, os proclamamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y en verdad nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
1 Juan 1.1-4 – LBLA
(Observa aquí la forma de la expresión de Juan en su epístola. ¿Notas la similitud con las palabras utilizadas por Jesucristo? ¡Cuán profundo pueden adentrarse las palabras del Señor en las mentes y corazones de aquellos que le aman! ¿Será ese nuestro caso? Dios quiera que si).
Las personas de la Trinidad
Otras personas que deberíamos considerar en forma muy especial son las que conforman la Trinidad. Notemos lo siguiente:
Dios el Padre escogió a sus siervos para que lleven su palabra, Jesús vino para encarnar la palabra de Dios y el Espíritu Santo fue quien inspiró a los profetas y a todos los siervos de Dios para anunciar las buenas nuevas a los demás seres humanos.
Por tanto, estos últimos son los actores fundamentales y los más importantes en la gran obra de Dios. Pero no son los únicos ni los últimos, hemos nombrado a los profetas, a los apóstoles y a Dios mismo, pero ahora llegamos a nosotros. Consideremos juntos lo siguiente:
Nosotros – Aplicación
También nosotros hemos recibido la Palabra, el mensaje de Dios y la comisión de hacer llegar el mensaje a todo aquel que nos rodea y también a todo el mundo. Eso es lo que nos ha pedido Jesús en la gran comisión (Mateo 28.19-20) y esa es nuestra misión y nuestro propósito.
Examina y reflexiona en el mensaje de los siguientes versículos:
Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.
1 Pedro 2.9 – LBLA
Porque así nos lo ha mandado el Señor: “Te he puesto como luz para los gentiles, a fin de que lleves la salvación hasta los confines de la tierra”.
Hechos 13.47 – LBLA
Incluso las palabras de Pablo a Timoteo también pueden ser tomadas y aplicadas a nosotros:
Predica la palabra; insiste a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción.
2 Timoteo 4.2 – LBLA
El último versículo que te dejamos debería ser nuestra meta y nuestro lema de vida. ¿Qué representa el siguiente versículo para ti? Lo ponemos a tu consideración:
Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio solemnemente del evangelio de la gracia de Dios.
Hechos 20.24 – LBLA
¿Ya lo has considerado? Si te es posible, toma unos instantes para hacerlo. ¿Hasta dónde se hace carne en tu vida el propósito de llevar a otros el mensaje de salvación? ¿Será este un buen momento para charlar con tu Señor? Si lo crees pertinente, haz una pequeña pausa en tu lectura y conversa con Él (la lectura seguirá ahí cuando hayas terminado).
Juan 3.11-12 – Cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales
Para concluir
Jesús habló de todos aquellos que hemos recibido el mensaje del evangelio. Todos nosotros, desde hace tanto tiempo y hasta que el Señor vuelva, hablamos y hablaremos sobre de lo que sabemos y de lo que hemos experimentado gracias a la revelación de Dios, a la obra de Jesús en la cruz y a la del Espíritu Santo en nuestras vidas.
Cada uno de nosotros debemos hacer nuestra parte. Él espera lo mismo de nosotros. Entonces: ¡Manos a la obra!
Volvamos ahora al texto:
Pero vosotros no recibís nuestro testimonio
Ésta es una lamentable descripción de lo que estaba sucediendo con la mayor parte del pueblo judío. Notemos el plural en la frase, Jesús no hablaba solo de Nicodemo sino de todo el pueblo y principalmente de los sacerdotes, maestros de la ley y autoridades religiosas judías (representados en ese momento por Nicodemo).
Ellos no estaban preparados para entender ya que sus corazones estaban demasiado lejos del espíritu de la ley y por lo tanto de aquel que se la había dado. Ahora, más allá de tener la posibilidad de entender o no lo explicado, aquí Jesús expresa la voluntad y la decisión consciente de no recibir el testimonio de aquellos que fueron enviados.
Esto es ir un poco más lejos, ya que una cosa es no creer, otra no entender, pero no tener voluntad de recibir las buenas nuevas era algo que les quitaba la posibilidad de recibir la salvación, era algo mucho más serio, y que representaba el último paso tomado por personas cuya fe no apuntaba a la persona indicada (Dios y su Hijo Jesús).
Recordemos por un momento aquel texto que dice que la fe que nos lleva a la salvación nos llega por el oír la palabra de Dios (Romanos 10.17). Pero ellos, por su dureza y lejanía de Dios, lamentablemente la rechazaban… ¡En cuán difícil situación se ponían a ellos mismos! ¿Cierto?
Ahora,
¿Qué tal nosotros, cuánta aceptación tenemos de la Palabra y del mensaje de Dios?
Pensemos en lo siguiente
Lejos de mirar con ojos de juicio hacia aquellos hombres, tal vez deberíamos comprender que la descripción de Jesús también se aplica a toda la humanidad, quien en su gran mayoría no oye o descarta el mensaje del evangelio. Lamentablemente esto sucedió en la antigüedad, sucede hoy día y seguirá sucediendo hasta que el tiempo se acabe y ya no hayan más oportunidades.
