La crisis de Noemí

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¡Muy bienvenidos! Te invitamos a observar y a pensar junto a nosotros que Dios siempre está presente, a pesar de que las cosas no nos salgan como lo esperamos. Lo haremos con ayuda del libro de Rut, y por eso hemos titulado la reflexión: La crisis de Noemí.

Nota: Para que esta reflexión sea de mayor bendición por favor lee aunque sea el capítulo uno del libro de Rut.

Reflexión

Al igual que Noemí, ¡cuántas situaciones difíciles pasamos los cristianos! ¿Cierto? Y por más que nuestros problemas no sean exactamente como los de ella, es obvio que nos afectan, nos duelen y mucho.

Al ver su vida y cómo Dios estuvo presente a su lado, a pesar de todas las cosas que le sucedieron, seguramente podemos alegrarnos y confiar en que Dios no nos abandona. Sabemos que Él ha sido, y que sigue siendo fiel con sus hijos. ¿Lo has experimentado por ti misma/o?

Ahora bien, sin importar cuáles sean nuestros problemas, ya sean relacionales, crisis económicas, falta de empleo, sueldos bajos, nuestra salud, o lo que sea que nos esté afectando, Dios los está supervisando (aún el tema del coronavirus).

¿Te has encontrado a ti mismo, en medio de las pruebas, pensando en que la mano del Señor se ha levantado contra ti? Noemí sí lo creyó (lee Rut 1.13). Ella tal vez pensó que lo que le sucedía era una especie de castigo, o por lo menos, un abandono de parte de Dios…

En el primer capítulo de su libro la vemos desalentada, triste, sin hijos ni marido. Ya siendo mayor, y por ende, sin posibilidades de volver a casarse. ¡Qué situación más compleja para ella! De seguro lidiaba con las siguientes preguntas:

Y ahora, dado que quedé sola en la vida, ¿quién me sostendrá económicamente? ¿Quién me protegerá de cualquier situación riesgosa? ¿Quién me cuidará en medio de la enfermedad, o cuando ya sea muy anciana? ¿Qué haré, en quién me apoyaré?

Ella se sentía sola y desamparada. Pero… ¿Y su Dios? ¿Seguiría a su lado?

Es interesante notar que Noemí no dejó su fe de lado, pero que aún así se convenció de estar abandonada por Él. Que nada peor podía sucederle, y que allí donde estaba no había nada más que ella pudiera hacer… Solo sufrir.

Sabemos (por propia experiencia) que muchos pasamos por momentos similares. Momentos en los cuales parece que todo nos va mal y que la ayuda de Dios nunca llega. ¿Has pasado por una situación o por un sentimiento similar?

En esas ocasiones, ¿te has preguntado si Dios te escucha, o si ve lo que te sucede? ¿Has sentido que estás solo en medio de tu gran dolor? Noemí sintió que lo perdió todo, que ya no quedaba nada para ella, que debía volver sobre sus pasos y dejarlo todo atrás.

Por otro lado, sus nueras eran jóvenes y ella no quería ser una carga. ¿Qué podría hacer sino volverse a la tierra de su parentela? Máxime cuando el hambre ya había dejado de ser un problema en la misma. Tal vez allí hubiera alguien quien pudiera compadecerse de ella…

Noemí, viendo su situación y sus posibilidades, pensó que volverse sería lo mejor, pero… Había alguien más quien estaba interesado y obrando para que ella encontrara una salida a su situación (con toda certeza es el mismo que también hoy mira por ti).

El plan de Dios

El regreso no fue tan difícil como la despedida; pero aún en medio de su tristeza, y a pesar del sentimiento de desamparo de Noemí, Dios tenía un plan tanto para ella como para Rut

Una de sus nueras no la abandonaría. Y por ende, Noemí no estaría tan sola a fin de cuentas. Volvería acompañada. Y más allá de eso, en aquel lugar encontraría algo de parte del Señor. Algo que no había considerado y que no podía vislumbrar desde Moab.

Es que Dios siempre nos ayuda en medio del dolor, y aunque no nos demos cuenta de Su presencia, Él siempre está. Nuestras tormentas siempre son controladas. Los límites y los alcances de nuestros problemas están fijados y supervisados por Dios.

Esto es imposible de ver cuando pasamos por ellos; pero en cuanto la tormenta pasa, al final de todo, cuando ya se ha aplacado el dolor, es en esos momentos cuando se hace evidente para nosotros que Él siempre ha estado a nuestro lado, aún en aquellos momentos tan difíciles.

