Parábola de la semilla – Devocional Diario – Marcos 4.26; 4.27 y 4.28
Hola, muy bienvenidos a su devocional de hoy. Te invitamos a pensar juntos en esta parábola sobre el reino de Dios. Comencemos por observar la naturaleza:
¿No es increíble la naturaleza? ¿Tienes un jardín o tal vez algunas macetas en tu hogar? ¿Has podido ver cómo crecen las plantas de semillas, papas (tubérculos) o gajos?
(En este preciso momento estoy en viendo como un bastón de rosa, plantado hace unos meses, está sacando sus primeras hojitas, ¡Cuán maravillosa es la naturaleza! ¿Lo has notado?).
Jesús les hablaba a personas que muy posiblemente conocieran mucho más que nosotros sobre la misma y utilizó este conocimiento para ayudarlos a entender cómo es el Reino de Dios.
Hoy te invitamos a ver esta parábola y a pensar en ella juntos. Así que, si estás de acuerdo, comencemos por medio de una oración. Por favor, toma unos instantes para ello. Luego de la misma, ahora sí estamos listos para la lectura de nuestra parábola:
Texto de nuestro devocional de hoy
26 Jesús decía también: «El reino de Dios es como un hombre que echa semilla en la tierra, 27 y se acuesta de noche y se levanta de día, y la semilla brota y crece; cómo, él no lo sabe. 28 La tierra produce fruto por sí misma; primero la hoja, luego la espiga, y después el grano maduro en la espiga.
Marcos 4.26-28 – NBLA
Pensemos juntos
La enseñanza de la parábola
Es significativo que Marcos la coloque luego de la del sembrador y antes de la parábola de la semilla de mostaza. Claro, todas ellas definen en cierto modo al Reino de los Cielos en la tierra y cada una nos revelará algo distinto. En nuestro caso, Jesús está hablando de la semilla de la palabra de Dios que crece en nuestros corazones.
Podríamos pensar en el hombre del texto bíblico como en Dios mismo, quien echando la semilla en nuestras vidas (la tierra fértil), se levanta y ve como la misma va creciendo en nosotros (así como la semilla de mostaza), y como luego vamos dando fruto al 30, al 60 y al ciento por uno.
Ahora, más allá de nuestra comprensión de cómo es que la semilla crece, lo que debemos tener en claro es que lo hace. Eso es lo que Dios espera que suceda en nuestras vidas y para eso el Espíritu Santo trabaja cada día en nosotros. Por eso, lo importante del texto es que podamos advertir que Dios anhela que esto suceda en cada uno de nosotros.
Entonces, si prestamos atención, y no solo a esta, sino en todas las parábolas del Reino en su conjunto, nos daremos cuenta de que no solo hay una descripción del Reino en ellas, sino que también, una revelación del corazón de Dios, de lo que Él espera de cada uno de nosotros.
Pensando ahora en nuestras propias vidas
¿Sabías que Dios espera que crezcamos y que demos buenos frutos? Esto no es algo rápido ni sencillo. A veces el crecimiento cuesta y duele; lamentablemente, a veces para crecer debemos pasar primero por circunstancias difíciles a partir de las cuales nos acerquemos más a Dios.
Esto es más común de lo que nos gustaría, pero también muchas veces es el único camino posible. Quizás la mayoría de nosotros no nos aferramos a Dios lo necesario “cuando todo está bien en nuestras vidas”, pero sí lo hacemos cuando los problemas golpean nuestras puertas. ¿Te ha sucedido?
Lejos de sentirnos mal con esta situación (aunque pudiéramos), lo importante es que entendamos por qué a veces Dios permite que nos toquen los momentos de dificultad: Él espera que nos acerquemos más y que desarrollemos nuestra fe a fin de fortalecerla. Dios espera que crezcamos.
