CUANDO JESÚS MURIÓ – Poema
Se sacudió la tierra
Y el sol se oscureció,
Luzbel perdió la guerra
Cuando Jesús murió.
Lloraron las estrellas
Que él mismo creó,
La triste tarde aquella
Cuando Jesús murió.
La luna avergonzada
Por lo que sucedió,
Estaba consternada
Cuando Jesús murió.
El astro rey se esconde
Pues también le dolió,
Al mirar cómo y dónde
Cuando Jesús murió.
La cruz sostuvo inerte
El cuerpo de mi Dios,
Se decidió tu suerte
Cuando Jesús murió.
Con corazón quebrado
Abba, Abba exclamó,
Se sentía abandonado
Cuando Jesús murió.
Buscaba a sus amigos
Y sólo a Juan halló,
Veía sólo enemigos
Cuando Jesús murió.
Jamás nadie ha sufrido
Como Cristo sufrió,
Estaba muy herido
Cuando Jesús murió.
Todo bañado en sangre
Sed tengo susurró,
Mas le dieron vinagre
Cuando Jesús murió.
Se cuenta en los relatos
Pues escrito quedó,
Que sufría mil maltratos
Cuando Jesús murió.
Aquella cruenta cruz
Donde Cristo expiró,
Deberías llevarla tú
Cuando Jesús murió.
Presta atención ahora
Al eco de su voz,
Y recuerda la hora
Cuando Jesús murió.

Agradecemos a Arcadio Vega, quien desinteresadamente y con gran amor por Cristo, nos ha permitido publicar sus poemas y demás escritos sin esperar nada a cambio. ¡Dios te bendiga grandemente Arcadio!
Arcadio nos dice:
Nadie jamás ha sufrido si sufrirá tanto como Jesucristo. Pero gracias a ese sufrimiento suyo, allí en el Calvario se decidió nuestra salvación.
Allí se aseguró tu victoria y la mía, pues allí fue derrotado el enemigo, y si le somos fieles a Dios, él nos dará la vida eterna (Apocalipsis 2:10).
La muerte expiatoria de Cristo desenmascaró a Satanás para siempre ante todo el universo.
Ahora todos saben que el plan de Dios para salvar al hombre es el que realmente funciona, y no las artimañas del diablo.
Permítenos decirte además, que aquel momento de su muerte fue un momento sublime. Y no solo por los acontecimientos que acompañaron ese evento histórico, como ser:
La resurrección de los muertos, los eventos climáticos (oscurecimiento del sol), del rasgamiento del velo del Templo (con aquella bendita señal de que ya no necesitamos un intermediario entre Dios y nosotros, como lo fue hasta aquel entonces – a través del sumo sacerdote).
Más allá de aquellas, simples señales externas del acontecimiento, Jesús estaba muriendo en nuestro lugar para que nosotros pudiéramos tener la bendita oportunidad de obtener una nueva y mejor relación con Dios, una en la cual el pecado ya no nos separara de nuestro único y gran Dios.
Cristo murió en esa cruz para que podamos ser hijos de Dios. En ese momento todo cambió. La más grande bendición llegó a nuestras vidas. ¿Cómo no darle gloria a nuestro Señor? ¿Cómo no adorar el nombre de aquel que nos amó más que a su propia vida? ¿Cómo no entregarle hoy nuestras vidas a Él en agradecimiento y amor?
Relatos de la muerte de Jesús según Mateo
45Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena.46Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: «Elí, Elí, ¿lema sabactani?». Esto es: «Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?».
47Algunos de los que estaban allí, al oírlo, decían: «Este llama a Elías».48Al instante, uno de ellos corrió, y tomando una esponja, la empapó en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber.49Pero los otros dijeron: «Deja, veamos si Elías lo viene a salvar».
50Entonces Jesús, clamando otra vez a gran voz, exhaló el espíritu.
51En ese momento el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, y la tierra tembló y las rocas se partieron;52y los sepulcros se abrieron, y los cuerpos de muchos santos que habían dormido resucitaron;53y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Jesús, entraron en la santa ciudad y se aparecieron a muchos.
54El centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, cuando vieron el terremoto y las cosas que sucedían, se asustaron mucho, y dijeron: «En verdad este era Hijo de Dios».55Y muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle, estaban allí, mirando de lejos.56Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
Mateo 27.45-56
CUANDO JESÚS MURIÓ – Poema
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¡Que Dios te bendiga mucho!
Notas
- La cita bíblica fue tomada con permiso de la Nueva Biblia de las Américas (NBLA) © 2005 by The Lockman Foundation
- La imagen de portada corresponde a un trabajo de Gracia y Vida sobre las Imágenes originales de Gerd AltmannenPixabay