Jesús calma nuestras tempestades – Devocional

Jesús calma nuestras tempestades – Devocional Diario – Marcos 4.35; 4.36; 4.37; 4.38; 4.39; 4.40 y 4.41

Bienvenidos a este devocional, esperamos que halles palabra de Dios a través de tu lectura. Hoy hablaremos sobre las obras de poder y sobre la autoridad de Jesús ante toda situación en nuestras vidas.

Aunque en el ejemplo del texto bíblico los ejerció frente a acontecimientos naturales, ese poder y esa misma autoridad los mantiene hoy día y están disponibles para poder ayudarnos. Él no ha dejado de obrar a favor nuestro. ¿Cierto?

Entonces, el poder y el amor de Dios siempre están dispuestos para favorecer nuestras vidas, a pesar de que a veces no nos demos cuenta. En este tema intentaremos pensar juntos, si es que estás de acuerdo, claro.

Pero antes de comenzar con la lectura del devocional, ¿Sería posible que dediques unos momentitos a orar? ¡El Señor guíe tu corazón y tu mente, te consuele, fortalezca y bendiga en todo! Amén.

Comencemos leyendo el

Texto base de nuestro devocional

35 Ese mismo día, caída ya la tarde, Jesús les dijo: «Pasemos al otro lado». 36 Despidiendo a la multitud, lo llevaron con ellos en la barca, como estaba; y había otras barcas con Él. 37 Pero se levantó una violenta tempestad, y las olas se lanzaban sobre la barca de tal manera que ya la barca se llenaba de agua. 38 Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre una almohadilla; entonces lo despertaron y le dijeron: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».

39 Jesús se levantó, reprendió al viento y dijo al mar: «¡Cálmate, sosiégate!». Y el viento cesó, y sobrevino una gran calma. 40 Entonces les dijo: «¿Por qué están atemorizados? ¿Cómo no tienen fe?».

41 Y se llenaron de gran temor, y se decían unos a otros: «¿Quién, pues, es Este que aun el viento y el mar le obedecen?».

Marcos 4.35-41 – NBLA

Pensemos juntos

El milagro y su contexto

Marcos nos cuenta que luego de enseñar sobre muchos temas relacionados con el Reino de Dios, Jesús despidió a la multitud y subió con sus discípulos a las barcas, para ir al otro lado del Lago de Genesaret.

Un largo día de trabajo para Jesús, mucha energía utilizada en intentar que la gente comprenda sus enseñanzas, pero también, y con seguridad, muchos milagros hechos, y algunas cuantas expulsiones de demonios, habrían hecho que Jesús necesitara descansar.

Eso fue lo que hizo, aún en un bote en movimiento, que nuestro Señor logre dormirse. Ni las olas ni el viento lograron despertarlo.

Tal es así que sus discípulos, con temor por la situación, al ver las olas levantarse y el bote comenzar a llenarse de agua, lo despertaron y hasta se atrevieron a cuestionarlo: “¿No te importa que perezcamos?”, le dijeron.

Es que a veces las situaciones complicadas se complotan contra nosotros para hablar lo que no debemos y para decir lo que no pensamos. ¿Cierto? A ellos también les sucedió. Bien sabían que no era así, ellos estaban seguros de que Jesús los amaba.

Ahora, ¿Imaginas la cara de Jesús dormido todavía, despertando ante la desesperación de sus discípulos? Evidentemente Él no dejó de decir lo que pensaba, así que les preguntó: ¿Por qué están atemorizados? Y también les dijo: ¿Cómo no tienen fe?

Claro que hizo esto luego de calmar el viento y al mar, de lo contrario ellos no podrían prestar atención a ninguna de sus palabras. Lo cual es muy lógico, ya que la desesperación nos resta posibilidad de raciocinio.

¿Te imaginas estando entre ellos?

Seguramente si hubiéramos estado allí con ellos, también nosotros tomaríamos Su brazo para intentar despertarlo. ¿Te pasaría a ti? ¿Lo hubieses llamado también? Posiblemente sí, y es obvio que así sea.

El único que podía solucionar todo estaba dormido en ese momento tan difícil para ellos. Ahora, si nos fijamos en la última parte del texto, al ver los discípulos el poder de Jesús no solo se asombraron sino que también tuvieron miedo (V41).

