Comentario Bíblico Devocional del Evangelio de Juan
Muy bienvenidos al comentario del Evangelio de Juan publicado por Gracia y Vida.
A continuación te presentaremos un análisis, estudio y aplicación de los textos de Juan 4.35-38, al cual llamamos «Campos blancos para la siega«. Para ello hemos utilizado todos los recursos y datos necesarios como para comprender el mismo en su contexto.
En esta publicación continuaremos estudiando una nueva parte del encuentro entre Jesús y la mujer samaritana, en donde veremos una gran enseñanza de Jesús sobre la manera en que se extiende el Reino de Dios.
Pero antes de comenzar con tu lectura te invitamos a orar. Esperamos que El Espíritu Santo se manifieste a través de tu estudio de la palabra de Dios, y que esta lectura sea de bendición para tu vida.
Texto Bíblico: Juan 4:35-38
35 ¿No dicen ustedes: “Todavía faltan cuatro meses, y después viene la siega”? Pero Yo les digo: alcen sus ojos y vean los campos que ya están blancos para la siega. 36 Ya el segador recibe salario y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra se regocije junto con el que siega. 37 Porque en este caso el dicho es verdadero: “Uno es el que siembra y otro el que siega”. 38 Yo los envié a ustedes a segar lo que no han trabajado; otros han trabajado y ustedes han entrado en su labor».
Introducción
En las publicaciones anteriores hemos estado viendo muchos detalles de esta gran historia, la cual solo aparece en este evangelio.
Vimos el contexto general, la conversación de la mujer con Jesús, las enseñanzas que se desprendían de la misma, y ahora hemos llegado al punto de la historia en la que Jesús les explica a sus discípulos qué es lo verdaderamente importante para Él.
En el versículo anterior les había dicho: “Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo Su obra” (Juan 4.34). Y por ende ahora les seguirá mostrando qué era lo que Él veía y cuál era (y seguiría siendo) la misión de todos ellos en la obra de Dios.
Hará esto por medio de una ilustración. Este es un recurso que Jesús utilizó en muchísimos casos, dado que era mucho más entendible para ellos. En este caso, como en la mayoría comparó al trabajo en el Reino de Dios, como la labor del trabajo en un campo, en donde unos cosechan y otros siembran la tierra, pero todos recogen sus frutos.
Te invitamos ahora a considerar juntos los versículos que siguen, pero también te recomendamos estudiar todas las enseñanzas anteriores, a través de la lectura y estudio de los comentarios previos.
Comentario Bíblico
35
¿No dicen ustedes: “Todavía faltan cuatro meses, y después viene la siega”?
¿Qué estaba a punto de suceder? Eso era algo que los discípulos ni se imaginaban. Como resultado de la charla entre Jesús y la mujer samaritana, muchos de los habitantes de la ciudad estaban a punto de ir a ver a Jesús. Ella había salido muy aprisa, al terminar su conversación con Jesús, con este único objetivo.
Por lo tanto, las señales eran más que claras para Él. Jesús había sembrado y ahora se acercaba la hora de la cosecha. Para el final de esta historia muchos hombres y mujeres encontrarían la salvación de Dios. Eso era lo que Él veía, por eso les decía figurativamente:
Pero Yo les digo: alcen sus ojos y vean los campos que ya están blancos para la siega.
En este punto algunos comentaristas imaginan a las personas descendiendo de la ciudad y viniendo hacia ellos, de tal manera que cuando Jesús decía eso, y los discípulos pudieran levantar la mirada y ver a las personas viniendo hacia ellos.
En verdad sería una hermosa imagen, pero no sabemos si en realidad fue así; lo que sí sabemos es que Jesús les estaba mostrando qué era en verdad importante para Él, inclusive mucho más vital que el alimento que le habían traído, y por el cual ellos estaban tan preocupados (Ver Juan 4.31-33 y comentario).
