1 Pedro 1:4-5 Nuestra herencia de parte de Dios
Comentario Bíblico Devocional
La presente es una porción del Comentario Bíblico sobre la epístola de 1 Pedro, publicado por Gracia y Vida. El mismo pretende ayudar a los lectores en la interpretación y en la aplicación de las escrituras a sus vidas; teniendo además como objetivo que la lectura sea fluida y de fácil interpretación.
Con dicho objetivo en mente, y a fin de entender los distintos versículos de la manera más apropiada, nos ayudaremos con un análisis del contexto histórico y también con las herramientas hermenéuticas necesarias para llegar a una correcta interpretación; pero todo esto sin entrar en largas discusiones, ni en detalles demasiado técnicos.
Sin más, y primero que cualquier otra cosa, le invitamos a leer atentamente el texto y orar para que el Señor lo llene de su sabiduría, sin lugar a dudas será Él la gran fuente de toda comprensión y entendimiento. Hecho ésto, ahora sí comencemos con el estudio de los textos que nos convocan, leamos:
El texto: 1 Pedro 1:4-5
4para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros,
5que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.
(1 Pedro 1:4-5 – RVR1960)
Nuestra herencia
Pedro enseña en estos versículos que una vida eterna en la presencia de Dios, es lo que nos espera a los que fuimos hechos sus hijos. Esto constituye una herencia que no se corrompe ni destruye, que es segura y preciosa; que fue reservada y que está preservada por Dios para nosotros.
En referencia a la seguridad de esta herencia, el autor dice que es incorruptible, incontaminada e inmarcesible. Veamos qué implican estas palabras.
La palabra incorruptible o imperecedera (afthartós), no solo era utilizada en relación a la duración ilimitada de alguna cosa; en este caso, de la herencia. Sino que también se usaba en relación a la factibilidad que podía tener una ciudad o ejército, de permanecer en pie frente a una milicia contraria.
Unidos los dos posibles usos de la palabra, y aplicados a nuestra herencia, resulta que la misma es inalterable en el tiempo y frente a quien pudiera intentar destruirla o quitarla de nuestras manos.
Lo que esto quiere decir es que, en ninguna manera puede ser afectada por nadie ni por nada. Esa es la herencia que Dios quiere darnos. Herencia que está disponible para cada persona que la quiera tomar.
Incontaminada (amíantos) implica que para siempre es y será pura. E inmarchitable (amárantos), nos habla de que su esplendor no decae; no es como una flor, la cual hoy es hermosa y mañana se seca; sino que para siempre será hermosa y preciosa.
Dios cuida nuestra herencia
Pedro utiliza la palabra (kléronomía) para hablar de la herencia, una palabra que en el Antiguo Testamento se aplicaba a la tierra de Canaán; la cual era la tierra prometida, y la herencia esperada por los hebreos.
Ahora bien, cuando vemos la historia del pueblo Judío, nos damos cuenta de que su herencia no estuvo ni fue tan segura como ellos hubiesen querido.
Los pueblos y naciones vecinas siempre estaban generando conflictos, los distintos imperios fueron controlando y dominando la región. Es así que los judíos, en determinado momento de la historia, fueron deportados y más tarde vivieron bajo el dominio de otras potencias mundiales. Y hoy en día siguen estando en una “paz” relativa, no sin conflictos ni violencia.
Por tanto la herencia de la tierra prometida, en última instancia, les resultó incierta y muy complicada. En contraste con aquella, la herencia celestial es segura y está firme como ya hemos visto; y tanto más al ser preservada por el mismo Dios.
Entonces, esta herencia siempre va a estar guardada y permanecerá inalterable para nosotros. De eso se encarga el Dios Todopoderoso del Universo, quien la preserva en los cielos para nosotros. Es así que nadie, por malo o fuerte que sea, la puede arrebatar de nuestras manos.
