Pablo, apóstol de Cristo Jesús
1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios: A los santos que están en Éfeso y que son fieles en Cristo Jesús: 2 Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Normalmente solemos decir que somos hijos de tal persona, padres de tal otra, o esposos de tal otra, y con eso nos solemos identificar en distintas ocasiones.
Sin embargo, a la hora de pensar en nosotros mismos, nunca nos vemos como que somos de otra persona, sino que en verdad somos nuestros, cada uno le pertenece a sí mismo, y para nada somos propiedad del otro.
Muchos somos los que pensamos y sentimos de esa manera, y por ende, tal vez cuando hablamos de ser hijos de Dios, en nuestra mente se genera el mismo tipo de pensamiento:
Si bien decimos que somos hijos de Dios, en realidad, en los hechos, nos seguimos perteneciendo a nosotros mismos.
Y por eso obedeceremos, sólo si estamos de acuerdo; adoramos, sólo si nos sentimos de ánimo; buscamos a Dios, sólo si nos hacemos el tiempo en nuestra propia agenda.
Al fin y al cabo, es nuestra propia vida, y somos nosotros los que decidimos qué nos place hacer.
Esto es lo que sucede con muchos creyentes, los cuales reconocen haber sido comprados por Cristo, y por ende, dicen que son de Cristo, pero lo son sólo nominalmente y hacia afuera, cuando en realidad, en los hechos, no lo son.
En contraste con ellos, aquí el apóstol Pablo dice ser de Cristo por voluntad de Dios. Dándonos a entender, no sólo a quien pertenecía, sino quién fue el que planificó su salvación y quién, al mismo tiempo, la hizo posible.
Pablo en verdad reconocía que había sido comprado por Dios a través de la sangre derramada por Jesucristo en la cruz. Esa era su certeza y por eso vivía de esa forma. ¡En verdad le pertenecía a Dios!
Por tanto, no solo en palabras, sino en hechos, ya no vivía él por su propia cuenta y para sus propios placeres, sino que Cristo vivía en él, y su meta era servirle y llevar el evangelio por todo el mundo.
Esta es la diferencia entre él y muchos de los que dicen ser cristianos. Su entrega era total y verdadera. Y esto podía verse en su vida y en su ministerio. El representaba a Cristo, y a su vez, Él le respaldaba en todo lo que hacía.
¡Por eso es que pudo hacer tanto para el crecimiento del Reino!
En contraste con él, mucha gente que se dice cristiana, en realidad no aporta ni siquiera un granito de arena para el crecimiento la Iglesia de Cristo. ¿Por qué crees que será?
En este punto, ¿estará por demás que nos miremos a nosotros mismos y nos preguntamos cuánto estamos aportando para el crecimiento del Reino?
¿Estará de acuerdo Jesús con nuestra conclusión al respecto?
¿Pensará lo mismo que tú acerca de tus aportes para Su Reino?
¿Y cómo puedes estar segura/seguro?
Y al mismo tiempo, en tu caso, ¿Qué relación tiene el nivel, la proporción de tu entrega con tu desempeño como siervo de Cristo? ¿Lo sabes?
Qué tal si hablas con tu Padre Celestial al respecto.
Padre celestial, quiero postrarme hoy frente a ti y ponerme a tus pies. Me gustaría ser un verdadero siervo a tu servicio, y por eso te entrego mi vida.
Señor, yo sé que tú me has comprado a través de la sangre de Cristo, por eso entiendo, acepto y agradezco que soy tuyo. Que tú eres mi Dios, mi Rey y mi Señor.
Por favor utiliza mi vida según tus propósitos, háblame, trabaja en mi vida, enséñame tus verdades, manifiéstate a mi vida y moldéame para que pueda ser más como tú.
A ti te alabo y te adoro. Espero ser una herramienta útil que le lleve gloria a tu nombre. Sigue a mi lado Señor. Para ti toda la gloria y honor, en el nombre de Cristo Jesús, amén.
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Devocionales basados en el evangelio de Marcos
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