Eso nos ayuda a ver que sus discípulos esperaban ayuda, pero no se imaginaban qué solución podría darles Jesús. Obviamente no esperaban que tuviera tanto poder. Ahora, eso también nos sucede a menudo, ¿Cierto? Esperamos ayuda, pero no sabemos qué hará al respecto.

De lo que sí estamos seguros es que muchos de nosotros también seríamos merecedores de Su llamada de atención al decir: ¿Cómo no tienen fe? Y es que, ¿Cómo es posible quedarse tranquilos cuando el agua llena nuestros botes, cuando todo se sale de control? ¿Es eso posible?

Pensemos en nuestras propias vidas

Cuántas veces las tormentas llegan a nuestras vidas sin previo aviso. Cuántas veces nos envuelven situaciones que no sabemos cómo manejar. Y también, cuánta necesidad de tener a Jesús en nuestro bote. ¿Cierto?

Ahora, ¿Por qué hay veces en las cuales parece que no lo podemos despertar? ¿Por qué tantas veces nos pareció que Jesús eligió seguir dormido? ¿Has estado en este tipo de situaciones? ¿Te has hecho estas preguntas en algún momento?

Cuántas veces Jesús parece seguir dormido, las tormentas parecen seguir creciendo y nuestros botes hundirse en medio de ellas. Pero en medio de nuestras tormentas: ¿Corremos verdadero peligro? Es decir: ¿Cuántas veces nos hemos ahogado hasta ahora?

En medio de aquel lago, al cual muchos también llamaban mar (por su enorme extensión), las tormentas eran más que fuertes. Estos pescadores acostumbrados a navegar por ellas bien sabían sobre el poder destructivo de las mismas.

Posiblemente eso hizo que tuvieran aún más miedo, eso y su conocimiento de que, quien estaba a bordo, el único que los podía auxiliar, estaba profundamente dormido a pesar de la situación. Ellos sabían que si Jesús no hacía nada, todos podrían terminar en el fondo del lago.

Al parecer, nuestra desesperación en medio de nuestras propias tormentas se asemeja mucho a la de aquellos hombres. Todos podemos observar la misma, y también, todos sabemos quien viene con nosotros. Pero…

¿Por qué entonces nos abrumamos a nosotros mismos con pensamientos pesimistas o negativos o, por qué nos cuesta dormir por las noches y la ansiedad se apodera de todo nuestro sistema nervioso?

¿Qué hace que no podamos guardar la calma en medio de esas situaciones difíciles? ¿Has pensado en eso alguna vez? Tal vez la mejor respuesta pudiera ser: Porque dejamos de sentir que tenemos el control.

Jesús calma nuestras tempestades - Devocional Diario
Jesús calma nuestras tempestades – Devocional Diario

Nuestra dependencia de Dios

Si la suposición o hipótesis anterior es válida, entonces tal vez deberíamos pensar seriamente en este gran tema, el cual posiblemente a todos nos cueste demasiado. Ésto es más que obvio, ya que todo el mundo nos empuja a confiar en nosotros mismos y a ser independientes, a buscar nuestros propios sueños y a no depender de nadie.

Incluso nosotros les decimos a nuestros niños que estudien, que logren herramientas para la vida que los ayuden a conseguir una estabilidad y una independencia económica. Los empujamos a que busquen sus objetivos con todas sus fuerzas, y los orientamos y apoyamos para que los consigan.

¿Está mal eso? ¡Claro que no! Pero muy despacio vamos construyendo un castillo de autosuficiencia que nos impide confiar verdaderamente en alguien más, incluso en aquel de quien decimos depender (Dios). Cuando eso nos sucede, oramos poniendo todo en sus manos, pero aún así, en nuestro interior, creemos estar al control de todo.

¿Te ha pasado? Es entonces, cuando las cosas se salen de control y ya no las podemos manejar con nuestros propios recursos, que la desesperación nos alcanza, la ansiedad se apodera de nosotros y nuestras vidas “parecen” salirse de control; claro, si es que el control lo tenemos solo nosotros.

Algunas preguntas relevantes

¿Se te ocurrió pensar alguna vez que a veces Dios sacude nuestras estanterías para que todo se desordene por algún momento? ¿Si lo hiciste, para qué se te ocurre que eso sucede? ¿Estaría tan dormido Jesús en esa barca, o tendría un ojo medio abierto y todo bajo control? ¿Tú qué crees?