En qué consiste nuestra herencia
La herencia no consiste en sólo una cosa, tiene muchos componentes, y algunos son más significativos, y dependen de otros. Algunos ya los hemos nombrado y otras los veremos más tarde; sin embargo, en los próximos párrafos sólo veremos el componente más importante de todos. Leamos lo que Jesús nos dice al respecto:
El que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. (1 Juan 5:12 – LBLA)
A su vez, el salmista lo dijo:
El Señor es la porción de mi herencia y de mi copa;
tú sustentas mi suerte. (Salmos 16:5 – LBLA)
(…) Dios es mi herencia eterna
y el que sostiene mi corazón.(Salmos 73:26 – DHH)
Por tanto, digo:
«El Señor es todo lo que tengo.
¡En él esperaré!» (Lamentaciones 3:24 – NVI)
Según éstos y otros muchos versículos, el componente más importante de nuestra herencia es la presencia de Dios en nuestras vidas. Ese es nuestro mayor tesoro y bendición. Es por esta razón que no hay quien nos pueda quitar la herencia; la cual permanece para siempre y no puede ser dañada.
Dios es nuestra más preciada herencia para toda la eternidad
Como la mejor parte de la herencia es entonces Dios en nuestras vidas, podemos decir que ya disfrutamos de ella, sin embargo, el apóstol dice que está reservada en los cielos para nosotros. Aquí puede entenderse con un muy buen grado de acierto, que la comunión que disfrutaremos en los cielos con Él será maravillosa. Allí no habrá maldad, ni muerte ni corrupción, ni vieja naturaleza oponiéndose a lo espiritual. Nada interferirá con la plena comunión con Dios.
Eso mismo es lo que entendía Pablo al decir: Para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia… teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor (Leer pasaje completo en Filipenses 1:21-23). Él anhelaba estar en el cielo con Dios, que andar lidiando con su propia carne, con el mundo y con nuestros congéneres.
La eternidad entonces será una vida eterna en presencia de quien tanto nos ama, de quién todo lo preparó de antemano, del Dios que no escatimó ni siquiera a su propio Hijo para que hoy tu y yo tuviéramos la oportunidad de acceder a esta herencia.
Podríamos nombrar algunas cosas más sobre nuestra herencia de manera muy rápida, solo para mencionarlas. Vida eterna, paz, gozo, carencia de enfermedades y dolor, gracias a un cuerpo nuevo, una relación mayor y más gloriosa con Dios, etc., etc.
5
Guardados por el poder de Dios
Dios nos protege para que podamos recibir por completo la herencia que nos está reservada en los cielos. Su cuidado no implica ausencia de problemas, inconvenientes o sufrimientos; pero sí la posibilidad de salida; o, en su defecto, ayuda, consuelo y sabiduría necesarias, para poder atravesar las diferentes situaciones en comunión con Dios y en la santidad a la cual Él nos llama a vivir.
Es obvio que esta protección también depende de nosotros, ya que debemos buscar tener comunión con Dios y su ayuda. Seremos nosotros los que mantendremos vigente la convicción de seguir firmes en la fe, a pesar de las situaciones de conflicto que podamos atravesar.
Si lo hacemos, si nos aferramos a Dios, entonces podemos disfrutar de la ayuda y el cuidado que el quiere tener para con nosotros. La Biblia está llena de ejemplos que nos demuestran que Dios cuida a sus hijos. Veamos algunos pocos:
El cuidado de Dios en nuestra vida presente
Él nos da fortaleza y nos sostiene:
35(36)Tú me proteges y me salvas,
me sostienes con tu mano derecha;
tu bondad me ha hecho prosperar.
36(37)Has hecho fácil mi camino,
y mis pies no han resbalado.(Salmos 18:35-36 – DHH)
Aun hasta vuestra vejez, yo seré el mismo,
y hasta vuestros años avanzados, yo os sostendré.
