Efesios 4:2: Vivan con humildad y mansedumbre

Estudio Bíblico Devocional – Reflexión – Explicación: “Efesios 4:2: Vivan con humildad y mansedumbre”

En el versículo anterior, Efesios 4.1, el apóstol Pablo exhortó a sus destinatarios a que vivieran de una manera digna de la vocación con que habían sido llamados.

Y ahora, en los versículos que siguen, nos mostrará qué debemos hacer para vivir de esta manera. Uno de los requisitos necesarios será vivir en comunión con el cuerpo de Cristo, que es la iglesia.

Y es por eso que nos exhorta diciendo: “Vivan con toda humildad y mansedumbre”.

Ahora, como este cuerpo es imperfecto, siendo que todos necesitamos seguir siendo transformados por el Espíritu, Pablo nos va a hablar de determinadas virtudes que debemos poner en práctica para poder lograr este objetivo.

Estas virtudes son parte del carácter de Cristo, el cual debe ser desarrollado cada cristiano, son un don de Dios y partes del fruto del Espíritu (Gálatas 5.22-23). Por ende, es Dios quien nos las regala, pero somos nosotros quienes debemos ponerlas en práctica.

Ahora, las preguntas que deberíamos hacernos, tal vez sean las siguientes:

¿Queremos vivir según la voluntad de Dios? ¿Queremos agradar al Espíritu y llevar Gloria al nombre de Cristo? De ser así, debemos vivir de una manera digna, utilizando los recursos que Él puso a nuestra disposición.

Y para esto, lo primero que necesitamos es: andar en, o vivir con, toda HUMILDAD. La humildad es lo que hace que cada uno de nosotros tenga una consideración correcta de uno mismo y de los demás.

Ninguno de nosotros somos superiores al resto, cada uno es parte de un único cuerpo y, por lo tanto, dañar, humillar, o no considerar al resto, es no asignarles la debida importancia, es creer que, de alguna manera, somos superiores al resto, algo que es totalmente erróneo ante los ojos de Dios.

Ahora, esta humildad debe manifestarse primeramente delante del Señor (1 Pedro 5.6-7), y luego delante de nuestros hermanos, consideremos la exhortación de Pablo a los filipenses, y el gran ejemplo que nos muestra en Cristo. Lee por favor Filipenses 2.3-8.

Otra de las virtudes necesarias es la MANSEDUMBRE.

Una persona mansa es aquella que manifiesta un carácter dócil y sumiso, que no intenta imponer sus propias condiciones a como dé lugar, y que no busca hacer valer su autoridad por sobre el resto.

Una persona que tiene esta característica es fácil de tratar, no se enoja rápidamente y siempre tiene consideración por los demás. ¿Conoces a alguien así? ¡Qué bueno sería que otros nos vieran de este modo!

La PACIENCIA, esta virtud está más que relacionada con la anterior, es paciente quien soporta con tranquilidad, sin perder la calma, tanto el carácter, como la personalidad y las actitudes del resto.

Es paciente quien no se enoja rápidamente, sino que logra mantener la paz interior, a pesar de la situación que esté viviendo y, muchas veces, a pesar de las falencias de sus propios hermanos.

Vivir en relación con personas que no han madurado espiritualmente siempre es un desafío, y por eso el Apóstol nos habla sobre todas estas virtudes, agregando además: “soportándose unos a otros en amor”.

¿Para qué sirven todas estas virtudes que hemos visto? Para poder soportarnos a pesar de nuestros propios errores y carencias.

Sin embargo, aunque tuviéramos todas estas virtudes bien desarrolladas, si no tuviéramos amor los unos por los otros, no podríamos guardar la unidad en el Espíritu, lo cual es la voluntad de Dios para la iglesia.

Consideremos todas estas virtudes, verifiquemos que tan desarrolladas están en nosotros, y pongamos nuestras vidas en las manos del Señor, permitiendo que el Espíritu Santo siga obrando en nuestras vidas.

¿Queremos agradar a Dios? Todo esto es más que necesario.