El legalismo – Devocional Diario – Basado en Marcos 2.23; 2.24; 2.25; 2.26; 2.27 y 2.28
Bienvenidos a Gracia y Vida. Hoy queremos compartir contigo este devocional basado en el Evangelio de Marcos. En él veremos una enseñanza de parte de Jesús que seguramente podremos aplicar a nuestras vidas.
Te invitamos a pensar juntos en ella, pero antes, si te es posible, nos gustaría pedirte que tomes unos segunditos de tu tiempo para orar y para pedirle a Dios que sea Él quien te hable, más allá de lo que vayas a leer en esta publicación. ¿Podrás hacerlo?
Muy bien, muchas gracias. Ahora sí, leamos el
Texto base del devocional
23 Aconteció que un día de reposo Jesús pasaba por los sembrados, y Sus discípulos, mientras se abrían paso, comenzaron a arrancar espigas. 24 Entonces los fariseos le decían: «Mira, ¿por qué hacen lo que no es lícito en el día de reposo?»
25 Jesús les contestó: «¿Nunca han leído lo que David hizo cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y también sus compañeros; 26 cómo entró en la casa de Dios en tiempos de Abiatar, el sumo sacerdote, y comió los panes consagrados que no es lícito a nadie comer, sino a los sacerdotes, y dio también a los que estaban con él?».
27 Y Él continuó diciéndoles: «El día de reposo se hizo para el hombre, y no el hombre para el día de reposo. 28 Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo».
Marcos 2.23-28 – NBLA
Pensemos Juntos
El contexto de la historia
La ley de Moisés prohibía trabajar los días sábados. Es así que los fariseos, queriendo cumplir con la misma, habían elaborado un conjunto de reglas que los ayudaban a lograr su propósito; pero gracias a su gran celo por conseguirlo, se habían vuelto más que legalistas.
Jesús por su parte sabía bien el sentido de la ley, Él entendía su propósito y finalidad, así que cuando los fariseos vinieron a acusar a sus discípulos de no cumplirla, lo que Él hizo fue confrontarlos con el espíritu de la misma, y para ello utilizó el ejemplo de lo que hizo David en cierta ocasión.
Jesús les dijo que las leyes de Dios están para el beneficio de las personas, y no para condicionarlos en medio de la necesidad. Por lo tanto, lo que les dio a entender es que desde la perspectiva de Dios, lo que en verdad importa es el bienestar de sus hijos y no tan solo el cumplimiento estricto de las leyes (dictadas en las escrituras).
Las personas legalistas de nuestro tiempo
¿Has tenido la oportunidad de tratar con personas legalistas? Lo único que parece importarles es que se cumplan al pie de la letra todos los mandamientos y ordenanzas de la Biblia.
Normalmente andan con lupas en sus bolsillos, listos para tomarlas y utilizarlas, para buscar el error o la transgresión en quienes tienen frente a ellos. Buscan hasta el más mínimo detalle y juzgan a todos con dureza y aspereza, incluso muchos de ellos se juzgan de la misma manera a sí mismos (aunque son los menos).
Ahora, en vista de que esto sucede con muchas personas, tal vez pudiéramos hacernos las siguientes preguntas:
¿Será que Dios quiere que también nosotros tengamos esta actitud? ¿Será que a Él le importa más que se cumplan los preceptos de la Biblia que la situación de las personas? ¿Estará también Dios con una lupa buscando imperfecciones en sus hijos? Nosotros, en Gracia y Vida, entendemos que no.
Nuestras propias vidas
Claramente Jesús avaló a sus discípulos en vista de su necesidad. Claro que no debían trabajar en un día sábado, pero también era claro que ellos tenían hambre. Su necesidad estaba por encima de las reglas, leyes y preceptos. Para Dios esa necesidad era más importante.
Esto es en verdad una gran noticia para todos, pero también debemos tener en cuenta que esta “libertad” avalada por la necesidad, requiere de una gran responsabilidad de nuestra parte. ¿Nos permite Dios robar, corrompernos o atentar en contra de la santidad de nuestros cuerpos, en nombre de la necesidad? ¡Claro que no! No confundamos.
Pero lo que sí nos muestra es la necesidad de observar el espíritu de la ley y no tanto la letra de la misma. Dios nos ha llamado a la santidad (1 Pedro 1:15-16), pero también al amor hacia los hermanos (Juan 13.35), nunca nos ha pedido que los observemos a fin de encontrar sus errores o pecados, o que los juzguemos por los mismos (leer detenidamente Isaías 1.10-17).
Este es un tiempo para la compasión, el amor y la ayuda mutua. Tanta dureza en los corazones ha llevado a muchos a alejarse de Dios y a perderse. ¿Qué actitud tenemos nosotros frente al pecado de los otros? El legalismo solo endurece los corazones y termina por enfriarnos y alejarnos de Dios. ¿Será que eso es lo que Dios quiere para tu vida? Claro que no.

Algunos ejemplos prácticos
En vista de todo esto, si un hermano peca contra ti no lo “envíes al infierno” (no lo condenes y juzgues), ora por él/ella y perdona. Dios obrará a tu favor, tendrás paz en tu corazón y Él mismo se encargará de restaurar el daño.
Si peca contra otro, y tú estás al tanto, intenta ayudarlo y mostrarle su error, ora por él/ella. El daño puede ser revertido y su actitud cambiada, entonces puede crecer espiritualmente y dejar de hacer daño. Éste es un resultado difícil de obtener si es que solo se le juzga y castiga. ¿Cierto?
Si ves que alguno juzga a otros todo el tiempo (¡Cuán difícil es lidiar con estos hermanos!). Debes saber que su actitud no es tenida en cuenta como pecado por ellos mismos (no consideran que así sea), pero en verdad, cuánto daño hacen y cuán difícil es que ellos logren seguir creciendo en lo espiritual.
De estar frente a alguno de ellos, por favor ora por ellos antes de hablarles (ora mucho), luego intenta mostrarles su error a la luz de la Biblia. Pero (lamentablemente) no debes esperar demasiado; estos son casos muy difíciles, ya que los mismos deben darse cuenta de su “error”. Es una cuestión de voluntad y de personalidad, pero también de madurez…
Para finalizar
Solo Dios puede y debe juzgar, nosotros debemos amar, ayudar y perdonar. Ése es el ideal de Dios para cada uno de nosotros. Esperamos que nuestro Señor nos siga hablando aún más sobre este tema y que nos lleve a toda verdad. ¿Estás de acuerdo?
Te invitamos a orar:
Oración
Padre celestial, te doy gracias por estar a mi lado siempre, por preocuparte por mí, por ayudarme y por hablarme cada día. Hoy me pongo en tus manos y te pido me sigas hablando sobre lo que he leído hoy.
Señor, espero entender tu voluntad y obrar según ella en todo tiempo. Pongo mi vida en tus manos, me entrego a ti para servirte y espero poder darle gloria a tu nombre con cada acto de mi vida y con cada palabra que salga de mi boca.
Para ti sea la gloria, la honra y la alabanza, en el nombre de Jesús, amén.
Nos despedimos
Esperamos que este devocional haya sido de bendición para tu vida, no dudes en escribirnos si así lo deseas, te estaremos esperando. Nos despedimos por ahora, pero si gustas, te dejamos dos links hacia otros devocionales, por si te fueran de utilidad:
Notas
La Cita Bíblica fue tomada con permiso de Nueva Biblia de las Américas (NBLA) © 2005 by The Lockman Foundation
La imagen corresponde a un trabajo de Gracia y Vida sobre la imagen original de Tumisu descargada de Pixabay.