Necesidad de comunión en el ministerio – Devocional Diario – Marcos 3.24 y 3.25
Muy bienvenidos a este espacio de reflexión. Hoy vamos a meditar juntos sobre la necesidad de la unidad y la comunión en el ministerio y en el cuerpo de la Iglesia.
Antes de comenzar con nuestro devocional te invitamos a orar. Por favor, toma unos instantes para hacerlo. Muchas gracias.
Ahora sí leamos el
Texto bíblico de nuestro devocional
24 Y si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede perdurar. 25 Y si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá permanecer.
Marcos 3.24-25 – NBLA
Pensemos juntos
El contexto de nuestros versículos
Jesús estaba en medio de una multitud que lo seguía para todos lados. Tal era así que no tenía siquiera tiempo como para comer (V20). Mientras sanaba, enseñaba y expulsaba demonios, ayudando a tanta gente, los fariseos se dedicaban a criticarlo y a juzgarlo.
Éstos decían: No expulsa a los demonios sino por Belcebú (V 21), lo que dio pie a Jesús para responder lo que hemos leído. Ahora, esta verdad de parte del Señor no solo aplica al reino de Belcebú, sino que también puede aplicarse a nuestras Iglesias y ministerios.
La realidad de nuestras Iglesias
En mi país hay un proverbio muy popular que dice: “En todos lados se cuecen habas”, el mismo normalmente se entiende como: “Esto mismo sucede en todos lados”. Las peleas, los celos ministeriales, las desavenencias y desacuerdos siempre están “a la vuelta de la esquina”. ¿Cierto?
¡Cuán lamentable es que esto sea real en casi cada Iglesia! Los pastores y líderes pasan buena parte de su tiempo intentando “sofocar el fuego” de las disputas, algo que no ayuda en nada al progreso del evangelio y además, lo único que manifiesta es la inmadurez de alguna de las partes o de ambas por igual, implicadas en el conflicto.
¿Has estado en medio de alguna disputa ministerial? Nada más incómodo dentro de la Iglesia que ser testigos de esas situaciones. ¡Cuánto tiempo y energías ahorraríamos si todos pudiéramos pensar sólo en la Gloria de Dios y en lo mejor para el progreso del evangelio! ¿No estás de acuerdo?
Desafortunadamente eso no ocurre en todos los casos, y por lo tanto, muchos disfrazan su propio ego “con buenas razones”. Intentan hacer lo que se ha pensado en conjunto: “según sus propias reglas” para poder obtener la gloria de lo que hacemos como ministerio, o tal vez hacerse ver como una persona muy capaz, o como alguien bendecida/o por Dios por los resultados de su labor dentro del ministerio.
Qué pena tener que pasar por todo eso, pero lamentablemente es algo común, y que no depende de nosotros, sino de la entrega, objetividad, madurez y amor de cada persona por sus hermanos, por Dios y por Su Reino.
Qué hacer ante tal situación
En primer lugar la oración es la herramienta fundamental para resolver cualquier conflicto. Pero eso sí, la oración que es escuchada por Dios es la que tiene como componentes la objetividad, el amor y la humildad.
No podré pedir que mi hermana/o madure si yo misma/o no estoy dispuesta/o a hacerlo. No podré orar para que el Señor le de objetividad o verdadero amor a mi hermana/o si yo mismo no lo busco (o tal vez sí sea respondida mi oración, y en ese caso estaremos en problemas, ya que el otro recibirá madurez y verdadero amor y yo me quedaré tal cual estoy…).
Bueno, son solo unas pocas hipótesis de las muchas que podríamos hacer. Pero no son descabelladas sino reales. Debemos orar primeramente por nosotros para que el Señor nos muestre si estamos en Su verdad, si es cierto que estamos siguiendo Su dirección, si en verdad tenemos la objetividad necesaria; y después sí orar por los demás.
Después de la oración será el turno de una conversación en un contexto de amor, de paciencia y de humildad; y luego, si ya nada de eso sirve, si aún así no se puede llegar a ningún acuerdo, si nadie puede ceder en nada (algo muy difícil de creer); pobre líder o pastor, debe ser llamado a una mediación (ooootra vez – ya que seguramente no han sido los primeros).
Desde una mirada pastoral, esto es un dolor de cabeza (para el líder o pastor). Otra vez tendrá que escuchar muchas cosas que él/ella sólo hubiese querido delegar, otra vez habrá posibilidad de oír cómo un miembro de su Iglesia dice cosas contra otro; otra vez tendrá que poner paños fríos y tendrá que intentar curar heridas que tal vez no sanen (ya que depende de la dureza de los corazones).
Una mirada hacia nuestros propios corazones
¿Has pasado por estas situaciones? ¿Has podido resolverlas? ¿Cómo han quedado las relaciones? ¿Han podido seguir sirviendo juntas/os? ¿Han terminado la tarea que se habían propuesto?
Siempre es buen momento para reflexionar, para pensar en nosotras/os mismas/os y en los otros, siempre es buen momento para pedir perdón, para tener gestos de grandeza espiritual, para acercar las partes, para ablandar el corazón y para eliminar raíces de amargura. ¿Cierto?
Si Dios siempre está dispuesto a recibirnos, también nosotros podemos iniciar el acercamiento. Esto, antes que demostrar debilidad ante los otros, traerá bendición a tu vida, mostrará madurez, amor y responsabilidad. Será bien visto por líderes y pastores, pero aún más lo será por tu Padre que te está observando y que sabe todo sobre ti.
¿Estás dispuesta/o a solucionar conflictos? Dios espera que lo hagamos. Las palabras de Jesús: “si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá permanecer” se ha cumplido en miles de ministerios a través de todos los tiempos. Pero con respecto al tuyo en este momento, es algo que también depende de ti. ¿Cierto?
¿Qué harás al respecto?
Dios te llene de sabiduría, amor y valentía, y te guíe para que puedas ayudar a otros a seguir creciendo en el camino de la fe y en su progreso espiritual. ¿Te animas? ¡Dios te ayude a hacerlo!
Oración
Padre celestial hoy me pongo en tus manos para hacer tu voluntad. Quiero decirte que me ha costado mucho congeniar con mis compañeros de ministerio, pero que estoy dispuesta/o a escuchar tu voz, porque más que nada en mi vida quiero ser un/a siervo/a fiel.
Obra en mi vida Señor según tu voluntad, abre mis ojos a la realidad que ven los tuyos, trabaja en mi carácter y llename de amor y paciencia. Bendice nuestro ministerio (que es tuyo Señor) y ayúdanos a ayudar.
Te pido todo esto Padre en el nombre de Cristo Jesús, amén.
Saludo y despedida de esta Reflexión Bíblica Cristiana
Te agradecemos por llegar a este punto en tu lectura. Esperamos que Dios te hable más sobre este tema, y que puedas cumplir con Su voluntad para tu vida.
Si gustas, puedes escribirnos, nos gustaría saber qué piensas sobre todo esto. Y por otro lado, por si lo consideras útil, te dejamos más devocionales en estas dos publicaciones:
¡Dios te bendiga mucho!
Notas
La Cita Bíblica fue tomada con permiso de Nueva Biblia de las Américas (NBLA) © 2005 by The Lockman Foundation.
Y a su vez, la imagen de portada corresponde a un trabajo de Gracia y Vida sobre la imagen original de Sanu A S, la cual fue descargada de Pixabay.