Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura.
9 Después de haber resucitado, muy temprano el primer día de la semana, Jesús se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado fuera siete demonios.
10 Y ella fue y se lo comunicó a los que habían estado con Él, que estaban lamentándose y llorando. 11 Cuando ellos oyeron que Jesús estaba vivo y que ella lo había visto, se negaron a creerlo.
14 Después Jesús se apareció a los once discípulos cuando estaban sentados a la mesa, y los reprendió por su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado.
15 Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura. 16 El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado.
17 Y estas señales acompañarán a los que han creído: en Mi nombre echarán fuera demonios, hablarán en nuevas lenguas; 18 tomarán serpientes en las manos, y aunque beban algo mortífero, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán las manos, y se pondrán bien».
¿Cuántos son los que mueren sin Cristo cada día? ¿Y cuántos de ellos se relacionaron con algún cristiano a lo largo de su vida?
¿Lo sabrá alguien?
Si existiera en el cielo algún ministerio de estadísticas, que analice con cuántas personas nos relacionarnos en la vida, y a cuántas de ellas les hablamos de Cristo.
¿Qué mostrarían nuestros números?
Supongamos ahora, que en algún momento se dieran a conocer las estadísticas de cada uno. ¿Qué supones? ¿Te sentirías avergonzado o estarías conforme/contento?
¡Gracias a Dios que ese ministerio no existe! (O, por lo menos, no figura en ningún texto bíblico).
Pero la verdad es que, aunque originalmente fue dado a los discípulos, el llamado de predicar el evangelio es para cada uno de los hijos de Dios.
Es decir: ¡Para todos nosotros!
Eso es algo que se comprendió muy bien en los primeros años de la Iglesia, y de ahí el gran crecimiento de la misma; y es algo que los discípulos se encargaron de enseñar a través del ejemplo.
En el libro de los hechos leemos que:
Todos los días, en el templo y de casa en casa, no cesaban de enseñar y proclamar el evangelio de Jesús como el Cristo (Hechos 5.42).
Ahora, a muchos les costará menos, y a otros tantos se les hará más difícil, pero debemos comprender que todos estamos llamados a llevar la palabra de Dios por dónde sea que andemos.
Por eso, sin importar cuál fuere nuestro caso, pidamos a Dios más denuedo (confianza/valor para predicar la palabra – NBLA/NTV/NVI – Hechos 4.29), y llevemos el mensaje del Evangelio por todas partes.
Saquemos a las personas del reino de oscuridad en dónde se encuentran, y traigamos a más y más personas al Reino de la luz de Cristo.
¡Eso es lo que Dios espera de nosotros!
Entonces:
¿Qué haremos con nuestro llamado?
Padre celestial, en el nombre de Jesús quiero agradecerte por la oportunidad que me das de poder servirte a través del evangelismo.
Me gustaría tener las palabras adecuadas y los conocimientos necesarios. Te suplico que me prepares para poder cumplir con tu llamado.
Te pido además que me des valor y confianza, que supere mis propias barreras, y que me ayudes a ser un siervo útil a tus propósitos.
Te entrego mi vida y me pongo en tus manos. Te alabo y agradezco por todo lo que haces en mi vida cada día, por tu presencia y porque en ti puedo confiar.
Oro en el nombre de Cristo Jesús, amén.
Te invitamos a continuar leyendo más reflexiones cortas a través de los siguientes links:
Devocional diario: El ministerio de Jesús
Devocionales basados en el evangelio de Marcos
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