Versículo base: Marcos 15.39
Viendo el centurión que estaba frente a Él, la manera en que expiró, dijo: «En verdad este hombre era Hijo de Dios».
Contexto bíblico: Marcos 15.25-39
25 Era la hora tercera cuando lo crucificaron. 26 La inscripción de la acusación contra Él decía: «EL REY DE LOS JUDÍOS».
27 Crucificaron con Él a dos ladrones; uno a Su derecha y otro a Su izquierda. 28 Y se cumplió la Escritura que dice: «Y con los transgresores fue contado».
29 Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: «¡Bah! Tú que destruyes el templo y en tres días lo reedificas, 30 ¡sálvate a Ti mismo descendiendo de la cruz!».
31 De igual manera, también los principales sacerdotes junto con los escribas, burlándose de Él entre ellos, decían: «A otros salvó, Él mismo no se puede salvar. 32 Que este Cristo, el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos». Y los que estaban crucificados con Él también lo insultaban.
33 Cuando llegó la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena. 34 Y a la hora novena Jesús exclamó con fuerte voz: «Eloi, Eloi, ¿lema sabactani?», que traducido significa, «Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?».
35 Algunos de los que estaban allí, al oírlo, decían: «Miren, está llamando a Elías». 36 Entonces uno corrió y empapó una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, dio a Jesús a beber, diciendo: «Dejen, veamos si Elías lo viene a bajar».
37 Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró. 38 Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. 39 Viendo el centurión que estaba frente a Él, la manera en que expiró, dijo: «En verdad este hombre era Hijo de Dios»
Reflexión Bíblica – Meditación Cristiana – Devocional Diario
Algunos tuvieron que verle morir para darse cuenta, como en el caso de estos dos centuriones.
Otros se dieron cuenta al seguirlo y ver Su vida, como es el caso de los discípulos y seguidores de Jesús. Juan nos escribe:
1 Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado y lo que han tocado nuestras manos, esto escribimos acerca del Verbo de vida.
2 Y la vida se manifestó. Nosotros la hemos visto, y damos testimonio y les anunciamos a ustedes la vida eterna que estaba con el Padre y se manifestó a nosotros.
3 Lo que hemos visto y oído les proclamamos también a ustedes, para que también ustedes tengan comunión con nosotros. En verdad nuestra comunión es con el Padre y con Su Hijo Jesucristo. (1 Juan 1.1-3).
Y algunos otros, cómo nosotros, al oír Su mensaje por alguien más, y al ser convencidos por el Espíritu Santo (S. Juan 16: 8-11):
8 »Y cuando Él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio; 9 de pecado, porque no creen en Mí; 10 de justicia, porque Yo voy al Padre y ustedes no me verán más; 11 y de juicio, porque el príncipe de este mundo ha sido juzgado.
Pero lo que todos tenemos en común, es que todos los que le hemos conocido, los que hemos creído en Él, somos beneficiarios de lo Él que logró en aquella cruz.
¡Salvación para todo aquel que cree!
Bendito el gran Dios que permitió que esto sucediera, que planificó nuestra salvación, a pesar de saber de nuestra condición. San Pablo, hablándoles a los Efesios, dice:
4 Porque Dios nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él. En amor 5 nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme a la buena intención de Su voluntad,
Bendito aquel Quien se despojó de Su gloria, tomó carne y vino a ser asesinado por las mismas criaturas que Él había creado…
5 Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, 7 sino que se despojó a Sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. 8 Y hallándose en forma de hombre, se humilló Él mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. (Filipenses 2.5-8)
Bendita salvación que nos es regalada por Gracia. Gloria a nuestro Señor, por los siglos de los siglos amén.
Oración:
Padre Celestial cuánta gratitud hay en mi corazón por esta salvación tan grande que me has regalado.
Gracias Señor por tanto amor, por tu disposición de perdonarme, por el regalo de Jesucristo, muriendo en esa cruz en nuestro lugar.
Gracias Señor por haberme enviado el Espíritu Santo para habitar en mí, y por todo lo que hace para que yo esté más cerca tuyo y más firme en la fe.
Te entrego cada parte de mi ser, te adoro Padre y te alabo, espero poder servirte y vivir como tú lo esperas, poder darle gloria a tu nombre en cada momento de mi vida y ser ofrenda agradable a ti.
¡Gracias por tanto amor! Obra en mi vida y a través mío en cada lugar y en cada momento que tú quieras, te lo pido en el nombre de Cristo Jesús, amén.
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Notas
- Las citas bíblicas fueron tomadas con permiso de la Nueva Biblia de las Américas (NBLA) © 2005 byThe Lockman Foundation.
- La imagen de portada es un trabajo de Gracia y Vida utilizando las imágenes originales de Luis Quintero.