Con respecto a la frase utilizada por Jesús, más allá del significado literal de la misma, lo más importante que podemos observar es el mensaje que quería dar. Es importante entender que los discípulos estaban aprendiendo a ver todas las cosas de manera diferente, y que Jesús era quien se los estaba enseñando.
Ahora, ellos sabían que naturalmente podían anticipar algunas cosas y decir por ejemplo: “dado que el campo está en esta condición, seguramente falten unos cuatro meses para que estén listos para la siega”, en cuanto el momento llegara, el color blanco de los mismos sería una señal inequívoca de que ya estaba todo listo para la cosecha.
Pero en realidad, el mensaje y la mirada de Jesús era más bien espiritual. Estaba hablando de lo que estaba sucediendo en el Reino de los Cielos, el cual se movía con otras leyes y en otros tiempos. Él les pidió que alcen sus ojos, y que los abran para lograr tener otro tipo de visión, siendo así lograrían ver el obrar de Dios en Su Reino Celestial.
Es por esto mismo que decimos que el Reino de Dios debe verse desde una perspectiva espiritual. Y por ende, es cierto también nosotros que debemos alzar los ojos y ver lo que Dios quiere mostrarnos y no tan solo lo que podemos ver a simple vista.
Además, si tan solo miramos las cosas de este mundo, poco impacto tendremos en el mundo espiritual, que es adonde el Señor nos llama a edificar junto con Él. ¿Estás de acuerdo?

Sigamos viendo la imagen que pinta el Señor:
36 y 37
Ya el segador recibe salario y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra se regocije junto con el que siega. Porque en este caso el dicho es verdadero: “Uno es el que siembra y otro el que siega”.
Si pretendemos aquí identificar a uno u otro no estaremos entendiendo la imágen completa. No es eso lo que se pretende en esta alegoría. Aquí no importa quien es el que hace cada cosa sino que lo importante es entender que todos trabajamos haciendo una cosa u otra en el Reino de Dios.
Lo que debemos comprender es que cada uno de los que trabajemos en el mismo, todos seremos recompensados y que ninguno es mayor que el otro. Por eso el Señor dice que el dicho popular (de aquella época) se cumple en el sentido de que la tarea no la puede hacer una sola persona. Y esto es cierto inclusive para nosotros hoy.
También es importante notar que ambos trabajadores se regocijan juntos, tanto el que siembra como aquel que siega, sin importar qué tarea cumpla cada uno. Esto nos enseña a trabajar en lo que el Señor nos pida sin recelos, ni envidias, ni contiendas. El ego aquí no tiene lugar.
En el Reino de Dios se trabaja con el objetivo de recoger fruto para vida eterna; salvar almas conduciendolas y guiandolas al, y por el camino de la vida, ayudando a los que se caen, vendando a los heridos, sosteniendo a los débiles.
Eso es trabajar en el Reino de Dios. Es trabajo por amor, es trabajar para la Gloria de alguien más (el Señor). No hay lugar para el pecado, solo para Dios. ¿Lo comprendemos de esta manera? ¿Le servimos así? ¡Dios nos ayude para que podamos hacerlo!
38
Yo los envié a ustedes a segar lo que no han trabajado; otros han trabajado y ustedes han entrado en su labor».
Aquí el tiempo verbal pudiera llegar a confundirnos. Muchas veces Juan nos muestra que Jesús habla en el presente como si estuviera en el futuro y mirando hacia atrás. Esto lo veremos en varios textos más a lo largo del evangelio, pero en este caso nos hace pensar en alguna de las siguiente posibilidades:
O que Jesús estaba ya viendo el resultado de lo que iría a suceder. Como desprendiéndose por un instante del tiempo y utilizando su omnisciencia para ver qué sucedería. En este caso estaría anticipando y revelando un evento futuro.
O simplemente que sabiendo lo que iba a suceder, hablaba de ello como algo natural, sin reparar en que todavía no había acontecido, pero sabiendo que todo esto se almacenaba en los corazones de sus discípulos para que diera fruto en el día de mañana.
