Dios prueba a sus hijos – Las aguas de Mara – Éxodo 15.22-27 – Por Gracia y Vida
Tabla de Contenidos
Introducción
¿Cuántas veces has pasado por circunstancias adversas mientras creías estar en paz con Dios?
¿Cuántas veces aún siendo dirigidos y acompañados por Dios llegamos a situaciones de conflicto, nos topamos con diversas dificultades o nos alcanzan los problemas de la vida?
Puntos importantes de este estudio
- Cómo el pueblo de Dios se queja contra Él al encontrar aguas amargas en el desierto.
- La acción de su líder, Moisés.
- La respuesta de Dios.
- Aplicaciones para nuestras vidas.
Contexto de la historia
En esta historia vemos al pueblo de Dios en medio del desierto. Dios sacó a Israel de Egipto con mano poderosa y con demostraciones de su poder.
Este pueblo, que había sido esclavo por más de cuatrocientos años, necesitaba convertirse en una nación, pero mucho más, necesitaba conocer a Dios.
Él tenía un plan para con ellos, quería ser conocido y adorado, quería relacionarse y mostrarles su amor y poder. Pero para eso, ellos debían conocerle.
Así es que, después de caminar por el desierto por varios días, Israel se topa con la situación que leemos a continuación.
Texto bíblico: Éxodo 15.22-27
22 Moisés hizo partir a Israel del mar Rojo, y salieron hacia el desierto de Shur; anduvieron tres días en el desierto y no encontraron agua.
23 Cuando llegaron a Marano pudieron beber las aguas de Mara porque eran amargas; por tanto al lugar le pusieron el nombre de Mara.
24 Y murmuró el pueblo contra Moisés, diciendo: ¿Qué beberemos? 25 Entonces él clamó al Señor, y el Señor le mostró un árbol; y él lo echó en las aguas, y las aguas se volvieron dulces. Y Dios les dio allí un estatuto y una ordenanza, y allí los puso a prueba.
26 Y dijo: Si escuchas atentamente la voz del Señor tu Dios, y haces lo que es recto ante sus ojos, y escuchas sus mandamientos, y guardas todos sus estatutos, no te enviaré ninguna de las enfermedades que envié sobre los egipcios; porque yo, el Señor, soy tu sanador.
27 Llegaron a Elim, donde había doce fuentes de agua y setenta palmeras, y acamparon allí junto a las aguas.
Éxodo 15.22-27 – LBLA
Análisis, reflexión y aplicaciones
El pueblo estaba compuesto por hombres, mujeres, niños y ancianos, quienes además llevaban consigo a su ganado. ¿Quién pudiera culparlos por sentir la necesidad de beber agua en el desierto?
Ya llevaban tres días de camino. La nube de Dios les proporcionaba resguardo de los rayos del sol y por la noche se volvía columna de fuego, para abrigarlos en el frío del desierto.
Pero a pesar del cuidado del clima y tras caminar de día y de noche, necesitaron refrigerarse y, a primera vista, las aguas de Mara eran la solución.
Cuántas expectativas tendrían de llegar a un lugar así, a una laguna o aunque sea a un charco. Pero con agua para sus familias, para sus hijos y para sus ancianos.
Llegar a este sitio debió ser un momento sublime, pero luego de la euforia inicial, y al probar el agua, la decepción fue muy grande. ¿Qué pensarían ellos en esta situación? ¿Sería tal vez una burla del destino? El desánimo ganó terreno y la bronca no tardó en llegar.
Junto con la bronca también llegó la murmuración, el arrepentimiento de haber salido de Egipto, y la necesidad de culpar a alguien: “Moisés”. Y junto con él y por extensión, a Dios mismo.
Su líder, al ver la situación no tardó en hacer lo que de él se esperaba, lo que era necesario, lo que dio resultado antes y lo daría también después.
Moisés clamó a Dios.
Cuántas veces nos encontramos con problemas inesperados y cuántas otras con soluciones poco efectivas o finalmente inútiles.
En cuántos momentos nos sentimos desconcertados, impotentes, tristes o agobiados. Y, ¿Cuál es nuestra actitud en esos momentos?
Los israelitas no estaban espiritualmente maduros. El carácter de su fe estaba en formación. Dios debía seguir demostrando su poder, amor y cuidado para que ellos lo conocieran realmente, y para que creyeran incondicionalmente, así como lo hacemos nosotros. ¿Verdad?
Está última era la intención de Dios. Él, sin lugar a dudas, hubiese podido potabilizar esas aguas antes de que ellos llegaran, o hubiese podido llevarlos a un oasis anticipadamente.