Yo lo he hecho, y yo os cargaré;
yo os sostendré, y yo os libraré. (Isaías 46:4 – LBLA)
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. (Filipenses 4:13 – LBLA)
Siempre nos acompaña:
Jehová está conmigo; no temeré
Lo que me pueda hacer el hombre. (Salmos 118:6 – RVR1960)
Nos cuida:
Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. (Salmos 46:1 – NVI)
Mas tú, oh Señor, eres escudo en derredor mío,
mi gloria, y el que levanta mi cabeza. (Salmos 3:3 – LBLA)
Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? (Romanos 8:31 – LBLA)
Brinda la salida ante la tentación:
No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla. (1Corintios 10.13 – LBLA)
Nos da una armadura para resistir al diablo:
Protéjanse con toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan estar firmes contra los engaños del diablo. (Efesios 6:11 – DHH).
Libra del maligno (Tanto esto como el resto hay que pedirlo en oración):
No nos expongas a la tentación,
sino líbranos del maligno. (Mateo 6:13 – DHH)
Podríamos seguir con muchos otros versículos más, pero la idea está planteada, y cualquier lector podría googlear más sobre el tema o bien buscar en su concordancia bíblica y hallar muchas más referencias.
El punto aquí es que Él no nos deja solos, que continuamente está a nuestro lado, que invariablemente nos escucha, y que tiene voluntad para ayudarnos. Esto no es solo algo que le pasó al autor de los Salmos o a algún escritor bíblico, nos sucede a todos los que lo buscamos. Dios nos ama.
Solo hay una cosa que tal vez debiéramos ver en este punto. Dios no siempre nos libra de las complicaciones y dolores, y no lo hace porque tiene una razón muy especial para permitir y supervisar nuestros conflictos, nuestra madurez espiritual.
Hay varios pasajes en las escrituras que nos hablan sobre este tema, yo aquí les presento uno de ellos, y si gustan les invito a revisar este concepto a través del siguiente estudio del libro de Santiago: https://graciayvida.com/santiago-1-2-4/
La fe es el medio por el cual Dios nos cuida
Guardados por el poder de Dios
La palabra que utiliza Pedro para “guardar” es de uso militar (frurein), y se refiere al cuidado que Dios tiene de nosotros en nuestra vida mientras estamos en este mundo. Este cuidado entonces proseguirá hasta la venida de Cristo, hasta la consumación de los tiempos; ya que después no será necesario.
Pero lo interesante aquí es notar el medio que Dios utiliza. La fe es un regalo de Dios, que nos capacita y nos da acceso a muchas cosas. La más importante de ellas es obviamente la salvación, como vemos en los siguiente versículos:
25Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá, 26y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto? (Juan 11:25-26 LBLA)
Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivira (Romanos 1:17 – LBLA)
Una herramienta muy amplia
Pero más allá de la salvación, la fe es una herramienta que podemos aplicar en varias áreas de nuestra vida en nuestro diario peregrinar por este mundo.
Por ejemplo, es a través de ella que podemos acercarnos confiadamente al trono de la gracia para el oportuno socorro (Hebreos 4.16).
Gracias a ella, podemos mantenernos firmes en la fe, podemos vencer las tentaciones y, a nuestra vieja naturaleza.
porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe. (1 Juan 5:4 – NVI)
Es tanto lo que se podría decir sobre la fe, que tendríamos que abordar un estudio completo abocado sólo a este tema para poder estudiarlo en plenitud. Esto no es lo que haremos aquí, pero algo que sí me gustaría destacar, más allá de todo su significado e implicancia, es que la fe es un regalo de parte de Dios.
Dios mismo nos regala este don (1 Corintios 12:9; Efesios 2:8-9, 4:7-8), ofreciéndonos así la posibilidad de ser resguardados por la fe en el camino correcto, con la mirada siempre orientada hacia la meta.
En la fortaleza de Dios esto último es posible, pero hay que empeñar voluntad, tener coraje y determinación, ya que no en todo momento nos será muy fácil. Es por eso mismo, que Pablo le dijo a Timoteo:
Por lo cual te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos. (2 Timoteo 1:6 – LBLA)
Salvación
En esta ocasión Pedro utiliza esta palabra como un sinónimo de lo que ya viene hablando, la herencia que Dios tiene para nosotros. Por ende, en este contexto, ambas palabras deben tomarse como la misma cosa.
