Por tanto, dejando a un lado la falsedad, hablen verdad cada cual con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros.
17 Esto digo, pues, y afirmo juntamente con el Señor: que ustedes ya no anden así como andan también los gentiles, en la vanidad de su mente.
18 Ellos tienen entenebrecido su entendimiento, están excluidos de la vida de Dios por causa de la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón. 19 Habiendo llegado a ser insensibles, se entregaron a la sensualidad para cometer con avidez toda clase de impurezas.
20 Pero ustedes no han aprendido a Cristo de esta manera. 21 Si en verdad lo oyeron y han sido enseñados en Él, conforme a la verdad que hay en Jesús, 22 que en cuanto a la anterior manera de vivir, ustedes se despojen del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos, 23 y que sean renovados en el espíritu de su mente, 24 y se vistan del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad.
25 Por tanto, dejando a un lado la falsedad, hablen verdad cada cual con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros. 26 Enójense, pero no pequen; no se ponga el sol sobre su enojo, 27 ni den oportunidad al diablo.
28 El que roba, no robe más, sino más bien que trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, a fin de que tenga qué compartir con el que tiene necesidad. 29 No salga de la boca de ustedes ninguna palabra mala, sino solo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan.
30 Y no entristezcan al Espíritu Santo de Dios, por el cual fueron sellados para el día de la redención. 31 Sea quitada de ustedes toda amargura, enojo, ira, gritos, insultos, así como toda malicia. 32 Sean más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, así como también Dios los perdonó en Cristo.
Desde el principio de este capítulo, Pablo habla de todo lo que Dios nos ha concedido en Cristo, y también, de cómo debe ser nuestra vida desde el momento en que nos entregamos a Él.
Ahora, en este versículo y como continuación de su discurso, nos recuerda que debemos hablar cada uno la verdad. Pero, ¿no resulta llamativo que deba hacer esta afirmación a personas que ya somos cristianos?
¿Por qué se necesitaría tal aclaración?
Buscando un poco más, en el resto de la Biblia, lo que hallamos es que el concepto de nuestro texto se repite una y otra vez, tanto en el Nuevo testamento, como también en el Antiguo.
Para citar tan solo un ejemplo del N.T. leamos lo que el mismo apóstol les dice a los colosenses:
Dejen de mentirse, a los unos a los otros, puesto que han desechado al viejo hombre con sus malos hábitos. (Colosenses 3.9)
¿Qué es lo que lleva a nuestro Dios a inspirar a tantos escritores bíblicos para que repitan una y otra vez el mismo mensaje? ¿Qué crees tú?
Si contrastamos por un instante ambos textos citados, observaremos que el segundo (el de Colosenses) es todavía más explicito que el primero.
En Efesios se les recuerda a los lectores que no deben engañarse los unos a los otros, pero en Colosenses, Pablo les hace un pedido expreso para que no lo hagan.
Lo que vemos con esto es que, entre otras cosas, la iglesia de Cristo no era perfecta en aquel entonces. Y, lamentablemente, debemos confesar que tampoco lo es ahora.
Pero leer estos textos debe motivarnos a continuar buscando el crecimiento espiritual, la maduración y el cambio progresivo para lograr parecernos cada día más a nuestro modelo Jesucristo; lógicamente, esto se logra solamente con la ayuda del Espíritu Santo.
Profundizando ahora solo un poco en nuestro texto, observemos que Pablo no les decía a sus destinatarios que debían dar testimonio de la verdad, ni que debían ser veraces fuera del ámbito de la Iglesia, lo cual se da por sobreentendido, sino que debían hacerlo entre los hermanos de la Iglesia.
Esto es un verdadero llamado de atención, porque, por lo general, en las iglesias las personas tienden a “ocultar” su estado pecaminoso, intentando demostrar a sus pares que son muy “santitos” (esperamos que la expresión no provoque a nadie al enojo).
Pero, la realidad, es que cada uno de nosotros luchamos internamente con nuestras falencias y con las áreas en las que aún no hemos crecido lo suficiente, cosa que intentamos no demostrar en público, y menos en la congregación. ¿Cierto?
Pero aquí, el apóstol expresa claramente que habían quienes, aún dentro de la Iglesia, se manejaban con mentiras; y por eso el énfasis en estos textos es el “desechar el viejo hombre con sus malos hábitos” y, el recordatorio que “somos miembros del mismo cuerpo”.
¿Te imaginas: Los ojos viendo fuego, y no avisando al cerebro que la mano se está por quemar? ¿Cómo podría mentirle un miembro al otro? ¿Cómo decir verdades a medias? Así de ilógico es que nos manejemos con mentiras entre hermanos.
¿Será este un buen momento para examinar la salud de nuestra vida espiritual? Si consideras que es apropiado, ¿podrías tomar unos instantes para hablar con tu Padre celestial?
Permítenos dejarte sólo dos textos más:
Así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros. Romanos 12.5
Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. Hebreos 12.1
Dios nos bendiga para que podamos tomarnos fuertemente de la mano de nuestro Señor, y para que busquemos la ayuda que solo el Espíritu Santo puede ofrecernos.
Busquemos, con Su ayuda, vivir en la verdad de Cristo cada día, y no solo fuera de la Iglesia, sino también dentro. Que tu sí sea sí. ¿Amén? ¿Querrás comprometerte a vivir de esta manera?
¡Que así sea!
Padre Santo y misericordioso, bendito sea tu nombre, y bendita tu Palabra.
Gracias Señor, no solo por recordarnos lo que esperas de nosotros, sino también por darnos la ayuda y las herramientas apropiadas para llevar a cabo tu voluntad.
En el nombre de nuestro Señor Jesús, te pedimos perdón por nuestros pecados, pero también, que nos ayudes a andar en verdad, y en santidad cada día de nuestras vidas.
Queremos adorarte Padre, y no solo en espíritu, sino también en verdad.
Por eso te entregamos nuestras vidas y nos disponemos a darte toda gloria, toda honra y todo honor, en todo momento y en cada lugar en el que estemos.
En el nombre de Cristo Jesús hacemos esta humilde oración, suplicando tu ayuda, tu guía y tu bendición. Amén, amén, y amén.
A más estudios de Efesios:
Links a otros estudios:
También te invitamos a leer reflexiones cortas a través de los siguientes links:
Devocionales basados en el evangelio de Marcos
O si gustas,
Comentarios bíblicos devocionales
Que son explicaciones y estudios exegéticos del texto de distintos libros de la Biblia, pero con una mirada más devocional que técnica.
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Estamos a tu disposición hasta donde nos sea posible, esperamos poder ser útiles para tu vida espiritual. ¡Dios te bendiga en todo!
Notas
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