Levantándose de allí, Jesús se fue a la región de Tiro, y entrando en una casa, no quería que nadie lo supiera, pero no pudo pasar inadvertido.
24 Levantándose de allí, Jesús se fue a la región de Tiro, y entrando en una casa, no quería que nadie lo supiera, pero no pudo pasar inadvertido; 25 sino que enseguida, al oír hablar de Él, una mujer cuya hijita tenía un espíritu inmundo, fue y se postró a Sus pies. 26 La mujer era gentil, sirofenicia de nacimiento; y le rogaba que echara al demonio fuera de su hija.
27 Y Jesús le decía: «Deja que primero los hijos se sacien, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos». 28 «Es cierto, Señor», le dijo* ella; «pero aun los perrillos debajo de la mesa comen las migajas de los hijos». 29 Jesús le dijo: «Por esta respuesta, vete; ya el demonio ha salido de tu hija». 30 Cuando ella volvió a su casa, halló que la niña estaba acostada en la cama, y que el demonio había salido.
Hermosa historia de una mujer, quien supo luchar en medio de la adversidad, para alcanzar el favor de quien podía ayudarla.
¿Has sentido en algún momento que el milagro que necesitamos está cerca, pero que aún así nuestra fe sigue siendo probada? ¡Prueba sobre prueba…!
¿Ya has estado en esa situación?
El de esta mujer es un gran ejemplo, ya que nos enseña que la fe no es solo una cuestión de espera inactiva, sino que la fe es práctica, y que la búsqueda debe ser constante.
¿Recuerdas la parábola de la vida pobre y el juez injusto (Lucas 18.1-8)? Mira como comienza el texto: “Jesús les contó una parábola para enseñarles que ellos debían orar en todo tiempo, y no desfallecer” (Lucas 18.1).
Por ende, tal vez sea bueno preguntarnos en este momento: ¿Cómo es nuestra fe? Y más allá de eso: ¿Cómo nos acercamos al Señor? ¿Y cómo es nuestra actitud frente al Señor?
Aprendamos ambas cosas de esta mujer, quien no fue con prepotencia, o intentando ejercer sus derechos, sino que entendió qué papel jugaba, y supo luchar y estar firme medio de circunstancias desfavorables.
Fuerza a pesar de la adversidad, fe en medio de la prueba y humildad delante del Señor.
¿Tendremos algo que aprender de la mujer de esta historia?
Dios te bendiga, llene de sabiduría y te conduzca a toda verdad.
Padre mío quiero agradecerte por estar siempre a mi lado, sé que conoces mi vida y lo que estoy viviendo, así que sólo quiero poner todo en tus manos.
Te suplico que obres a mi favor, que me sostengas en medio de mis pruebas y que me ayudes a mantenerme firme a pesar de lo que estoy viviendo.
Sé que tomada/o de tu mano podré superar todos los obstáculos, así que sólo te pido que me acompañes y me guíes, para que pueda ir por tus caminos y en tu nombre.
Te entrego cada cuestión, cada área, cada persona y cada situación en tus manos, y te adoro. Todo sea para tu gloria. En el nombre de Cristo Jesús, amén.
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Devocional diario: El ministerio de Jesús
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