Hubiese podido ahorrarles la experiencia. Pero no lo hizo. Él tenía algo más en mente, tenía un propósito para esta prueba. Dios esperaba darles mucho más que solo agua.
¿Cuántas veces nos ponemos obstinados delante de Dios? ¿En cuantas oportunidades no le damos elección en nuestras oraciones? Queremos lo que pedimos, y ninguna otra cosa. Pero hay algo que siempre debemos tener en cuenta:
Dios siempre ve más allá.
Es que: ¿Cómo se acrecienta nuestra fe sino al pasar por las pruebas? ¿Y cómo conocer la providencia y respuesta de Dios sino oramos? ¿Cómo conocer de su inmenso poder sino lo vemos actuar? Y muchas veces, ¿Cómo acercarnos más a Dios sin tener pruebas en nuestras vidas?
¿Por qué no les privó de este trago amargo? Ellos necesitaban conocerle un poco más. “De oídas te había oído, pero ahora mis ojos te ven” ¿Recuerdas la frase? Otro que pasó por una gran prueba, pero que la superó al buscar a y afirmarse en Dios. (Job 42.5)
Despotricar, quejarse, hablar mal, enojarse, obstinarse. Ninguna de estas cosas nos brindan los resultados necesarios. Debemos clamar.
Moisés lo sabía muy bien y fue eso lo que hizo. Él oró y Dios le respondió. Esto fue una constante a lo largo de toda la historia de Moisés, y muy posiblemente pudiera también aplicarse a tu vida. Pero muchas veces depende de ti. Por eso aquí, tal vez quepan las siguientes preguntas:
¿Cuán firme está tu fe?
¿Cuán cerca estás de Dios? ¿Confías realmente en Él? ¿Conoces Su poder? ¿Te aferras a Él? ¿Tienes por costumbre pasar tiempo en oración y leyendo su Palabra?
Creo que estas son preguntas clave para nuestras vidas, ya que estando cerca de Dios, ninguna montaña es tan alta, ninguna piedra tan pesada y ninguna situación imposible. ¿Cómo serlo con un Dios Todopoderoso a nuestro lado?
¿Qué circunstancia estás atravesando? Tal vez éste sea el momento justo para acercarte a Dios.
En el final de la historia vemos que Dios conduce al pueblo a un oasis, muchas palmeras, varias fuentes de aguas.
Cuando clamas a Dios todo puede suceder. Sucedió antes, sucede ahora, sucederá siempre. ¿Tienes fe? Dios siempre obra, Su poder nunca se acaba. Sucede en mi vida y puede suceder en la tuya. Lo más probable es que ya esté pasando. ¿Qué tal los ojos tu fe? Después de Mara siempre llega el oasis. La pregunta es:
¿Cómo vives tu Mara?
Dios te guíe para poder vivir con fe, fortaleza y paciencia.
El que te conduce a Mara, también te llevará al oasis. Es cuestión de tiempo, de madurez y de fe.
¿Cómo vives tu Mara? ¡Vivela con fe!
Dios prueba a sus hijos – Las aguas de Mara
Si te ha gustado este estudio, puedes ver otros más en el link: Reflexiones para la vida cristiana.
Nota:
Cita Bíblica tomada con permiso de LBLA – http://www.lbla.com
6 respuestas a «Dios prueba a sus hijos – Las aguas de Mara.»
Después de la tormenta viene la calma viene La Paz. Si a Cristo de rodillas tú se la pides él te la da. No importa que legiones de las tinieblas te hagan sufrir. En el sagrado nombre de Jesucristo tendrán que huir. Después de pasar Mara espero mi Oasis. Amén!!
Hola Marcia. Seguramente la paz le llegará en cuanto Dios así lo disponga. La animamos a mantenerse firme mientras tanto y a seguir confiando. Él tiene todo bajo control.
En este momento la humanidad está bebiendo aguas amargas, aguas de amarguras. le pido a Dios que tenga misericordia de la iglesia y de nuestras vidas
Dios lo tiene todo bajo control, y aunque pasemos por momentos duros, aunque la enfermedad nos llegue y nos toque a muchos de nosotros, Él jamás nos abandonará. Siempre al control, siempre con nosotros, a pesar del dolor y de las aguas amargas…
¡Dios te bendiga mucho Alejandro, te llene de fortaleza y de paz!
Ha sido una bendición haber encontrado esta fuente de agua viva
¡Muchas gracias Jorge!
Si puede, por favor ore por este ministerio.
¡Que Dios lo bendiga mucho!