Lo vemos en las pequeñas cosas, en los detalles. Las personas a nuestro alrededor, sus actitudes, las cosas que nos suceden, las respuestas que obtenemos. Éstos y muchos otros son indicios claros de que Él estuvo allí, que no estuvimos solos, de que nunca nos dejó.

Al leer esta historia bíblica vemos que a pesar de lo vivido, el plan de Dios no terminó en Moab, sino que continuó hasta Belén, y que también incluía a Rut y a Booz. Dios no la dejaría desamparada. Él jamás hace eso con sus hijos.

Ahora, también es de notar que Noemí nunca perdió su fe. Y aunque sintió que la mano de su Dios estaba contra ella, aún así no despotricó contra Él, ni blasfemó en contra de Su Nombre. Su fe permaneció intacta a pesar de la incertidumbre y del dolor.

Esto es algo que también tú puedes hacer. Puedes buscarlo a pesar de las circunstancias, y estar segura/o de que nada se escapa de Sus manos y de Sus planes. Él sabe cada cosa y tiene todo bajo Su control.

Al final de nuestra historia bíblica podemos ver la mano de nuestro Señor, a pesar del momento de crisis de Noemí. Y si miras bien, en tu propia vida también podrás notar Su mano actuando. Es por eso que con mucho amor te invitamos a perseverar en tu fe, y a permanecer firme aunque no entiendas lo que te sucede. 

Y si estás en un momento en donde te faltan fuerzas, te animamos a que se la pidas a Dios. Búscale a pesar de lo que te sucede, pídele lo que necesites, y si te falta sabiduría ora a tu Padre y Él te la concederá sin reproches (Santiago 1.5).

Dios jamás estará lejos. Él siempre estará presente. Dios sigue siendo fiel. Sigue siendo tu Padre. Y nunca dejará de ser Dios. Aquel que todo lo puede. Aquel a quien todo le es posible. ¿Lo crees?

¿Qué tal si vemos qué sucedió con esta mujer?

Para el final de la historia bíblica leemos lo siguiente:

13 Booz tomó a Rut y ella fue su mujer, y se llegó a ella. Y el Señor hizo que concibiera, y ella dio a luz un hijo.

14 Entonces las mujeres dijeron a Noemí: «Bendito sea el Señor que no te ha dejado hoy sin redentor; que su nombre sea célebre en Israel. 15 Que el niño también sea para ti restaurador de tu vida y sustentador de tu vejez; porque tu nuera, que te ama y que es de más valor para ti que siete hijos, lo ha dado a luz».

16 Entonces Noemí tomó al niño, lo puso en su regazo y se encargó de criarlo. 17 Las mujeres vecinas le dieron un nombre y dijeron: «Le ha nacido un hijo a Noemí». Y lo llamaron Obed. Él es el padre de Isaí, padre de David.

Ya ves como Dios no se olvidó de ella, cómo sus planes iban más allá de lo que ella podía imaginar. Así será también en tu vida. Él seguirá Su obra en ti. Y al final de tu historia será más que claro que Dios siempre estuvo a tu lado

Por tanto, si gustas, toma ahora unos momentos para estar en Su presencia. Inclina tu rostro. Háblale. Dile lo que te sucede, lo que sientes, lo que anhelas. Ponte a cuentas con Él. Habla con sinceridad y sin vueltas. Pídele lo que en verdad necesitas.

Esperamos que Él ilumine tu entendimiento, que te llene de Su paz y que cumpla en ti Su voluntad. Y también te agradecemos por leer esta reflexión y esperamos que haya sido de bendición para ti, que te haya servido.

Quedamos a tu disposición por si en algo podemos serte de ayuda, y esperamos te comuniques con nosotros o que comentes lo que desees en el espacio de los comentarios más abajo. ¡Hasta prontito!

Dios te bendiga y te sostenga, en el nombre de Jesús, amén.


Si gustas leer más, te dejamos más reflexiones para la vida cristiana, y también en el siguiente link, algunos devocionales diarios que con mucho amor escribimos para ti.


Aclaraciones

  • La cita bíblica fue tomada con permiso de la Nueva Biblia de las Américas (NBLA) © 2005 by The Lockman Foundation
  • La imagen de portada corresponde a un trabajo de Gracia y Vida sobre las Imágenes originales de Kon Karampelas en Pixabay

La crisis de Noemí

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Gracia y Vida

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