Esto, sin embargo, no es excusa como para nosotros dejemos de cumplir con nuestro ministerio. Jesús siguió su meta y no la dejó de lado aún sabiendo que muchos lo rechazarían. ¡Cuán gran ejemplo para nosotros! ¿Estás dispuesta/o a tomarlo?
También nosotros debemos cumplir con su comisión y con nuestro propósito a pesar de saber que muchos no escucharán, y que no veremos todo fruto de toda nuestra labor; aquí la palabra también se cumple al decir que “unos siembran y otros cosechan, para que el que siembra se regocije juntamente con el que siega”, ver Juan 4.35-38.
Por tanto, ¡No te desanimes! Sigue con tu labor, ellos te siguen necesitando. Eres tú la/el mensajera/o de Dios, el portador, la portadora del evangelio. Debes saber que a su tiempo cosecharás tesoros celestiales, ¿Lo crees? Considera entonces ¿Dónde estás guardando tu depósito? (Si puedes, lee por favor 2 Timoteo 1: 12).
Juan 3.11-12 – Cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales
Volviendo ahora a nuestro texto, entendemos que Jesús le estaba reprochando su dureza de corazón ante las realidades espirituales del Reino de Dios. Éste es el espíritu de lo que le está diciendo a Nicodemo. Veamos ahora qué más agrega Jesús:
12
Si os he hablado de las cosas terrenales, y no creéis, ¿Cómo creeréis si os hablo de las celestiales?
Jesús no sólo a Nicodemo le había explicado las realidades del Reino y qué era necesario para ingresar a él. También les había explicado a todos los que a Él se acercaron. Lo hizo con ejemplos de la vida cotidiana y con palabras que podían entender; y a su vez también por medio de parábolas, siempre intentando que aquellos que tuvieran fe pudieran oír el mensaje de salvación.
Sus palabras eran sencillas pero cargadas de contenido, no hablaba con frases rebuscadas sino todo lo contrario. Siempre ejemplificaba las características del reino con alguna imagen que ellos pudieran entender (¿Has notado cuántas veces aparece la frase: “a qué compararé el reino de los cielos” en los Evangelios?).
Vemos distintas explicaciones sobre el Reino de los Cielos por ejemplo en: Mateo 13.24-30, 13.47-52, 18.1-6, 18.21-35, 19.1-12, 23-30, 20.1-16, 22.1-14, 25.1-30; Marcos 4.26-34, etc. etc. Jesús siempre hablaba de cosas espirituales con palabras y ejemplos terrenales, lo hacía como lo haría el mejor de los maestros y de hecho lo era.
Sin embargo son muchas las ocasiones en las cuales, al hablar de realidades espirituales, las personas solo entendían el significado más básico, físico y terrenal de lo que las palabras expresaban. Parece ser que era muy difícil, para las personas de esa sociedad, lograr un pensamiento abstracto; cada palabra era tomaba en forma concreta.
Veamos por un momento
Sólo tres ejemplos entre muchísimos otros
Al hablar del nuevo nacimiento “Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo ya viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer? (Juan 3.4) (Hemos colocado un link hacia el estudio de dicho versículo para que puedas revisarlo si te resulta oportuno). Pero notemos que Nicodemo estaba pensando en un nacimiento físico.
Los dos ejemplos siguientes son los de los capítulos que le siguen a éste. Al hablar Jesús del agua de vida, la samaritana entendió que Jesús solo le hablaba de agua para beber (ver Juan 4). Y al hablar de tomar su sangre y comer su carne, la multitud casi apedreó a Jesús y muchos de sus discípulos lo dejaron luego de dichas palabras (ver Juan 5).
Lo que Jesús explicaba eran cosas que podían vivirse aquí en esta tierra. Hablaba de la relación con Dios, de una nueva vida espiritual, de arrepentimiento de pecados. Cosas que deberían entender las personas de la época y por sobre todos los religiosos. Sin embargo existiendo esta realidad, ¿Cómo podía Jesús explicar y enseñar las cosas celestiales?
Eso es precisamente lo que le dice a Nicodemo, un ilustre hombre de la época, maestro de la ley, escriba reconocido por el pueblo y gobernante de la nación. Seguramente Jesús anhelaba poder explicarle otras cosas mucho más profundas, pero lamentablemente, todo ese conocimiento adquirido no le bastaba a Nicodemo como para entender las cosas espirituales, y lo peor, no le alcanzaba ni siquiera para creer en ellas…
Es por ésto que Jesús se pregunta:
¿Cómo creeréis si os hablo de las celestiales?
Parece ser que no había manera de que las personas entendieran el mensaje del evangelio, las cosas más básicas sobre la relación con Dios, por tanto también sería imposible que entendieran otras de fuera de esta vida y esta tierra.