Tal vez, y solo tal vez, estuviera esperando el momento en que sus discípulos lo llamen, no para ser el héroe, no, sino para tomar el control y para mostrarles qué era mejor para cada uno de ellos. ¿Y qué de nosotros? ¿Qué es mejor para ti? ¿Qué piensas, quién debería tener el control de nuestras vidas?

Muchas veces pensamos erróneamente que le entregamos el control a Él, pero en verdad y muy arraigado en nosotros sigue la esperanza de continuar manejando todos los hilos de nuestra vida. De ser así, tal vez sólo en esos momentos de prueba, nuestro Señor pueda demostrar quién es el único Rey soberano de todo el universo.

Pero no para mantenerte bajo Su control. No, de ninguna manera; el libre albedrío nunca dejó de estar vigente. Sino para que podamos conocer Su poder, para que podamos acercarnos más a Él y para que podamos crecer más en la fe y depositarla verdaderamente en Él.

Concluyendo

¿Seguiremos teniendo tormentas en nuestras vidas? Seguramente sí. Pero no para hacernos daño, sino para que aprendamos a confiar, a descansar y a buscarlo solo a Él. La fe es como una pequeña semilla, la cual irá creciendo y se transformará en un gran árbol. Dios nos está ayudando para que así sea.

Por tanto: No dejes de confiar en Él, no dejes de orar, ni de buscarle. Cuando todo se salga de control, intenta no perder la calma, ve a Jesús y pídele con confianza que tome el control de todas las cosas. Si crees que lo hará, entonces estarás en lo cierto.

Lo creas o no, todo sigue Sus designios y Él ya sabe cada cosa en nuestro presente y también de nuestro futuro. Sólo espera que tú aprendas a confiar. Y en verdad, debemos tener más que claro que Él nunca está verdaderamente dormido. Sin importar cuál sea tu impresión en cualquier momento en el que estés, Él está atento y a tu lado.

¿Lo crees? ¿Lo has experimentado? Esperamos que así sea. Antes de terminar con el estudio y antes de orar, quisiéramos dejarte un pequeño regalo de parte de Dios.

Dejamos un Salmo para ti

1 Levantaré mis ojos a los montes;

¿de dónde vendrá mi socorro?

2 Mi socorro viene del Señor,

que hizo los cielos y la tierra.

3 No permitirá que tu pie resbale;

no se adormecerá el que te guarda.

4 He aquí, no se adormecerá ni dormirá

el que guarda a Israel.

5 El Señor es tu guardador;

el Señor es tu sombra a tu mano derecha.

6 El sol no te herirá de día,

ni la luna de noche.

7 El Señor te protegerá de todo mal;

El guardará tu alma.

8 El Señor guardará tu salida y tu entrada

desde ahora y para siempre.

Salmos 121 – NBLA

¿Te gustaría acompañarnos en oración?

Oremos

Padre Santo y Bendito Dios, queremos darte gracias porque siempres nos has cuidado, siempre nos has ayudado, y a pesar de los momentos difíciles que hemos vivido, siempre has estado con nosotros.

Gracias Padre por todo lo que has hecho y porque sabemos que estás al control de todas las cosas. Quisiéramos pedirte que nos ayudes a crecer en la fe, y también para que la ansiedad no nos gane, para dejar verdaderamente todo en tus manos.

Te suplicamos Padre que seas tú quien tome el control de todo y que nos acompañes y ayudes en todo momento. Te entregamos nuestras vidas y nos ponemos en tus manos en el nombre de nuestro Señor Jesús, amén.

Saludo y despedida de esta reflexión bíblica cristiana

Te agradecemos por llegar a este punto en tu lectura. Esperamos que Dios te hable más sobre este tema, y que te ayude en todo esto que estuvimos pensando juntos.

Si gustas, puedes escribirnos, nos gustaría saber qué piensas sobre todo lo hablado aquí. Y por otro lado, por si lo consideras útil, te dejamos más devocionales en estas dos publicaciones:

¡Dios te bendiga mucho!

Notas

La Cita Bíblica fue tomada con permiso de la Nueva Biblia de las Américas (NBLA) © 2005 by The Lockman Foundation.

A su vez, la imagen de portada corresponde a un trabajo de Gracia y Vida sobre la imagen original de Myriam Zilles, la cual fue descargada de Pixabay.

Jesús calma nuestras tempestades – Devocional Diario – Marcos 4.35; 4.36; 4.37; 4.38; 4.39; 4.40 y 4.41

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