Una pregunta posible
Tal vez te hayas encontrado con gente que se pregunte: ¿Es malo Dios cuando no elimina las dificultades y momentos duros en nuestras vidas? (Ya que bien lo pudiera hacer). Pero la respuesta es: ¡Claro que no! Solo que Él permite que algunas cosas nos sucedan porque hay una meta a conseguir, un propósito a lograr. Eso es lo que Él espera.
Que es duro afrontar esos momentos, nadie lo duda. Que es necesario que pasemos por ellos, bueno, el Señor es quien más nos conoce; Él pudiera evitarlos y sin embargo no lo hace, así que, posiblemente sí sean más necesarios de lo que nosotros creemos o de lo que quisiéramos.
Por las dudas también decimos que tanto creyentes como no cristianos pasan por situaciones duras, solo a algunos los ayuda para mejor y a otros no tanto. El carácter siempre termina siendo modificado después de una situación de conflicto o de dolor, pero en Cristo hay mayores recompensas y brazos más tiernos en los cuales refugiarnos. ¿Cierto?
Nuestro crecimiento espiritual
Esto es finalmente lo que Dios pretende, y por esto es que Dios nos permite sufrir y pasar por conflictos difíciles. Esta es Su meta, pero también debería ser la nuestra. Deberíamos ponernos por objetivo nuestro crecimiento espiritual, no sólo porque Él lo quiere, sino también porque es la única manera de poder servirlo mejor.
Al hacerlo podremos ser personas más preparadas para ayudar a otros y para aconsejar a quienes sufren; y también, para comprender mejor los designios de Dios, para afrontar mayores responsabilidades a nivel ministerial y para tantas otras cosas más para las que Dios ha de llamarnos. Por tanto:
¿Será también ese tu objetivo? ¿Querrás servir más y mejor a nuestro Dios? Deseamos que Dios te permita seguir creciendo en cada aspecto de tu vida espiritual.
Aclaración:
Hemos hablado del sufrimiento como medio para obtener un mayor acercamiento a Dios y por tanto un mayor crecimiento espiritual. Lo hicimos porque es el medio más doloroso y peor comprendido, pero esto no implica que sea el único medio que nos ayude a crecer. Dios utiliza otros muchos.
La búsqueda constante de Su presencia, el alimentarse apropiadamente a través de la palabra de Dios (la Biblia), el trabajo en equipo en algún ministerio, la búsqueda de la santidad, y muchos otros medios más nos llevan a seguir madurando nuestra fe y a continuar dando buenos frutos para Su gloria. ¿Estás de acuerdo?
¡Qué tal si oramos!
Oración
Padre celestial te alabamos y adoramos, queremos decirte que queremos crecer cómo la semilla de la parábola, y que anhelamos dar frutos dignos de tu llamado y de tu Reino, Señor te entregamos nuestras vidas para poder servirte y glorificar tu nombre.
Padre te suplicamos que nos ayudes a crecer, que nos acompañes, guíes y sostengas en el proceso; y aunque nos cueste mucho afrontar distintas situaciones de nuestras vidas, estamos dispuestos a hacerlo porque te amamos.
Te pedimos por favor que nos ayudes en todo esto y nos ponemos ahora en tus manos, lo hacemos anhelando ser esos siervos que tú esperas de nosotros, para ti sea la gloria, en el nombre de Jesús, amén.
Saludo y despedida de esta reflexión bíblica cristiana
Te agradecemos por llegar a este punto en tu lectura. Esperamos que Dios te hable más sobre este tema, y que te ayude en todo esto que estuvimos pensando juntos.
Si gustas, puedes escribirnos, nos gustaría saber qué piensas sobre todo lo hablado aquí. Y por otro lado, por si lo consideras útil, te dejamos más devocionales en estas dos publicaciones:
¡Dios te bendiga mucho!
Notas
La Cita Bíblica fue tomada con permiso de Nueva Biblia de las Américas (NBLA) © 2005 by The Lockman Foundation.
Y a su vez, la imagen de portada corresponde a un trabajo de Gracia y Vida sobre la imagen original de gardengrowhow, la cual fue descargada de Pixabay.