Más adelante dará otros sinónimos hablando sobre lo mismo, por ejemplo, el don de la vida en 3:7, o la corona de gloria en 5:4, todas son referencias a la salvación misma.
Aún siendo así, me gustaría agregar aquí que cuando alguien se salva, es porque el destino al que debería llegar sería uno muy distinto al que llegará cuando se toma de, o cuando utiliza, los méritos de Cristo.
Cuando hablamos de salvación no debemos olvidar que la Biblia dice que no hay justo ni aun uno (Romanos 3:10) y que nuestro destino era la condenación (Salmos 9:17; Mateo 25:41; Romanos 5:18; 2 Pedro 2:4-5, entre muchísimos otros).
Por lo tanto nos salvamos del destino al que llegarán los demás pecadores; el cual también merecíamos antes de, reconocer a Dios como nuestro Señor, arrepentimos por nuestros pecados, y cambiar de modo de vida.
Al ingresar el Espíritu Santo en nuestras vidas, todo es distinto; a partir de ese momento tenemos nueva vida, un nuevo Señor y un nuevo destino. Ésto es la salvación.
Manifestada en el tiempo postrero
La herencia es algo de lo cual ahora disfrutamos sólo en parte, algo que no tenemos por méritos propios sino que nos es concedida por Dios como un regalo.
La palabra griega que se tradujo “manifestarse” significa quitar el velo o la tapa de algo; e implica que la salvación será vista tanto por los hijos de Dios, quienes habrán de poseerla, como por quienes no lo son.
Pedro nos dice que es algo que ha de manifestarse en el tiempo postrero, pero no da certezas respecto de cuándo será este evento. Esto está en línea con lo dicho por Jesús mismo, cuando dijo que solo el Padre sabe el tiempo de este acontecimiento, leer Mateo 24:36 y contexto.
Entendemos entonces que debemos esperar la consumación de los tiempos para disfrutar plenamente de la salvación que Dios nos tiene preparada.
Esperemos con fe, sabiendo que la Palabra de Dios es verdadera, y que lo que dice, siempre se cumple. Por tanto debemos prepararnos para tal evento. Espero querido lector que tú también lo estés. Dios te bendiga.
1 Pedro 1:4-5 Nuestra herencia de parte de Dios
Le invito a seguir leyendo el comentario de este apasionante libro de 1ª Pedro a través de los siguientes links:
1:3 Renacidos para una esperanza viva
Nota:
Todas las Citas Bíblicas identificadas con LBLA fueron tomadas con permiso de LBLA – http://www.lbla.com
Las identificadas como NVI, fueron tomadas de:
Escritura de la Santa Biblia, NEW INTERNATIONAL VERSION®, NIV® Copyright © 1973, 1978, 1984, 2011 por Biblica, Inc.® Usado con permiso. Todos los derechos reservados en todo el mundo.
Las identificadas como RVR1960, fueron tomadas de:
la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
Y las identificadas como DHH, fueron tomadas de:
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.
8 respuestas a «1 Pedro 1:4-5 Nuestra herencia de parte de Dios»
Buenos días, gracias por tan clasificador mensaje y explicación, he sido bendecido con esta palabra hoy.
Hola Manuel, nos alegra mucho leer esto. Dios te siga bendiciendo mucho!!
Dios bendiga ampliamente sus vidas, que su ministerio siga siendo guiado por el Santo Espíritu de Dios, excelente escrito.
Hola JB Tenorio, muchísimas gracias, Dios lo bendiga en todo.
Dios le bendiga.El Señor continue derramando gracia y sabiduria sobre
su vida y minsiterio.
Hola Lucy, muchísimas gracias, así sea también para ti.
Excelente Explicación lógica y Jurídica y Cristiana, de la Herencia que nuestro Padre Dios nos tienes prepara en el Reino de los Cielos, para los que en él Creen, gracias a nuestros queridos hermanos, les escribe el Abogado, Jacinto R Pantoja, a sus gratas ordenes, Atte Dr. Jacinto R Pantoja.-
Muchísimas gracias Dr. Pantoja. ¡Dios le bendiga mucho!