Hasta el momento Jesús no los había enviado a evangelizar. Esto lo veremos más adelante, una vez que Jesús hubiera comenzado su ministerio en Galilea (a donde todavía no habían llegado).
Con respecto a la frase: «Otros han trabajado», posiblemente Jesús se refiera a sí mismo. Otra alternativa pudiera ser que Él cuente a los profetas de antaño como trabajadores en estos mismos campos del Reino de los Cielos. Pero en verdad la frase es bastante complicada como para tener absoluta certeza.
La perspectiva de Jesús
De lo que sí estamos seguros es que Jesús estaba preparando estratégicamente cada cosa a fin de dejar todo listo para el día en que Él ya no estuviera. Jesús estaba sembrando la palabra en los corazones de muchos, los cuales en el día de mañana recogerían más frutos y volverían a sembrar.
Es así mismo como el ciclo se repite hasta el día de hoy. Hoy nosotros somos los que cosechamos lo que alguien más sembró, y al mismo tiempo plantamos lo que alguien más recogerá el día de mañana. Esto obviamente sucederá siempre y cuando también nosotros entremos en la labor. ¿Lo has hecho ya, estás sirviendo a Dios?
Por si es así, por si le estás sirviendo, nos gustaría pedirte que por favor, nunca perdamos de vista la perspectiva de lo que hacemos, y que entendamos que nada es nuestro ni para nosotros. Todo es de Dios y para Él.
Trabajemos por tanto con la certeza y la seguridad de que Dios ve todo lo que estamos haciendo y que nos recompensará el día de mañana. Por nuestro lado solo preocupémonos por estar siempre atentos a Sus palabras y dispuestos a obedecerle. ¡A Él sea toda la gloria! Amén.
Para finalizar
Hoy hemos visto qué tenía Jesús en mente en aquel momento, mientras los discípulos se preocupaban genuinamente por Él. Vemos que el hecho de servir a Dios fue algo primordial para Su vida, y la única razón de vivirla en esta tierra.
Él fue y sigue siendo nuestro modelo supremo y aquel de quien debemos aprender cada cosa. Él nos ha amado tanto, que priorizó compartir el camino que nos lleva hacia Dios antes que satisfacer sus propias necesidades.
Fue Jesús quien nos amó más que a Su propia vida, y por eso se entregó para morir en aquella cruz. Sepamos que es Él quien ahora nos ha llamado a servirlo y nos ha puesto en una posición privilegiada, así como Pedro nos lo enseña:
Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anuncien las virtudes de Aquel que los llamó de las tinieblas a Su luz admirable. (1 Pedro 2.9)
¿Qué podemos decir ante su llamado, qué debemos hacer? ¿Qué dices tú? Por nuestra parte, esperamos poder darle gloria en cada momento y en cada situación de nuestras vidas. ¿Lo harás junto a nosotros? ¿Estamos juntos en esto? ¡Esperamos que así sea!
Aquí terminamos nuestro comentario de estos textos, esperamos que tu lectura haya sido de bendición para tu vida. Si gustas puedes dejarnos tus comentarios y/o consultas a través de la caja de comentarios. Dios te siga bendiciendo cada día.
A continuación ponemos a tu disposición algunos links para que continúes con el estudio de este precioso Evangelio:
Links hacia otros comentarios
- Índice general y presentación del Evangelio de Juan.
- Estudio introductorio sobre el cuarto evangelio (Evangelio de Juan). Te brinda un panorama general del Evangelio.
- Índice de los comentarios del Capítulo 4.
- Estudio anterior: Juan 4.31-34 – Mi comida es hacer la voluntad del que me envió
- Siguiente estudio: Juan 4.39-42 – Jesús es el Salvador del mundo
Nota
Todas las citas bíblicas fueron tomadas con permiso de la Nueva Biblia de las Américas (NBLA) © 2005 by The Lockman Foundation.
2 respuestas a «Juan 4.35-38 – Campos blancos para la siega»
Excelente… Muy edificante este estudio. Dios les bendiga.
Muchas Gracias Laura! Dios te bendiga mucho!!