Sin embargo aún así Jesús no se daría por vencido, intentaría explicarle a Nicodemo ahora de otra forma cómo poder ingresar en el Reino de Dios y qué debía hacer para lograrlo (Esto es algo que veremos en los siguientes versículos). Pero por ahora, nos gustaría dejarte la siguiente reflexión:
Juan 3.11-12 – Cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales
Para pensar
Esa constancia que poseía Jesús en pro de lograr su meta es un ejemplo formidable que pudiéramos tomar. Si sus oyentes no entendían determinadas explicaciones entonces lo explicaba de otra forma. Él no dejaba que la ceguera espiritual de sus oyentes lo detuviera. Bien haríamos nosotros en tomar nota de todo esto y ponerlo en práctica.
Cuántos hermanos conocemos que se dan por vencidos en el primer rechazo. Comunican la palabra una vez y ya se dan por satisfechos, como expresando con su actitud: “ya cumplí, hice lo que debía y ahora sigo con mis propias cosas”.
No es eso lo que el Señor nos mostró. ¿Cierto?
Muchos hemos necesitado oración y muchas oportunidades, y más de uno de nosotros necesitó hasta de ayuno por parte de quienes nos trajeron la Palabra. Entender nunca es fácil, no solo es cuestión de fe, el Espíritu Santo debe obrar también en nosotros para traernos convicción de pecado de justicia y de juicio (Juan 16.8).
Pero a pesar de que las cosas no nos resulten sencillas, no por eso debemos dejar de lado nuestra meta, ni olvidarnos de nuestro propósito. La gente que nos rodea aún necesita conocer el mensaje de salvación y somos nosotros los encargados de transmitirla.
Por tanto:
No cerremos las puertas a aquellos que todavía no le conocen. Oremos más por ellos, demos testimonio, hablemos lo que es justo, no seamos monotemáticos ni pesados. Mostremos el gozo que nos trae ser parte del Reino. Seamos buenos embajadores de dicho Reino y recordemos bien nuestra meta (1 Pedro 2.9 citado más arriba).
Concluyendo este comentario
Bien pudiéramos pensar que en estos versículos Jesús se está quejando del poco entendimiento de los religiosos de la época, su lectura nos resulta más que sugerente en ese sentido. Ellos deberían haber entendido mucho más fácilmente, pero en verdad no pudieron hacerlo.
Pero lejos de criticarlos pensemos en nosotros mismos y hagamos un examen de nuestras propias vidas. Cuántas cosas nos han sido explicadas una y otra vez por el Espíritu. Cuántas veces hemos leído en el texto bíblico las mismas enseñanzas y todavía nos cuesta aplicarlas todas a nuestras vidas.
Antes de juzgar, miremos nuestra propia “viga” (Mateo 7.3-5). Y comprendamos que debemos escudriñar la palabra de Dios y vivir como ella nos indica, por tanto, tomemos hoy la decisión de buscar la santidad (Hebreos 12.14), dado que a ella fuimos llamados (2 Timoteo 1.9) y tengamos la humildad y entrega de David cuando dijo:
23 Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón;
pruébame y conoce mis inquietudes.
24 Y ve si hay en mí camino malo,
y guíame en el camino eterno.
Salmo 139.23-24 – LBLA
Es seguro que nuestro Padre espera esto de nosotros y que hacer lo contrario sería entristecer a la persona del Espíritu Santo que mora en nosotros (Efesiso 4.30).
Hagamos nosotros lo que Él espera, alegremos su corazón, mostremos nuestro agradecimiento, y seamos lo que Él espera. ¿Estás de acuerdo? Dios nos ayude a tomar la decisión correcta y a mantenernos con la mirada fija hacia la meta (Si te es posible lee por favor Filipenses 3.13-16 y del 20 al 21). ¡Dios te ayude en este hermoso camino!
Juan 3.11-12 – Cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales
Saludos finales
Dejaremos aquí el estudio de estos versículos, esperamos que la explicación y el tratamiento de estos versículos hayan sido de provecho para tí. Si gustas puedes comunicarte con nosotros, quisiéramos que sepas que nos gustaría mucho recibir tus comentarios. Hasta el próximo estudio. ¡Que Dios te siga bendiciendo en todo!
Links
Te dejamos algunos otros links que pudieran servirte:
- Si deseas, haz click aquí para ir al Índice general del estudio y presentación del Evangelio de Juan.
- Estudio introductorio sobre el cuarto evangelio (Evangelio de Juan). Nos da un panorama general del libro completo.
- Índice general de los comentarios del capítulo 3 del evangelio de Juan.
- Estudio anterior: Juan 3.8-10 – El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va.
- Siguiente estudio: Juan 3.13 – Nadie ha subido al Cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del Hombre que está en el Cielo.
Nota
Todas las Citas Bíblicas identificadas con LBLA fueron tomadas con permiso de LBLA – http://www.lbla.com